La hueste antigua de Cormac McCarthy. Reto "Los cinco posts que más me gustaron". Día 4

in spanish •  6 years ago  (edited)

Estimados amigos: aquí mi cuarta entrada para el Reto "Los cinco posts que más me gustaron".

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Este post, lo advierto de antemano, no trata de la obra de Cormac McCarthy, ni siquiera trata de una novela, sino de un pequeñísimo fragmento de esa obra. Concretamente, es como una nota al margen de un par de páginas de Meridiano de sangre, traducida por Luis Murillo Fort.



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Cormac McCarthy no es un escritor cómodo para los lectores, ni siquiera en su Estados Unidos natal. Una escritura a veces altamente metafórica y otras seca y cortante, una sintaxis inusual donde suelen desaparecer los signos de puntuación, y escenas sangrientas y crueles mantuvieron alejados por mucho tiempo a las masas de lectores.

Nacido en 1933, no fue hasta 1992, con la publicación de Todos los hermosos caballos, su sexta novela, cuando comenzó a tener reconocimiento del público, aunque el de la crítica ya lo tenía, sobre todo con su novela de 1984 Meridiano de sangre, generalmente considerada su obra más importante.

Si en los momentos actuales goza de fama y prestigio se debe, en parte significativa, a las versiones cinematográficas de sus novelas. Puede que más adelante comente algunas de estas películas; por el momento me limitaré a mencionarlas en su orden de estreno. Todos los hermosos caballos, dirigida por Billy Bob Thornton en el año 2000; No es país para viejos, dirigida por los hermanos Coen en 2007; La carretera, de 2009, bajo la dirección de John Hillcoat; en 2011 se estrenó la película para televisión The Sunset Limited, dirigida por Tommy Lee Jones; Hijo de Dios, dirigida por James Franco en 2013, es la última de las adaptaciones de las que tengo noticias. Además, McCarthy escribió el guión de El consejero, dirigida por Ridley Scott en 2013.

Aquí el párrafo de Cormac McCarthy, que he dividido en tres partes, y mis notas:

Se distinguían ya entre el polvo, pintados en el manto de los ponis, galones y manos y soles nacientes y pájaros y peces de todas clases como una obra vieja descubierta bajo el apresto de un lienzo y ahora se podía oír también sobre el retumbo de los cascos sin herrar el sonido de las quenas, esas flautas hechas con huesos humanos, y en la compañía algunos habían empezado a recular en sus monturas y otros a girar desorientados cuando del lado izquierdo de los ponis surgió una horda de lanceros y arqueros a caballo cuyos escudos adornados con añicos de espejos arrojaban a los ojos de sus enemigos un millar de pequeños soles enteros.

Los ponis adornados con pájaros y peces, el sonido de las quenas y los escudos de los lanceros y arqueros como "pequeños soles enteros" me hablan de un territorio fantástico cercano a lo ultramundano; un territorio donde animales y hombres parecen coexistir si no en armonía, al menos en tolerancia y colaboración. Una escena extraña, muy extraña, que produce una sensación aún no muy definida de amenaza pero no de peligro inminente; en todo caso, todavía prevalece una especie de expectativa. ¿Quiénes son estos que cabalgan los ponis y cuáles son su intenciones?

Una legión de horribles, cientos de ellos, medio desnudos o ataviados con trajes áticos o bíblicos o de un vestuario de pesadilla, con pieles de animales y con sedas y trozos de uniformes que aún tenían rastros de la sangre de sus anteriores dueños, capas de dragones asesinados, casacas del cuerpo de caballería con galones y alamares, uno con sombrero de copa y uno con un paraguas y uno más con medias blancas y un velo de novia sucio de sangre y varios tocados de plumas de grulla o cascos de cuero verde que lucían cornamentas de toro o de búfalo y uno con una levita puesta del revés y aparte de eso desnudo y uno con armadura de conquistador español, muy mellados el peto y las hombreras por antiguos golpes de maza o sable hechos en otro país por hombres cuyos huesos eran ya puro polvo, y muchos con sus trenzas empalmadas con pelo de otras bestias y arrastrando por el suelo y las orejas y colas de sus caballos adornadas con pedazos de tela de vistosos colores y uno que montaba un caballo con la cabeza pintada totalmente de escarlata

