Inicio con este post una serie de tres entregas de un extenso trabajo que he realizado sobre la corrección literaria de guiones cinematográficos.
INTRODUCCIÓN
La cinematografía puede definirse como el arte de narrar historias a través de imágenes. Pero una película no se compone directamente en el celuloide, sino que hay una serie de pasos previos, entre los que se destaca la elaboración de un texto escrito en el que se desarrolla la historia que se filmará; es lo que se conoce como guion cinematográfico.
Existe cierta controversia sobre si el guion es, como el propio término con el que se lo designa sugeriría, una simple guía de la que se vale el realizador de la película o si, por el contrario, ha de considerárselo ante todo como una pieza literaria que puede y debe valorarse independientemente del filme.
La primera parte de este trabajo se centrará en destacar al guion como un texto con características, normativas y convenciones propias que, en definitiva, lo definen como un género literario. Es decir que se lo reconoce como una obra integral, más allá de que su fin sea la realización de una película.
Esta valoración del aspecto literario del guion, que se ve reflejada en numerosas publicaciones, en la proliferación de manuales y guías sobre su escritura, en diversas convocatorias de concursos literarios para este tipo de textos, determina la necesidad de que los guiones cinematográficos no sean descuidados en su escritura, que sean textos de calidad, para lo cual, su revisión por parte de un corrector literario profesional resulta significativa.
En función de ello, en la segunda parte, desarrollaremos los principios y formalismos que rigen la escritura de guiones cinematográficos y, finalmente, en la última parte, definiremos ciertas pautas para su corrección que puedan ser de utilidad para el corrector literario que deba enfrentarse en su labor con este tipo de textos.
EL GUION CINEMATOGRÁFICO
CÓMO CONSIDERAR AL GUION CINEMATOGRÁFICO
Para rastrear los orígenes del guion cinematográfico debemos remontarnos casi a los orígenes del propio cine. Es que unos años después de las primeras experiencias fílmicas realizadas a fines del siglo XIX, como El caballo en movimiento de Eadweard Muybridge y La llegada del tren de los hermanos Lumière, se daría lugar a películas con estructuras narrativas complejas que necesariamente debieron ser guionadas. Así, ya en el año 1901, en los albores de lo que se daría en llamar el séptimo arte, Ferdinand Zecca realizaba Historia de un crimen, de la cual dice Román Gubern: “Como pieza cinematográfica era notable por estar articulada sobre algo que ya se parece a lo que hoy llamamos «guion»; guion embrionario, si se quiere, pero que vale como estructura de una sucesión vertebrada de escenas” (1988: Vol. I, 73). Apenas un año más tarde tenía lugar la famosa Viaje a la Luna, dirigida por Georges Méliès, quien escribiera junto con su hermano el guion basado en las novelas De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, y Los primeros hombres en la Luna, de H.G. Wells. Y, en 1903, Edwin S. Porter estrenaba Asalto y robo de un tren, película con la que se consolidaba una técnica narrativa en el cine de ficción.
Los avances técnicos y tecnológicos del cine fueron definiendo también la evolución del guion. Tal vez el avance más significativo en la historia de la cinematografía haya sido el advenimiento del cine sonoro, en la década de 1930. De inmediato la industria dejó de lado el cine mudo para abocarse a la producción de películas con audio y el guion debió adaptarse a las nuevas exigencias, lo que implicó, ante todo, la introducción de líneas de diálogo. Como señala Gubern: “Al incorporar la palabra, el cine se veía capaz de abordar conflictos y personajes mucho más sutiles y complejos que lo que le permitía la sola imagen…” (Vol. II, 19). De manera que el nuevo formato demandó guionistas con una mayor capacidad literaria, que pudieran nutrir las escenas con diálogos que el público siguiera con interés, lo que llevó a que los estudios contrataran para su elaboración principalmente a autores de teatro y novelistas.
