El viejo se quedó observando largamente sus manos, cuando una gota de agua calló en ellas, parecía que iba a a empezar a llover, tal vez ya se a hora de volver a la iglesia, se dijo a si mismo mientras bostezaba..
Al llegar el invierno, no había ningún alumno en los jardines, la escarcha de hielo cubría los pequeños arbustos, pero el frío que sentía Rafael en su interior era mas grande que el de la desolada escena, de pronto una chica se aproximó a él y le ofreció un pañuelo de papel para que se secara las lágrimas, él no se había dado cuenta de que estaba llorando, varios meses después no se recuperaba, la tristeza lo agobiaba tanto que estaba pensando abandonar la preparatoria, -Hola soy Verónica- le dijo la chica a Rafael, -Me acompañas a la cafetería, si te quedas aquí te puedes enfermar- agregó, él acepto la invitación y se fueron juntos a tomar un café. Pasaron platicando varios horas, mas bien era ella la que no paraba de hablar, las fiestas de Navidad estaban cerca y ella era la encargada de planear algunos de los eventos de la congregación cristiana a la que pertenecía, él sólo se quedaba escuchando la mayor parte del tiempo, mientras observaba sus hermosos ojos verdes y su piel tan blanca, quien iba a pensar que la ayuda para salir de su depresión iba a llegar como caída del cielo.
La Navidad llegó en un abrir y cerrar de ojos, él ya se había acoplado con los amigos y amigas de Verónica y hasta había sido seleccionado para cantar en el coro, al parecer el canto se le daba en forma natural, pero no así la facilidad para tocar un instrumento, primero trató con la guitarra, luego la mandolina y al final con la flauta transversa, pero no daba una, al final decidió solo cantar.
Verónica ya le había presentado a su novio, quien era uno de los líderes juveniles del grupo, con eso el perdió toda esperanza con esa bella chica, pero bueno pensó él, al menos me sacó del congelador en el que estaba, sin embargo un mes mas tarde pasó algo que lo dejó algo confundido.
Era finales de enero, el frío del invierno calaba mas de lo habitual, las prácticas del coro se habían extendido mucho mas de lo esperado, las once de la noche dieron cuando Verónica se acercó a Rafael para pedirle que la acompañara a su casa, pues tenía que pasar por la parte alta de un cerro donde no había casas y temía andar por ahí sola a esas horas de la noche, él acepto y se despidió de los demás sin mucho apuro, pero por otro lado ella parecía algo impaciente. Al salir del salón de cantó el frió hizo que Rafael se encogiera de hombros, traía un grueso abrigo, pero no traía guantes, al verlo ella le ofreció uno de sus guantes blancos de algodón, que no eran precisamente para ese frío pero al menos alcanzaban a cubrir algo, el se lo puso en la mano izquierda y ella lo tomó de la mano derecha para darse calor entre si. Dos cuadras mas adelante empezaron a subir el cerro, la iluminación era cada vez mas escasa hasta que ya no se pudo ver nada, entonces ella lo abrazó de improviso y comenzó a besarlo en la boca, el la abrazó igualmente y empezó a tocarla suavemente por todas partes por debajo de la ropa, ella se estremeció al mismo tiempo que respondió de la misma forma, así pasaron como media hora hasta que ella le pidió que continuaran caminando. Al llegar a la esquina de la cuadra donde ella vivía, le pidió que la esperara ahí un poco, ella se adelantó a su casa. Quince minutos mas tarde, cuando él estaba a punto de irse, ella llegó y lo invitó a pasar, le explicó que sus padres no estaban porque habían ido a una boda y que llegarían mas tarde, como a las dos de la mañana como era su costumbre cuando iban a estos eventos, ya en la casa ella lo guío a su habitación que era en el segundo piso, lo arrojó en la cama y se quitó la ropa delante de él, el hizo lo mismo, la piel de la chica estaba toda erizada por el frió, se puso sobre él y empezaron a tener sexo casi inmediatamente, él se paró y la puso contra la pared para penetrarla por la parte de atrás, ella se dobló sobre sus rodillas y se dio la vuelta, pero sin desconectarse, para luego incorporarse en una danza que duró por casi una hora completa.
Como pudo Rafael llegó a tomar el último camión que pasaba como a la una de la mañana, al llegar a su casa encontró que sobre la mesa su madre le había dejado una pieza de pan dulce y un recado que decía, -Tu tío Alfredo a muerto, tu padre y yo fuimos a acompañar a tu tía, toma café y vete a dormir, mañana platicamos-.
A la mañana siguiente su madre vio el guante blanco que Rafael había dejado en la sala. Y este guante?…
Capítulos anteriores:
Capitulo 1
Capitulo 2
Ilustración e historia
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