Venezuela posee una historia marcada por elementos políticos y económicos cíclicos. El contexto actual, marcado por una crisis de liderazgo político y quiebre económico con una racha extensa de bajos precios petroleros, hace rememorar diferentes escenarios. Ya habían ocurrido, con su contexto, con sus diferentes actores políticos y agentes económicos del momento.

El sistema político venezolano para el año 1958 se transformaba. Los años de la dictadura habían cesado y era necesario generar una nueva propuesto de la transición democrática que se tenía como premisa. El actor político principal era Acción Democrática. Impulsó diferentes cartas sobre la mesa para llegar a una gama de decisiones para establecer el modelo político venezolano. La apertura a la "alternabilidad" en la gobernanza, la premisa del progreso y de la modernización absoluta del país formaban parte de este plan. El Pacto de Punto Fijo fue un momento clave, donde las partes políticas marcaron las pautas nacionales a futuro.

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Los actores clave del "Pacto de Punto Fijo" (Rafael Caldera, Rómulo Betancourt y Jovito Villalba)

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1958 - Lo que sucedió con la premisa del "futuro"

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Se buscaba alcanzar el nivel de industrialización en base a los modelos de Europa Occidental y Estados Unidos, países que desarrollaron un proceso histórico desde hace siglos para llegar a ese nivel económico y de producción. La propuesta era alcanzarlo desarrollando las etapas de forma acelerada. Adquirir la tecnología, conocerla y aprender a usarla para pasar a un proceso de innovación. El pacto con los agentes económicos debía ofrecer apertura, condiciones. La sustitución de importaciones buscaba garantizar el proceso de producción interno y generar la prioridad de la demanda hacia estos productos. La intención era colocar en la palestra a Venezuela como potencia económica y el rentismo sería la fuente principal de ingreso para sostener la ambición política para llevar a cabo el plan de modernización nacional.

El plan económico, el rentismo liderado por los actores políticos mencionados, generaron un proceso de reconocimiento que hoy día es más explícito pero que posee unos antecedentes marcados. Este proceso de reconocimiento en relación al Estado comienza a consolidarse como una conducta usual en la alternabilidad de los actores políticos de Venezuela, formalizando un bipartidismo (AD y Copei) bajo un sistema de identidad Actor-Estado. El ciudadano podía reconocer el funcionamiento de las reglas estatales a través de un flujo político personalista y clientelar. Una visión totalmente utilitarista y populista, de reconocimiento y de búsqueda directa a la figura política para el cumplimiento de las funciones que el Estado debe tener. El sistema político venezolano era totalmente ajeno en su conducta frente a los procesos que buscaba modelar.

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El expresidente Betancourt (1959-1964) junto a Kennedy, expresidente estadounidense

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En el marco de la producción se conjugaron los agentes económicos, la adquisición de la tecnología para producir y el no-desarrollo de las etapas naturales del proceso industrial, socavando la premisa de la modernización nacional frente al reto económico y creando un ecosistema de industrialización híbrido. El cumplimiento de los procesos no se integraron y quedaron en el principio, causando una conducta común en el ámbito empresarial, dependiente una vez más de la mera producción y distribución que acercará a los agentes económicos a mantener este proceso cíclico por los años posteriores.

El sistema político venezolano establecido bajo la premisa del progreso pero con una mantenida conducta clientelar, conjugó su destino contradictorio frente a políticas económicas no supervisadas y que, como se mencionó, no cumplían con su cometido. Los precios del petróleo decidían el flujo de popularidad de la figura política que en su momento perteneciera a la palestra. La baja de los precios, por la dependencia del rentismo, decrecen los ingresos y así el mismo fluido de la relación clientelar de la trifecta actor político- Estado-ciudadano. Por supuesto, llegada la crisis de las políticas económicas mal implementadas, de los bajos precios del petróleo, los actores políticos ante la falta de la renovación de la camada de sus figuras de mayor influencia, observó una conducta natural de aprovechar las caras reconocidas como parte de los años donde la renta petrolera rindió frutos a este proceso político populista.

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Expresidentes Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez. Año 1974.

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La crisis de liderazgo y las políticas de ajuste frente al endeudamiento cercano a la última etapa de la década de los 80, generó un quiebre en el bipartidismo y en los actores políticos que desde 1958 establecieron la dinámica usual en la política nacional. Llegó una nueva etapa política alimentada de viejos procesos y políticas económicas repetitivas, basadas en el rentismo petrolero y con un proceso de modernización estancado en el desarrollo de sus etapas de industrialización. El juicio hacia este proceso, es negativo, más si comparamos otros procesos de modernización acelerada en países devastados por la guerra, que lograron llevar a cabo una realización de la premisa que en Venezuela el sistema político mantuvo desde 1958, estableciendo un impacto en la conducta de los actores políticos posteriores y dejando el saldo de un Estado dependiente de la renta petrolera y de la conducta clientelar utilitaria, elemento que después desarrollaremos con mayor detalle en su respectivo análisis contextualizado y basado en el período actual.

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• Análisis hecho en primera instancia para discutir en la materia Historia Social de Venezuela de la carrera de Sociología en La Universidad del Zulia