Se advierte entonces que el guion es un constituyente fundamental e ineludible de prácticamente toda producción cinematográfica, sobre todo si se trata de cine de ficción. Resulta inverosímil imaginar a un director realizando una película sin apoyarse en un guion previo. Es que sin guion no hay película o, como dice José María Paz Gago, el guion es “el primer desarrollo textual de la historia que se va a filmar”.[1] Este reconocimiento ha llevado a algunos autores, como Robert Mckee, a sostener que es en realidad el guionista y no el director el verdadero artífice de la película: “Puedes tener directores y actores fantásticos, pero la dirección y la actuación son formas de arte interpretativa. La forma de arte original es la escritura, es el hecho en sí de escribir, y esa es realmente la base de lo que va a venir después”.[2]
Pero lo cierto es que no ha sido esta visión la que históricamente ha prevalecido entre los críticos y estudiosos del cine. Por el contrario, la tendencia general ha sido la de ver al director como al único autor de la película y al guionista apenas como a un colaborador de aquel. Esta perspectiva ha hecho que se tendiera a sobredimensionar los méritos del director a la vez que se desdeñaran los del guionista (tendencia que se hace tangible cuando no recaen guion y dirección en la misma persona).
Como dice Juan Domingo Vera Méndez: “Desde el nacimiento del cine, el guion cinematográfico no ha recibido la misma precisión como otros aspectos que encierra el cine”.[3] Y es que al señalarlo de esta manera, al guion se lo relega a la función de mero instrumento o herramienta de trabajo de la que el director se vale para obtener el producto final que es la película. Quienes defienden esta mirada subrayan como argumento el carácter transitorio o provisional del guion, es decir, el hecho de que se trata de un escrito destinado a convertirse en imagen y sonido (o solo en imagen para el caso del cine mudo). A la vez que al guion se lo degrada y se le niega valor literario, la labor del guionista es minimizada.
Entendemos que ambas posturas, la de McKee que defiende al guionista como el verdadero autor del filme y esta otra que lo atribuye al director, son equivocadas. La primera porque desconoce la labor creativa del director y la segunda porque hace lo propio con el guionista. En definitiva, esta oscilación que va de concebir al guion como un mero instrumento a equipararlo a la propia película posiblemente esté motivada por el intento de atribuir la creación artística a un único sujeto. Sin embargo, una película es en realidad el producto de una simbiosis de varios elementos entre los que se destacan, por su papel fundamental en la creación, el guion y la dirección.
Aun cuando se acepte con McKee que la labor del director es en una buena medida interpretativa, no puede desconocerse la cuota creativa necesaria en toda transposición que se hace a imágenes y sonidos del texto de un guion que, por muy preciso que pueda ser, no deja de pertenecer al ámbito de la escritura. Tal como lo advierte el propio McKee:
Las palabras remiten, representan o reenvían a las cosas, y lo único que está allí son ellas mismas, aunque por su uso puedan conformar cierto sistema específico, metafórico o simbólico; las imágenes y los sonidos, en cambio, son las cosas, esas cosas, aunque esas cosas representen a otras, o aunque por el tipo de vínculo que mantienen entre sí puedan adquirir un estatuto específico, si se quiere metafórico, simbólico (2001: 34).
Tampoco se trata de negarle al guion su carácter transitorio, en la medida que ello signifique observar que se trata de un texto escrito que se elabora con la finalidad de ser llevado al formato audiovisual.[4] Al contrario, se trata de advertir que es precisamente ese propósito el que le confiere al guion su especificidad e interés como escrito. Es por eso que Paz Gago a la vez que le reconoce esa finalidad lo define como pieza literaria: “Género híbrido a medio camino entre lo verbal y lo visual, entre lo puramente novelístico y lo específicamente cinematográfico, se trata de una pieza literaria que se redacta con la finalidad práctica de realizar la película”.[5]
En efecto, el guion debe ser reconocido, además de como base narrativa para la elaboración de un largometraje, como una obra artística en sí misma, un producto acabado al que dio lugar la labor inventiva del escritor. Como ya advirtiéramos, esto no implica que deba entendérselo como la propia película, ignorando así la labor efectivamente creativa del director cuando, basado en un guion, la realiza, pero tampoco se lo debe entender como subsidiario a ella; lo justo es destacarlo como una obra literaria autónoma, con sus propias reglas de escritura. Para muchos autores, esto significa concebirlo como un género literario, del mismo modo que la crítica mayoritariamente ha aceptado ese rango para los textos teatrales. Así dice Vera Méndez:
De la misma manera que el fenómeno teatral, el fenómeno cinematográfico comprende desde el guión como texto, que virtualiza la puesta en escena, diálogos, planos, personajes, etc., hasta la filmación y procesos posteriores como el montaje. Y por el hecho de que el guión cinematográfico sea un proceso más de ese complejo sistema semiótico que es el cine, no es óbice para que no se le pueda contemplar como género literario.[6]
EL GUION CINEMATOGRÁFICO COMO GÉNERO LITERARIO
Lo dicho en el apartado anterior nos abre a la discusión de si es o no lícito considerar al guion como un nuevo género literario. Discusión que en los últimos tiempos se viene zanjando, si es que no lo ha hecho ya, a favor de quienes así lo definen. Y ello no tanto en virtud de precisiones argumentativas, sino por el creciente reconocimiento que ha ido teniendo el guion en el propio ámbito literario.
