Relatos de una psicólogo penitenciario - Mi sombra hecha persona.

Era un día martes a las once de la mañana aproximadamente, me encontraba junto a un gran portón negro con agujeros en la puerta, esperando ser atendida, toque fuertemente varias veces y de repente unos ojos se asomaron, luego de escuchar una voz de hombre, preguntando mi identidad, abrieron la puerta, me tomaron los datos, revisaron y tuve que despojarme de mis zarcillos, pulseras, trenzas, abrí mi boca, observaron mis orejas y cabello, luego de dejar mi identificación, pude entrar a la oficina de administración donde me presentaron a las trabajadoras sociales presentes, a la Psicóloga que se encargaría de facilitarme cualquier información, me tomó la sorpresa que la Psicólogo me la habían presentado anteriormente, “Isis”, me recibió con mucha empatía, le explique lo que consistía una investigaron convivida, enseguida habló con las trabajadoras sociales y me informó que trabajaría con Jhoan, quien tenía mayor tiempo recluido allí en el centro.

Mientras lo sacaban de su celda a la oficina, Isis me pregunto si antes había estado en contacto con algún adolescente recluido, lo cual le respondí que no; allí inmediatamente me dijo, que no me asustara, que mantuviera una postura tranquila, que no mostrara inseguridad; a lo que mi cuerpo empezó responder contrariamente a las indicaciones, con miedo, morbo y curiosidad me encontraba en un gran salón, frio, cargado de angustias y miseria; en ese preciso momento la jefa del Centro, me entrego el expediente del adolescente; eran tres carpetas marrones juntas, con muchas hojas sobresalientes.

Cuando traen a la oficina de la sala técnica a Johan, para nuestro primer encuentro; llevaba una gorra, una camiseta azul, unas bermudas y unas sandalias, con muchas cicatrices en la cara y en los brazos con varios tatuajes característicos en los brazos, me llamó mucho la atención uno que tiene en el hombro de un cigarro de marihuana, otro en la mano izquierda que dice: ¿qué es calle? Se sentó frente a mí, del otro lado del escritorio, me observaba como si fuera un rico plato a comer, con una mirada desafiante y actitud agresiva; la psicólogo (Isis) se encargó de presentarnos, de explicarle de mi investigación, de mi interés en el que me contara su vida; sentí que actuaría agresivamente, para mi sorpresa, se presentó amablemente, de nuevo le explique, enseguida me participo que no se sentiría cómodo si lo grababa pero si podía “colabórame” en todo lo necesario, también me participó que no sabía escribir con mucha fluidez por lo cual él me narraría y yo escribiría. Luego de esto asistía todos los martes.

El Martes 26 de Noviembre del 2013 a las 9:40 AM, llegue al centro de internamiento, me dirige a la dirección y me informaron que mi encuentro seria en el Anexo al lado de su celda, en el salón donde reciben clases; en el anexo, se encuentra un custodio en la puerta, me toma los datos me manda a quitarme zarcillos, pulseras, me revisa y me manda a amarrar el cabello nuevamente, pensé que esto se convertiría en rutina en cada visita, le dice a otro custodio a que me haga pasar, subo las escaleras y el guía empieza abrir la primera reja que da un largo pasillo que a la derecha, tarda unos cuantos segundos y abre, pasamos y el vuelve a tardarse cerrando con candado la reja de nuevo, y en ese momento siento miradas y subo mi cabeza y veo 3 adolescentes tras las rejas viéndome detenidamente, no me dicen nada, les digo: ¡Buenos Días! Y ellos asombrados me responden cada uno por separado de igual manera: ¡Hola!... luego que pasamos 2 rejas más entramos al desplace de Johan, lo sacan me saluda, y entramos al salón, donde hay un escritorio y dos sillas, de los cuales dispusimos. En ese momento él tenía un celular del cual mandaba mensajes y recibía llamadas, me dijo que no le dijera a nadie porque después no colaboraría conmigo; en ese mismo momento le respondí que no había ningún problema; hablaba por teléfono, explicaba cada vez que lo llamaban buscando a otro adolescente explicaba que ese celular un “convive” le había hecho el “ coro” y que el lo iba a tener hasta las 12 del mediodía para comunicarse con sus familiares, y a la vez le escribía mensajes de texto a una adolescente de 14 años con quien hablaba con regularidad, a cada momento tenía cambios inesperados de ánimo cuando ella le escribía o le dejaba de escribir, me comentó que la había maldecido por no contestarle y ella se molestó con él.

Después de contarme gran parte de su vida (la cual colocare textualmente en el siguiente post), Llama al guía para preguntar si ya puede bajar a deporte. El guía le dice que sí, se levanta guarda el teléfono, y me dice: “nos vemos el martes miamol”.

Cuando voy saliendo del salón tengo que pasar al lado de la celda de él, noto que él está solo, que la celda es bastante grande, que en las otras celdas hay hasta 6 adolescentes juntos, eso me llama la atención. Cuando bajo, voy directamente a la oficina de equipo técnico y le pregunto a la Psicólogo Isis Arcila que porqué Johan convivía solo, ella me comentó que era por orden de la juez que él tenía que estar solo, ya que tenía un trastorno psicótico inducido por sustancias y que si el convivía con otro joven podía atentar contra la vida del compañero de celda.

El día siguiente tampoco pude ir y lo deje para la próxima semana. El Día martes (10/12/2013) voy bien temprano para realizar el tercer encuentro, me reciben, ya no me revisan como antes y espero en la sala técnica que lo traigan; Llega saludando a todo el equipo técnico, habían varias secretarias, empieza a verlas de arriba abajo y comenta: Wuao.. Wuao..Wuaoo!! Eso sí está lindo vale!

Me comenta que la semana pasada no había ido a visitarlo y le expliqué lo que había pasado y allí me preguntó que donde habíamos quedado y lo ubique, me pregunta que decía lo que había escrito se lo leo y me dice que eso lo borre que es muy feo, le pregunto qué le gustaría que me dijera, me comentó de su familia y de nuevo tienen que meterlo a su celda porque tiene deporte y lo vinieron a buscar. Me despido y le digo que la próxima semana volvemos hablar.