Para nadie es un secreto que Venezuela es un país pluricultural. Somos resultado de la mezcla de muchas culturas, gracias a la llegada de españoles, portugueses, italianos, chinos y sirios – libaneses.
Este artículo lo voy a dedicar a la comunidad libanesa, presente en todos los rincones de Venezuela. Tuve la oportunidad de vivir en varias regiones del país, y siempre pude observar la presencia de los llamados “árabes o turcos¨, lo cual obedece a que el documento con el cual salían de su país la gran mayoría de los libaneses que llegaron lo emitían las autoridades turcas debido a la ocupación del Imperio Turco Otomano.
Según los historiadores, hubo una primera oleada de libaneses que arribó en el siglo XIX, y la segunda, después de la Primera Guerra Mundial. Justamente de esa segunda oleada es que quiero hablarles.
Se dice que primero llegaron los hombres y que en su mayoría se asentaron cerca a los puertos del país: La Guaira, Puerto Cabello y Margarita, y luego a Punto Fijo, Cumaná y Maracaibo. Posteriormente se fueron diseminando por el resto del país.
El objetivo era claro, trabajar para mejorar las condiciones de vida de sus familias en el Líbano. En principio, el propósito era trabajar unos años para luego regresar a su país con algunos ingresos, pero cuando vieron la receptividad de los venezolanos para con ellos y las grandes posibilidades que le ofrecía el país para sus hijos, decidieron traerse a sus familias.
Se dice que ellos alentaron el comercio en Venezuela. Con su inusual forma de mercadeo ofreciendo sus productos casa por casa, lo cual les hizo merecedores del título de ¨marchantes¨. Luego abrieron sus tiendas de muebles, mercería, telas, etc.
Muchos años han pasado de eso y los libaneses se integraron perfectamente a la forma de vida del venezolano, sin perder su propia cultura. Toda ciudad de Venezuela tiene su asentamiento árabe, como los llamamos, sin caer en muchos detalles ni explicaciones y ellos sin sacarnos de dudas tampoco. Claro que también habían árabes, sirios y turcos, pero para nosotros todos eran árabes o turcos.
En esa misma medida hizo su aparición la deliciosa gastronomía libanesa, preparada con mucho amor y paciencia por las mujeres de familia. Aprendimos a pronunciar sus nombres, y a disfrutarlas como cualquier otro plato europeo típico de nuestros españoles, italianos y portugueses.
Yo en particular aprendí a disfrutar de sus platos, algunos los elaboro cada vez que me antojo de su comida. Mis preferidos: kibbes, taboule, falafel, hummus, babaganush, kafta y por supuesto, el más conocido de todos, los shawarmas.
Cada vez que preparo alguno siento la conexión inmediata con mi país y su riqueza cultural. Amo eso de Venezuela, la forma tan perfecta y armónica como se integran todas las culturas. En todas las escuelas y colegios era común algún apellido más difícil de pronunciar que los nuestros, pero solo eso, era uno más entre nuestra diversidad.
Hoy fue uno de esos días que me decidí a preparar algunos platos libaneses, ninguno es rápido de elaborar, pero en eso radica la magia de su comida, con ingredientes muy básicos y fáciles de conseguir, pero con un proceso laborioso, cuidadoso y lleno de amor se recrea un plato libanes, rico en sabores y especias, refrescantes y livianos.
Quería hacerles llegar a todos mi impresión acerca de la influencia libanesa en nuestra cultura, especialmente en la parte gastronómica. Pero también debemos darle todo el honor que merecen por ser precursores en nuestro sistema comercial.
También les quiero compartir algunas fotos de mis preparaciones libanesas. Otro día les explico cómo preparar algunas.
Todas las fotos son de mi propiedad y fueron tomadas por mi persona.