Cuando era pequeño, el señor tiempo guardaba los días en cajitas de cerillos. Desde entonces era muy ordenado, siempre los volvía a guardar después de usarlos, para que ninguno se perdiera o quedara olvidado en algún rincón.
Conforme fueron creciendo, el tiempo tuvo que hacer cajones para cada día, y pronto se dio cuenta que necesitaba una casa más grande. Entonces pensó que mejor haría una habitación para cada día.
Eso fue hace mucho; ahora los días viven en un conjunto de edificios, y cuando el tiempo los llama van corriendo a la plaza central.
Para el tiempo todos los días son iguales, pero las personas empezaron a preferir algunos días. Les gustan cuando hay fiesta, se reúnen con la familia o salen a pasear... El problema llegó cuando alguien inventó el 'Día más triste del año'. Primero fue como una broma, pero luego la gente realmente se ponía triste cuando empezaban a ver en las noticias que ese día había llegado.
Entonces a ese día se le quitaron las ganas de participar. Cada vez era más difícil hacerlo salir de su casa; hasta que llegó el momento en que dijo: 'Disculpe señor tiempo, pero no voy a ir'.
Como el tiempo era previsor avisaba a los días con mucha anticipación, entonces al ver la situación preparó una reunión con el año y los meses y les platicó lo que estaba sucediendo. Acordaron que iban a tratar de convencerlo, cada uno a su manera.
El mes de enero mandó a la segunda quincena, quien le rogó al día renuente que participara, porque si no él tampoco podría llegar y mucha gente lo estaba esperando. 'Ya que pase yo renuncias', le dijo de cerca para que nadie más oyera. Pero no, el #Bluemonday no sacó ni la cara de las cobijas.
Y así, los meses mandaron a sus mejores días: el Día del Amor y la Amistad, el Día de las Madres, el Día del Maestro... Algunos lo amenazaron, otros fueron amables, febrero le ofreció cambiarle el turno con el día 29; incluso el Día del Trabajo le dijo al señor tiempo que el sindicato estaba considerando ir a huelga si no mejoraban las condiciones.
Entonces el tiempo fue personalmente a hablar con el tercer lunes de enero y le dijo que entendía que se sintiera molesto por lo que decían de él, pero que en realidad cada día es el más importante, en su momento; y para las personas también, aunque no se acordaran o no se dieran cuenta.
El triste lunes le dijo que él también entendía eso, pero que no le gustaba que hubiera días más coloridos, más festivos o más importantes, y a él nadie lo quería.
Entonces el tiempo propuso que cada año haría un sorteo para asignar el orden de los días, y todos pudieran ser Navidad o Día de Reyes. Aunque parezca raro, a todos les pareció buena idea.
Y así, las personas se dieron cuenta que cualquier día podía ser alegre o triste, así que tenían que tratar de pasarla bien con el día que les tocaba.
Y fin.
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