En este punto, es pertinente recordar el movimiento literario denominado Nouveau Roman, también conocido como Objetivismo, que tuviera como fundador y primer teórico a Robbe-Grillet. Este movimiento, aunque ciertamente sin salir de la novelística, pregona una narrativa profundamente influenciada por el cine; construye un punto de vista focalizado en la descripción visual, evitando toda enunciación que se refiera al mundo interior de los personajes, como la transcripción de sus pensamientos y sensaciones. Así lo sintetiza Sábato en una crítica que hizo al propio Robbe-Grillet:
El principio fundamental de que parte este narrador es que existen dos maneras de escribir una novela: En la de antes (cuando él dice "antes" quiere decir, modestamente, antes de RG) el autor desciende o pretende descender al alma de sus personajes mediante el tradicional método del análisis psicológico, analizando la conciencia como un químico hace con una materia cualquiera; ésta es la que podríamos denominar una "literatura psicologista y pretendidamente profunda".
La otra, la novedosa, consciente de que esa pretensión es falsa, que es imposible descender al alma de los personajes mediante el análisis, que es ridículo hablar de una conciencia que nadie ha visto ni verificado, procede exactamente al revés, limitándose a dar una visión externa de los personajes, como pudiera hacerlo una cámara cinematográfica, registrando la superficie de los rostros y seres que nos rodean, describiendo sus gestos, sus voces, sus silencios, sus distancias. Aquí, el escritor, como un espectador más, no abre juicio sobre lo que pueda pasar en el interior de esos personajes, no averigua ni intenta averiguar nada más allá de esa descripción de la conducta. (1964: 112-113)
Ejemplos de esta narrativa se hallan en la obra del mendocino Antonio Di Benedetto, quien, aunque no formuló teorías literarias, merece ser reconocido dado el estilo de su producción, junto con Robbe-Grillet, como creador de esta expresión de la novelística. La influencia del cine en su literatura queda abiertamente expresada en el prólogo de Declinación y Ángel: “Está narrado exclusivamente con imágenes visuales —no literarias— y sonidos. Fue concebido de modo que cada acción pueda ser fotografiada o en todo caso termine de explicarse con el diálogo, el ruido de los objetos o, simplemente, la música”. (2006: 17) Pero ya antes, en cuentos como “El abandono y la pasividad” y “El caballo en el salitral”, se descubre este estilo en el que las palabras remiten a imágenes cual si fueran captadas por una cámara cinematográfica.
De manera que este movimiento, que parte de la propia literatura, incorpora para sí los principios básicos que rigen la escritura del guion cinematográfico. Además, se puede constatar que no han sido pocos los escritores consagrados que han abordado la escritura de guiones cinematográficos, entre los cuales cabe mencionar a Manuel Puig, Stephen King, William Faulkner y García Márquez. ¿Acaso debería entenderse que estos autores dejaban de lado sus virtudes literarias cuando se abocaban a la elaboración de un guion?
Pero en la actualidad no hay necesidad de recurrir a la novelística o a escritores consagrados para reconocer la esencia literaria de un guion, sino que ella se revela al advertirse la existencia de un creciente público que los demanda para su lectura, lo cual implica una cierta valoración en tanto que obra literaria acabada. La sola existencia de este público refuta la concepción del guion como texto provisional o en tránsito. “El guion literario tiene su propia consistencia e incluso puede tener un valor artístico independiente de su finalidad práctica, a la que hasta hora se sacrificaba, sin encontrar posteriormente otra posibilidad de salir a la luz pública”.[7]
Esta práctica está más extendida para los guiones de películas estadounidenses, los cuales, en su mayoría, se presentan en su idioma original, si bien van apareciendo cada vez más traducciones al español. Hay numerosas páginas en Internet que facilitan la descarga o la lectura en línea de guiones, sobre todo de películas hollywoodenses.
