Alma Mía

in spanish •  6 years ago  (edited)

Alma mía, las lluvias de este invierno
te llevaron lejos a un viaje
sin retorno.
Mi llanto está preso en mi pecho, y
hoy el cielo prefirió no llorar
para nunca más cantar.

Ambos lavaremos el dolor
que se ha apoderado de nosotros,
antes que crezca e hiramos a otros.

Quiero despertar de esta pesadilla real
que me hiere y me mata.
Es agonía verdadera y llanto amargo, cual infierno interior en mi alma desata.

¿Por qué te fuiste antes que mí?
Te faltó mucho por sonreír, por brillar.
Pero hoy tu luz se apagó y
tu sonrisa desapareció de tu rostro
para siempre callar.

¡Qué pena ha sido verte partir!
Mi corazón y mi piel lloran
el veneno del dolor que me
ha causado tu salida de este mundo febril.

¿Adónde va el joven amigo, alma mía, que a veces sonríe y a veces llora la alegría de existir?
¿Adónde va el alma joven de alas grandes y luz eterna que quiere llegar lejos y del mundo salir?

Hoy decidiste volar, y me dejaste
aquí consumiéndome en mi egoísmo
por querer tenerte y amarte,
para encontrar un motivo de existencia
en mi insignificante vida de descarte.

¿Cuánto tiempo debo esperar tu regreso?
Y mientras tanto... ¿qué? ¿Debo vivir con el veneno en mi garganta entre tanto anhelo tus besos?

En cada rincón de mi casa faltarás tú;
faltará tu ruido, tu voz; tu alegría y tu llanto.
Faltará, alma mía, tu canto.

Hoy te fuiste y mi casa ha quedado vacía
que yo solo no podré llenar.
Correrá el aire frío de tu ausencia. Y
esa sinfonía de alegría de la vida
que nunca se volverá a entonar.

Si de algo me sirven las palabras
ahora que te has ido,
es gritar lo que por mucho tiempo callé,
y que hoy me mutila lentamente,
porque tanto y tanto te amé,
que ahora cercenan mis entrañas los sentimientos que nunca te expresé.

Hoy te despedí, y hoy mismo empiezo a morir, hasta el día que mi
corazón deje de latir.

La mitad de mi alma te la llevaste tú.
Esa será mi cruz, sin risas y carcajadas,
y sin motivo de existencia donde
solo habrá oscuridad que antes
contigo hubo luz y resiliencia.

Tu adiós casi obligado, me condena
a la soledad y a una agonía lenta.
Me enfrentaré a fantasmas y
a los recuerdos de días y noches
vividas contigo, para nunca más sentir mi alma contenta.

Las campanas de mi templo interior
han dado el último ding dang
para despedirte. Y sólo volverán a sonar cuando vea venirte.

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