ni razones de la mano de la cordura.
Y no todo puede ser fuerza,
ni escaladas hacia lo que llamas grandeza.
Porque el alma rota apura
a abrazar esa lluvia espesa
que cae suave por sobre tu cabeza
y la llena de sentimientos rancios.
Y que en la magia de la esperanza,
en un fugaz segundo mutan,
a la belleza de la certeza
de que lo que tienes es lo deseado.