No obstante, el mercado editorial español ha venido mostrando un creciente interés por los guiones cinematográficos. Los lectores de guiones de películas españolas han proliferado al punto de convertirse su publicación en un negocio al que se han sumado varias editoriales de ese país, como Ocho y Medio, que cuenta con la Colección Espiral dedicada exclusivamente a la publicación de guiones cinematográficos; Plot Ediciones; Punto de Lectura, en su edición de bolsillo; Lagartos Editores; la catalana Tusquets Editores, que enseña entre sus publicaciones algunos guiones de películas cuyos autores se han caracterizado por la ocurrencia que irradian sus diálogos, como son los casos de Woody Allen y de Groucho Marx.
En Argentina, la iniciativa en la publicación de guiones la ha tomado la Universidad del Cine que junto con la Editorial Catálogos y bajo el lema “todo es literatura” ha publicado algunos títulos, como El custodio de Rodrigo Moreno y El abrazo partido de Daniel Burman.
Si bien lo habitual es que los guiones salgan a la luz después de la exhibición de la película, hay ocasiones en que son publicados antes de ser filmados e incluso con independencia de que se abra o no esa posibilidad. Tal es el caso de la compilación de guiones, publicada en conjunto por el Instituto Mexicano de Cinematografía y Ediciones de Buena Tinta, que impulsara Paula Markovitch justamente con la idea de valorar al guion como “una pieza literaria absolutamente independiente de su posterior o posteriores puestas en escena (es decir, independientemente de la, o las, posibles películas que se pudieran hacer basadas en el texto)”.[8]
Como dato adicional, cabe destacar que en la sección dedicada al cine de varias librerías se pueden encontrar, entre los libros dedicados a la historia y al estudio del arte audiovisual, algunos guiones cinematográficos; incluso, en algunos casos, han previsto los libreros una subsección específica para ellos.
También se debe mencionar la abundante producción y recuperación, que ha habido en los últimos años, de diversos textos, manuales, estudios y guías que brindan pautas y reglas para la escritura de guiones cinematográficos, entre los que cabe mencionar El manual del guionista de Syd Field, El guion de Robert Mckee, Técnicas del guion para cine y televisión de Eugene Vale, Aventuras de un guionista en Hollywood de William Goldman y El guion del siglo XXI de Daniel Tubau. A los que se pueden añadir los estudios que se inmiscuyen en las complejas relaciones que hay entre literatura y cine, como el libro Cine / Literatura. Ritos de pasaje de Sergio Wolf.
Otro dato de la realidad que está en sintonía con esta valoración del guion como género literario es la reciente creación por parte de la Real Academia Española de Letras (RAE) de un premio para el mejor guion cinematográfico en lengua española. Este premio se denomina Premio Borau-RAE en memoria del cineasta español José Luis Borau, quien fuera uno de los principales defensores del guion concebido como género literario.[9]
LA NECESIDAD DE CORRECCIÓN LITERARIA DE LOS GUIONES CINEMATOGRÁFICOS
Hay distintas situaciones que pueden dar lugar a la escritura de un guion cinematográfico. Tal vez la más habitual sea la del guionista al que algún director o productor le encarga la tarea, esto cuando no es el propio cineasta el que lo escribe.[10] Una segunda situación es la del escritor que elabora un guion con miras a presentarlo espontáneamente a un director o una productora para que se interesen en llevarlo a la pantalla. Y todavía podemos agregar un tercer caso, que es el del guion escrito para ser publicado, para darlo a conocer como una pieza literaria, sin que de momento esté destinado a ser llevado a la pantalla; en este último caso podríamos incluir a los guiones que se escriben con la finalidad de hacerlos participar en algún concurso de escritura de guiones.[11]
Pero aunque las situaciones puedan ser diversas y el destino del guion varíe en cada caso, la exigencia en cuanto a la calidad del texto no difiere porque el objetivo es siempre el mismo: que sea bien recibido por quien lo lea.
Ya sea que se lo quiera publicar o presentar a una productora, convendrá asegurarse de que no tenga errores de ningún tipo. Un guion que tenga faltas gramaticales, que no respete el orden que otorga un formato adecuado o que desnude incoherencias argumentales reduce drásticamente las posibilidades de resultar seductor para el lector. Además, el que esté bien escrito y correctamente presentado es una marca de profesionalidad que todo receptor estimará en buen grado, sobre todo aquellos que están acostumbrados a leer guiones, como es el caso de los productores y de los directores.
Por eso sería engañoso suponer que se puede ser más laxo o descuidado con un escrito en el caso que se destine a la lectura de un puñado de personas, como podría ser el director y eventualmente los actores o un productor. Más severa aun será la evaluación que hagan del material quienes mayor conocimiento tengan del arte cinematográfico.
