Introducción

Tras haber leído unos cuantos relatos eróticos disponibles en numerosas páginas web, pensé que sería muy entretenido y excitante escribir uno yo mismo, ¡y ya lo creo que lo fue! Hace unos años se me daba bastante bien escribir, pero desde que entré a la universidad (estudio química) apenas he escrito literatura. Espero vuestras opiniones, que me gustaría que fueran objetivas, y según el resultado decidiré si publico el siguiente relato, que aún no está completo.

Al cierre de la biblioteca

Saturado por la gran cantidad de rutas metabólicas que había estudiado ese día, Juan salió de la biblioteca y se sentó sobre el banco de la entrada cuando quedaba un escaso cuarto de hora para que cerraran. Mientras revisaba sus dos mochilas, se colocaba el cuello de la camisa y comprobaba el brillo de sus mocasines; otro estudiante algo mayor que él (cuyo nombre después sabría que es Pedro) se sentaba al otro extremo del banco. Después de mirarle detenidamente durante un minuto, fue acercándose lentamente hacia él y finalmente le preguntó:

-Perdona, ¿sabes dónde puedo tomar algo? Las máquinas no funcionan, como casi todo en esta facultad, y la cafetería debe haber cerrado justo ahora-.

-Pues como no te vayas a Moncloa lo tienes crudo, por aquí no hay nada abierto. ¿Qué es lo que querías?-.

-Beber algo que no tenga burbujas. Lo que más me apetece ahora es un vaso de leche fresca- dijo con voz sensual-.

-Eso te lo puedo servir aquí mismo- respondió lanzándole una mirada pícara- El problema es que cierran en 10 minutos. El bibliotecario me podría hacer el favor de cerrar un poco después, pero he abusado bastante de su confianza este mes-.

-Con 10 minutos tengo de sobra, chaval. Esto es mi especialidad. Si no me da tiempo prometo compensarte durante toda una noche-.

-No te creo, pero con esas condiciones salgo ganando de cualquier forma. Vamos allá-.

Los dos se metieron en un cubículo del aseo. Pedro le bajó los pantalones a Juan lo justo para sacarle la polla y los cojones, y le ciñó el cinturón para mantenerlos firmes. La polla de Juan estaba aún flácida, lo que a Pedro le gustó porque le encanta verlas hincharse, pero por otra parte le restaba tiempo de acción. Se puso de rodillas, retiró el prepucio, sujetó el rabo de su compañero firmemente con una mano y se acercó, rozando el glande con su lengua y labios, admirando cómo crecía hasta que pudo sujetarla con las dos manos.

Cuando empezó a soltar líquido pre seminal ya tenía saliva en la boca de sobra, así que se la metió entera y empezó un rápido movimiento hacia adelante y hacia atrás con la cabeza, llegando hasta tocar con la nariz su entrepierna. Al retirarse hacia atrás no llegaba a sacar el glande de la boca, y en el momento en que tenía la mayor parte fuera aprovechaba para girar un poco, incrementando el roce de la lengua con el glande.

El ambiente en el cubículo se iba calentando, empezaba a oler a sexo y los dos comenzaban a transpirar y jadear, especialmente Juan. Éste ponía los ojos en blanco y trataba de pensar en lo que había estado estudiando para intentar retrasar el orgasmo, pero empezaba a perder el control de la situación. Para acelerar el final, Pedro apretó los huevos de Juan con una mano y la base del pene con la otra, lo que hizo que éste se hinchara aún más de sangre. Pedro ahora notaba claramente la textura de las venas con la lengua, ya no podía llegar con sus labios hasta el final. Juan intentó retirarse, pero solo lo pudo hacer unos pocos centímetros debido a la resistencia de Pedro. Finalmente, Juan se corrió. Su pene dio 6 fuertes espasmos, inundando la boca de Juan, y una buena cantidad de semen se derramó, quedando en los pelos de su barbilla.

Juan recogió el semen de la barbilla de su amante y le besó apasionadamente, reclamando parte de sus propios fluidos.
-Umm, estos días de abstinencia han merecido la pena- dijo Juan.

-¡Cabrón, querías retirarte, has intentado hacer trampas!-

-Qué va, solo me retiraba un poco para que pudieras saborear la leche y no te fuera directamente a la garganta. Ahora es tu turno, ya compensaré al bibliotecario-.

-No hace falta, de eso ya se encarga otro amigo, mejor vete-.

-Dame tu número de teléfono para la próxima-.

-No, ya te buscaré, sé dónde encontrarte-.