Agosto: Mes al Inmaculado Corazón de María
Día 25
Meditaciones para la Fiesta y Octava del Corazón de maría: 5.ª (el cuarto día de la octava)
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Las devociones para este mes:
Rosario en Honor al santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen disponible en esta publicación y este rosario contiene la Salutación Ave, Cor sanctissimum que también se ha publicado por separado aquí.
Letanía (disponemos de 9 letanías, para cada día de la octava, que se rotarán durante los 20 días) en esta publicación está la quinta letanía.
El cántico del Magníficat disponible bilingüe en esta publicación. La obra contiene diversos himnos y cánticos (latín con y sin francés). Sin embargo, san Juan Eudes dedica el Libro X de su obra específicamente a este cántico del Magníficat.
Una meditación (perteneciente a una de las dos octavas de la obra u otras meditaciones contenidas en esta) o un texto extraído de la obra. Esta es la meditación para el cuarto día de la octava de la fiesta:
Meditación 5. Para el día cuarto de la octava. Razones que deben excitarnos a honrar el Santísimo, Corazón de la Virgen
Punto 1.°
Consideremos que Dios nos ha concedido la fiesta del santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen con el fin de que le rindamos en este día cuantos obsequios de respeto, honor y alabanza nos sean posibles. Y para ejercitarnos en ello pensemos las razones que nos obligan a ello:
La primera, es porque debemos honrar y amar las cosas que Dios honra y ama por las cuales Él es amado y glorificado. Ahora bien, después del adorabilísimo Corazón de Jesús no ha habido, ni habrá jamás, ni en el cielo ni en la tierra, un corazón que haya sido tan amado y glorificado de Dios, que le haya dado tanta gloria y amor como el dignísimo Corazón de María, Madre del Salvador. Él es el más alto trono del amor divino que ha existido y existirá jamás. En este Corazón sagrado reina perfectamente el amor divino, pues ha reinado siempre en él sin interrupción y sin ningún obstáculo, y con él ha hecho reinar todas las leyes de Dios, las máximas del Evangelio, y las virtudes cristianas.
El Corazón incomparable de la Madre del Redentor es un cielo de gloria y un paraíso de delicias para la Santísima Trinidad. Pues si, según el deseo del apóstol, los corazones de los fieles deben ser casa y morada de Nuestro Señor Jesucristo, y si el mismo Jesús nos asegura que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo establecen su morada en los corazones de los que aman a Dios, ¿quién puede dudar que la Santísima Trinidad estableció siempre su residencia de una manera admirable e inefable en el Corazón virginal de aquella que es Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, y que ama más a Dios que todas las criaturas juntas? Cuán obligados estamos, pues, a honrar y amar a este dignísimo y amabilísimo Corazón.
Punto 2.°
Veamos una segunda razón que nos obliga a ello particularmente, y que está indicada en estas palabras del Espíritu Santo: Toda la gloria de la Hija del Rey procede del interior: Toda la gloria, la santidad, la gracia, y todo lo que hay de grande y honorable en la Reina del Cielo procede de su interior y de su Corazón: ya que por la profundísima humildad, por la pureza incomparable y por el amor ardentísimo de su Corazón virginal, esta Virgen de las vírgenes arrebató el Corazón del Padre eterno, que es su Hijo unigénito; le atrajo a su Corazón y a sus entrañas; y fue ella elevada a la sublime dignidad de Hija primogénita del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo, Santuario de la Santísima Trinidad, y Soberana Señora del universo; y nos fue dada para ser nuestra Madre y nuestra Soberana.
Por lo cual tenemos que honrar a esta sacrosanta Virgen, no sólo en algunos de sus misterios, acciones o cualidades; ni únicamente en su dignísima persona, sino que debemos honrar primaria y principalmente en ella al manantial y el origen de la dignidad, santidad, de todos sus misterios, acciones, cualidades y de su misma persona, es decir: su amor y su caridad, pues el amor y la caridad son la medida del mérito y el principio de toda santidad.
Este amor y esta caridad del Corazón lleno de amor y de caridad fue quien santificó todos los pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos de la santísima Madre del Salvador; quien santificó también su memoria, entendimiento, voluntad y todas las facultades de la parte superior e inferior de su alma; quien adornó toda su vida interior y exterior de una maravillosa santidad; quien contiene en sí, en grado excelentísimo todas las virtudes, dones y frutos del Espíritu Santo; quien hizo que sus sagradas entrañas y sus benditos pechos fuesen dignos de llevar y amamantar a aquel que sostiene el mundo y es la vida de todas las cosas vivientes; quien la exaltó en el cielo por encima de los serafines, y la colocó en un trono de gloria, grandeza, felicidad y poder incomparable y proporcionado a la dignidad infinita de Madre de Dios.
Añadid además que este Corazón benignísimo es un manantial inagotable de dones, gracias, favores y bendiciones para cuantos aman a la Madre del amor hermoso, y honran con devoción a su amabilísimo Corazón. En fin, tenemos motivos infinitos, en calidad y cantidad, de amar al Corazón real y maternal de nuestra gran Reina y buenísima Madre. Por lo cual no sabremos jamás rendirle honor, alabanzas y gloria suficientes.
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Gracias por compartir este post! realmente uno medita y siente esa paz que a veces olvidamos!
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