No era yo, eras tú.

En medio de la noche, me sentí húmedo, sudado pero solamente pensaba porque estaba así, al despertar vi que estabas desnuda y desabrigada, se te veían erectos los pezones, fue cuando me provocaste y empecé a acariciarlos.
Aunque tus movimientos me decían que no querías que te los acariciara, yo seguía e incluso observe tu parte intima y empecé a rozarla con mis dedos, la sentí húmeda y fue cuando me acomode para penetrarla con mi lengua y enseguida me tomaste la cabeza para que siguiera, abriste mas las piernas, me acomode y sentía como te agitabas, gemías, incluso vi como el clítoris se colocaba erecto para que te desbordaras de placer, cada movimiento podía sentir como lubricabas y lubricabas, no querías que parara, te agitabas cada vez mas rápido llegando a el clímax, estabas tan caliente y húmeda que al abrir los ojos habías pensado quien era yo que te estaba haciendo sexo oral, mientras fuiste tu que te masturbabas.