Por el contrario, es en los casos en los que el guion está destinado a un público más amplio y no especializado que su escritura puede tener algún grado mayor de libertad. Aunque esto, claro está, no significa incurrir en errores gramaticales o de coherencia textual, sino privilegiar el vuelo literario y poético por sobre las restricciones de formato y de visualización de las descripciones. Así es que estas publicaciones pueden enseñar variaciones en los formatos, con las que se busca amenizar la lectura, y una escritura descriptiva que a veces se aleja de lo estrictamente visual, haciendo uso de ciertos recursos literarios, como metáforas y comparaciones, que no siempre resultan fotografiables.
En conclusión, así como sucede con cualquier otro escrito, es aconsejable que los guiones pasen por el ojo avizor de un corrector literario que tenga además conocimiento cabal de las características y exigencias de este tipo de textos. Y esta necesidad de corrección corre tanto para los guiones que vayan a ser publicados como para los que son escritos para presentarlos a productoras de cine.
BIBLIOGRAFÍA
LIBROS
CASSANY, D. (1988) Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir, Buenos Aires: Ediciones Paidós.
CHION, M. (1989) Cómo se escribe un guion, Madrid: Ediciones Cátedra.
DI BENEDETTO, A. (2006) Declinación y Ángel, Buenos Aires: Gárgola Ediciones.
FIELD, S. (1995) El manual del guionista. Ejercicios e instrucciones para escribir un buen guion paso a paso, Madrid: Plot Ediciones.
GUBERN, R. (1988) Historia del cine, vol. I y II, Barcelona: Editorial Baber.
MCKEE, R. (2011) El guion. Sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones, Barcelona: Alba Editorial, 3 volúmenes.
SÁBATO, E. (1964) El escritor y sus fantasmas, Buenos Aires: Aguilar.
TUBAU, D. (2011) El guion del siglo XXI, Barcelona: Alba Editorial.
VALE, E. (1996) Técnicas del guion para cine y televisión, Barcelona: Gedisa.
VAN DIJK, T. (1983) La ciencia del texto, Madrid: Paidós Ibérica.
WOLF, S. (2001) Cine / Literatura. Ritos de pasaje, Buenos Aires: Ediciones Paidós.
RECURSOS ELECTRÓNICOS
FICM (FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MORELIA) (2012) Entrevista con Paula Markovitch: El guion cinematográfico como una obra literaria [en línea], Morelia: FICM, [citado 24 de octubre de 2014].
Disponible en:
http://moreliafilmfest.com/entrevista-con-paula-markovitch-el-guion-cinematografico-como-una-obra-literaria/
PAZ GAGO, J.M. (2004) Propuestas para un replanteamiento metodológico en el estudio de las relaciones de literatura y cine. El método comparativo semiótico-textual [en línea], Madrid: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [citado septiembre de 2014].
Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/obra/propuestas-para-un-replanteamiento-metodolgico-en-el-estudio-de-las-relaciones-de-literatura-y-cine-el-mtodo-comparativo-semiticotextual-0/
SOTORRÍO, R. (2008) Robert McKee: “En Europa se cree que el escritor tiene un don, pero eso es una tontería” [en línea], Málaga: Suplemento Cultural del Diario Sur, versión digital, [citado septiembre de 2014].
Disponible en:
http://www.diariosur.es/20080501/cultura/robert-mckee-europa-cree-20080501.html
VERA MÉNDEZ, J.D. (2004) El guion cinematográfico como género literario [en línea], Madrid: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [citado septiembre de 2014].
Disponible en:
http://www.cervantesvirtual.com/obra/cine-y-literatura--el-teatro-en-el-cine-0/
[1] José María Paz Gago (2004) Propuestas para un replanteamiento metodológico en el estudio de las relaciones de literatura y cine. El método comparativo semiótico-textual [en línea], Madrid: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [citado septiembre de 2014]. Disponible en: http://goo.gl/wq8ljS
[2] Regina Sotorrío (2008) Robert McKee: “En Europa se cree que el escritor tiene un don, pero eso es una tontería” [en línea], Málaga: Suplemento Cultural del Diario Sur, versión digital, [citado septiembre de 2014]. Disponible en: http://goo.gl/K9jtuh
[3]] Juan Domingo Vera Méndez (2004) El guion cinematográfico como género literario [en línea], Madrid: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [citado septiembre de 2014]. Disponible en: http://goo.gl/acrLk4
[4]De acuerdo con la clasificación de los escritos que hacen M. Gregory y S. Carrol, y que recobra Daniel Cassany (1991), el guion es un escrito para ser dicho como si no fuera escrito.
