Saludos...

Frente al fenómeno de la taquilla venezolana debo decir varias cosas. Si examinamos con detenimiento las cinco películas más taquilleras, podremos notar un factor en común: todos sus argumentos han sido desarrollados con elementos de la cultura pop (un término un poco fuera de orden para el contexto venezolano, pero...) que vivía el país en ese momento, lo que hizo que las presedieran una buena promoción.

Tenemos el ejemplo de Homicidio culposo, basada en hechos reales, donde incluso los protagonistas vivieron en carne propia lo sucedido (la muerte accidental de un actor de teatro, miembro del grupo teatral que dirigía Javier Vidal en ese entonces) y que en su momento arropó buena prensa. Qué podemos decir de Secuestro Express, o de la misma Papita Maní Tostón, donde se amarra el gran ícono deportivo del Caracas-Magallanes, aunque esta sea un refrito de la película brasilera El casamiento de Romeo y Julieta (2007).

El caso del morbo venezolano, la explotación del instinto del público, la falta de una madurez cinematográfica que permita disfrutar de otra clase de cine (podríamos extrapolar este análisis a la forma en que resolvemos nuestros conflictos, el machismo, la violencia, la viveza criolla, etc.).

Nuestros medios poco o nada educan y forman a la gente. De allí que nuestro buen cine pase, no solo por debajo de la mesa, sino que hasta es despreciado de forma hartera por el público, mientras afuera, es una maravilla. El caso de Pelo Malo, Desde Allá, Oriana, entre otros.