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Dulces seres sigilosos de agradable compañía,
con ojos de esmeralda y pelaje de fiera,
caminar con gracia pueden y cazar con elegancia.
Su sola presencia adorna hasta el peor de los escenarios…
De belleza sublime están bendecidos…
Una arrogancia seductora nos engatusa a los humanos…
Irresistibles sus encantos son,
creados por Dios fueron tigres miniatura,
para deleitar al hombre con su presencia.
¡Oh, reino gatuno! ¿Cuándo osaste formarte en la tierra?
Su desobediencia responde a su estatus de altezas,
majestades, y seres nobles.
¡Cuánta fortuna haya el hombre capaz de apreciarlos!
Pocas cosas deleitan más el tacto
que el contacto con su pelaje.
Los ronroneos son panacea de la tristeza,
para ser queridos y adorados,
está su existencia justificada,
¡Dios quiera que viva el hombre,
hasta el fin de los tiempos con los gatos!