Capítulo 2 - El Señor Normand
– Me llamo Normand – dijo el hombre – y voy ayudarte; toma has de tener sed – le dió un recipiente con agua.
– Sed y hambre – exclamó para si Koi
– Gracias señor, mi nombre es Vincent
– Podrás refugiarte en mi casa, ven, aquí esta mi caballo – dijo el hombre.
Avanzaron entre los árboles que se levantaban ante ellos, cual si fueran murallas, llegaron a un punto donde doblaron y entraron a un camino donde se divisaba a lo lejos entre los árboles una casita de madera sin pintar. Bajaron del caballo y el señor lo enlazó en la parte posterior de la casa.
Entraron, el señor Normand encendió una vela pues ya comenzaba a oscurecer, este le guió hasta un cuarto, expresándole que ahí podría quedarse, Vincent le dio las gracias, se sentía cansado luego de la larga cabalgata, miró a través de la ventana, se veía la luna y recordó a la niña de los ojos tristes, Koi – ¿recuerdas lo que me dio ella? –
– ¡Si claro!, como no recordarlo, aquel momento… – no pasaron muchos segundos y volvió a hablar – bueno no, no recuerdo nada ¿De qué hablas?
– ¡Tu siempre tan despistado Koi, ya imaginaba no lo recordarías! – lo reprendió Vincent; mira lo tengo aquí, es un medallón, no entiendo por qué me lo dió… Y tiene una cerradura pero no puedo abrirlo.
–Si puedes – dijo Koi, solo necesitas la llave.
Exacto, solo que no la tengo – dijo entristecido Vincent, Voy a colgarlo de mi cuello Koi , un día iré a rescatar a la niña de los ojos tristes de ese sitio, y ya mas nunca tendrá esa mirada – dijo Vincent decidido y con ese pensamiento se acostó en la cama arropándose con la frazada y así se quedó dormido…
Al día siguiente sintió los rayos del sol en su rostro y observó el cuarto, había una silla y mesa también de madera, la ventana estaba descubierta por lo cual entrada la reluciente luz del sol, se levantó y vio al señor Normand en la cocina que a la vez servía de comedor.
– Buen día señor – le dijo
– Buen día muchacho – siéntate que ya está lista la avena.
– Si señor – le dijo Vincent, pero antes hay algo que desearía mostrarle.
Vincent sacó de su bolsillo una carta que le había dado la mujer de la túnica y se la enseñó al señor Normand
– Señor no se leer mucho, si usted pudiera decirme que dice, por favor –
Vamos a ver, aquí dice que tú has sido elegido para transmitir un mensaje a la humanidad; para el cual debes prepararte y seguir ciertos pasos y así lograr obtener la llave que te abrirá todas las puertas; poco a poco irás recibiendo las instrucciones, dice que tengas fe, pues todo te irá llevando por el camino para que lleves a cabo la misión que tienes en esta vida.
Guarda esta carta un día tu mismo la leerás, de eso yo me aseguraré. Dicho esto el señor Normand guardó un silencio largo y profundo, como si hubiera enmudecido para siempre.
Al rato mientras Vincent saboreaba la avena el señor Normand le dijo:
Se que eres un joven valiente y muy inteligente, yo te enseñaré muchas cosas que jamás olvidarás.
Señor Normand – le preguntó una vez Vincent – ¿Por qué esos hombres tienen a los niños encerrados?
–Muchacho un día lo sabrás no me corresponde a mi decírtelo –
Continuará...
Texto de mi Autoría
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