Es un ejército que exhibe sus ornamentos provenientes de los restos de los ejércitos del mundo; un ejército antiguo que ha estado en diez mil frentes de batalla en los últimos tres mil años o más, y ha ido recogiendo aquí y allá galas sangrientas. Es un ejército inmortal porque la guerra es inmortal; está al comienzo de la humanidad y estará al final, como sugiere la cabeza escarlata de uno de los jinetes, que es imposible no relacionar con el caballo rojo, símbolo de la guerra, mencionado en el libro de San Juan junto a sus atroces compañeros: el caballo blanco, vencedor, ¿sobre quién?; el caballo negro, el hambre; y el caballo pálido, llamado Muerte.

y todos los jinetes grotescos y chillones con la cara embadurnada como un grupo de payasos a caballo, cómicos y letales, aullando en una lengua bárbara y lanzándose sobre ellos como una horda venida del infierno más terrible aún que la tierra de azufre de cristiana creencia, dando alaridos y envueltos en humo como esos seres vaporosos de las regiones incognoscibles donde el ojo se extravía y el labio vibra y babea.

El tercer movimiento del párrafo me trae a la memoria la vieja palabra estantigua: el ejército venido del más allá, salido directamente del infierno y destinado a recorrer la Tierra y a sembrar el horror. La estantigua es definida como una procesión de fantasmas que causa pavor y espanto. Pero es mucho más que una simple procesión, palabra neutra que no ofrece la dimensión adecuada. El diccionario de la RAE la señala como una contracción de huest antigua, es decir: ejército antiguo. El Diccionario Etimológico de Joan Corominas amplía esta definición e introduce un aspecto esclarecedor: "Antiguamente huest antigua, aplicado al diablo... o a un ejército de demonios o almas condenadas. Procede del lat. Hostis Anticuus propte. "el viejo enemigo", que los Padres de la Iglesia aplicaron al demonio..." Así, en la palabra estantigua están las nociones de ejército, fantasma, diablo y demonio.

¿Qué historia hay detrás de este ejército de aparecidos? No lo sé. Acaso los muertos insepultos de miles de batallas recorren los caminos del mundo buscando algún tipo inexplicable de redención.

¿Conocía Cormac McCarthy esta vieja palabra española cuando escribió Meridiano de sangre? No es descabellado pensarlo, ya que habla y escribe español, pero tampoco puedo asegurarlo. De lo que sí estoy seguro es de que su descripción es mucho más que el retrato naturalista de una tropa india durante el último tercio del siglo XIX en la frontera entre México y Estados Unidos. Sus personajes, principales, secundarios y figurantes, se mueven en los terrenos del mito, ese sueño -o pesadilla- colectivo.


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Ese es un excelente ensayo de comentario de texto, @rjguerra, y más si se trata de este autor nada fácil. Lo había leído, cuando lo publicaste por primera vez. Gracias por compartir nuevamente. Un abrazo.

Gracias por releer, @josemalavem. Más adelante comentaré una de las novelas de McCarthy. Es un autor muy singular.
Saludos.

Gracias por compartir nuevamente este magnífico ensayo, @rjguerra. La advertencia del inicio es válida. No conocía a este autor y realmente su prosa no es fácil de leer y comprender. Gracias por los esclarecedores comentarios a los fragmentos de la novela que escogiste para este trabajo.
Un abrazo.

Gracias a ti por leer, @eudisdiaz. Uno de los placeres de esta plataforma, además de encontrar lectores para lo que se ensaya, es aclararse uno mismo cosas.
Un placer tenerte por acá.
Un abrazo.