[5] José María Paz Gago (2004), art. cit.
[6] Juan Domingo Vera Méndez (2004), art. cit.
[7] José María Paz Gago (2004), art. cit.
[8] FICM (Festival Internacional de Cine de Morelia) (2012) Entrevista con Paula Markovitch: El guion cinematográfico como una obra literaria [en línea], Morelia: FICM, [citado 24 de octubre de 2014]. Disponible en: http://goo.gl/vTaQkz
[9] A este premio se le suma como antecedente el Premio Latinoamérica de Argentores que se convoca anualmente y que en el año 2013 fuera destinado a distinguir al mejor guion inédito de cine.
[10] También hay casos en que el director es coguionista.
[11] Cabe advertir que los guiones que serán publicados para un público no especializado (ya sea que se trate de guiones inéditos o que hayan sido previamente llevados a la pantalla) suelen diferir respecto de los que están destinados a la realización de un proyecto audiovisual en lo que hace a su formato, con el que se intenta facilitar su lectura, y también en relación a las descripciones que pueden contener un estilo más literario.
Siempre he creído que en el cine la historia se cuenta varias veces y de muchas maneras hasta llegar al producto final; pero hay dos momentos críticos en los que se arma, se estructura y se define. Podríamos decir que la historia empieza a contarse en el guión y termina de contarse en la edición (punto en el cual el discurso puede tomar matices, no contemplados en el guión o en la visión del director). Además, durante el rodaje, director y productores, en esa tensión dialéctica entre creación y presupuesto, ponen y quitan a la historia (y al guión) elementos que terminan siendo determinantes en el relato y en la forma como se cuenta. Sin embargo, comparto la visión del cine como un arte muy joven, cuyo lenguaje, aún en construcción, es un caudal de códigos construido por la afluencia de otros lenguajes artísticos que tributan a él: pintura, fotografía, música y por supuesto la literatura. De modo que el guión puede verse sin problemas como "elemento constitutivo" y "momento" o etapa de la historia a la vez. No hay contradicción alguna entre su condición de género literario, con mérito propio y su papel en el proceso de producción. Obras como las de Dalton Thrumbo, Guillermo Arriaga o piezas como "El Secuestro", de Gabriel García Márquez, dan cuenta de ello. Excelente post, muy bien documentado. Voto y seguidor bien ganados. Espero con mucha curiosidad la segunda y tercera parte. Saludos!
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Gracias por tu comentario, Tupamalo. Coincido con vos, en verdad en el proceso de una película intervienen muchos creativos que aportan su parte. Y creo que seríamos injustos si no mencionáramos también a los actores, quienes le ponen cuerpo y alma a las escenas. No son pocas las escenas de clásicos del cine que se nos han quedado gravadas en gran medida a causa de ellos. Ayer sin ir más lejos vi una película que recomiendo: La Ruleta Rusa. Buen guion, buena dirección, escenas y diálogos muy logrados, pero hay que ver también el gran aporte creador que hace Tom Hanks allí.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Congratulations @reyvaj! You have completed some achievement on Steemit and have been rewarded with new badge(s) :
Award for the number of upvotes received
Award for the number of comments received
Click on any badge to view your own Board of Honor on SteemitBoard.
To support your work, I also upvoted your post!
For more information about SteemitBoard, click here
If you no longer want to receive notifications, reply to this comment with the word
STOP
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Congratulations @reyvaj! You have completed some achievement on Steemit and have been rewarded with new badge(s) :
Award for the number of upvotes
Click on any badge to view your own Board of Honor on SteemitBoard.
For more information about SteemitBoard, click here
If you no longer want to receive notifications, reply to this comment with the word
STOP
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Hola @reyvaj Pertenecemos al equipo curador de Proyecto Witness Cervantes 2018 y aunque tu publicación no tiene que ver directamente con Ciencias puras, apreciamos tu presencia en la Revista de Ciencia Cervantes . Asi que vinimos a visitarte y nos topamos con este gran gran post.Una maravilla. Te invitamos a que visites las publicaciones de Producciòn audiovisual cada jueves. Saludos.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
¡Gracias, Ramonycajal. Estaré atento a esas publicaciones. También a las de ciencia, rubro que me interesa bastante.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
¡Gracias!
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit