Le dedican cada latido,
volviendo al arte su vida,
mas no mueren con él
y él los inmortaliza.

Nacen en cunas de cartón,
viven en casas de papel,
se arropan de incertidumbres
conviviendo con las sombras.

Asfixiados por el peso
alivianan la carga, esculpen,
escriben, musicalizan,
dramatizan cual inexpertos.

Llenan vacíos sin saciarse,
insatisfechos; inadecuados
cuando el entorno exige normalidad,
ellos destacan por sus rarezas.

Seres de carne y hueso
mezclan con tinta su sangre,
pintan los lienzos a pulso
desdibujando el silencio.

Edifican ideologías,
resurgen de los cimientos,
sin aire, sin nada, inertes
fluyendo entre sus creaciones;
materializando el sentir
indescriptible, después
de sumergirse en sus fauces
para robarle el aliento.