Mi PESADILLA RECURRENTE

in spanish •  6 years ago 

Mi pesadilla recurrente. Este es un cuento mitad verdad mitad creado para atesorar los recuerdos de un hermoso perro llamado Azabache.

Durante mi adolescencia tenía una pesadilla recurrente. Y no sabía por qué.

fuente

Me montaba en la vieja camioneta con mi padre y apenas arrancábamos se escuchaba un sonido como que estábamos arrastrando algo. Voltee a mirarlo pero no decía nada. Siempre me despertaba aterrada nunca veía que había debajo del camioneta.

Había olvidado algùn episodio en mi vida, hasta que volvió comenzó otra vez durante los exámenes en la universidad.

Cuando me fui a estudiar a la gran ciudad, descubrí en una materia llamada neuropsicología que el subconsciente guarda recuerdos en lo más profundo y que con guía profesional podía sacarlos a flote.

Comencé haciendo los ejercicios mentales que indicaba y cada noche avanzaba un poco en la pesadilla.

Las personas a las que les pasábamos por el lado señalaban la camioneta y nos gritaban algo, pero mi papá ni se inmuto, seguía conduciendo sin mirar para ningún lado como era su costumbre.

Llegamos al final de la avenida, por allí se veían unos policías en la esquina. Supuse que nos pararían por lo que llevábamos debajo de la camioneta. Se quedaron viendo, pero no escuche ningún pitazo.

Mi papá seguía avanzando como si nada.

La primera noche recordé hasta allí y cada noche fui avanzando en mis recuerdos guardados:

Seguimos moviéndonos, pasamos de la avenida hacia una calle más angosta y el golpeteo de los que estaba abajo se hizo más fuerte había muchos huecos por la calle. Así que mi papá bajo la velocidad un poco.

Me preguntaba que podía haberse quedado atorado allá abajo, no se soltaba y mi papá no se inmutaba por el constante golpeteo ni el ruido.

Ya casi llegábamos a nuestro destino, pronto me bajaría y podría ver que teníamos atorado debajo de la camioneta.

Tres cuadras.

Dos cuadras.

Una cuadra.

Llegamos, la camioneta era alta y yo pequeña, para bajarme me deslice por el asiento hasta dar el último brinco que mi calzado tocara la acera. Ya estaba agachándome para ver cuando me tomo de la mano y me llevo hasta la puerta del colegio. Voltee pero no se veía nada.

Jugué, escribí en mi cuaderno, cante canciones junto a mis compañeritos de clase y ya no pensaba más en lo que arrastraba la camioneta.

A recogerme fue mamá y no papá como era lo que siempre acordaban. Mi mamá hizo las preguntas de siempre. ¿Y qué hiciste en el colegio hoy? Le conté las nuevas canciones que aprendí, logre cantarle dos mientras hacíamos el camino de regreso.

Al llegar a casa me extraño no ser recibida por azabache, siempre en la puerta cuando llegaba del colegio.

Mamá me envió a cambiarme el uniforme, lavarme las manos para poner la mesa para almorzar.

Que detalles tan exactos se pueden recordar buscando en el subconsciente, cada noche iba recobrando un pedazo de aquel dìa.

Estaba a punto de preguntar por la ausencia del perro, cuando mamá comenzó a contar todas las cosas que le sucedieron en la mañana, extrañamente no paraba de hablar. A mí me enseñaron a no interrumpir a los mayores. Ella seguía hablando y hablando casi no comía mientras contaba todas las actividades que hizo en la mañana.

Por fin en un silencio logre preguntar ¿Y Azabache donde esta?

Ella me miro con tristeza y puso en mis manos el collar todo machucado de azabache con su nombre en la plaquita y me dijo hija tengo que decirte que murió esta mañana.

Y allí me conto que fue tanto el deseo de azabache de acompañarme al colegio que se metió debajo de la camioneta y su collar se atoro. Tu papá no lo oyó. Creo que esta más sordo cada día. Lo siento mucho.

Llore, llore mucho.

Pase días muy tristes por la pérdida de mi compañero de juegos.

Paso un mes aproximadamente y una tarde mi mamá me dijo que la vecina me tenía una sorpresa. Que fuera para su casa a las cuatro en punto. Yo no estaba muy animada, pero era muy obediente de mis mayores.

Faltando unos minutos para las cuatro y después de preguntarle como la sexta vez a mamá si ya era la hora fui hasta la casa de la vecina, toque a la puerta y ella me indico; pasa cariño y ven a la cocina. Ya sabía yo donde quedaba la cocina ya había entrado a jugar con mi vecinito Carlitos otras veces.

Allí en la cocina estaba echada su perrita Lucy y pegada a ella, alimentándose vi cinco cachorritos blancos como ella. Pero más abajo casi luchando por encontrar la teta estaba un bello cachorro de color azabache.

Es tuyo me dijo mi vecina es la sorpresa que te tenia.

_¿Que nombre le pondrás me pregunto?: Azabache por supuesto no hay otro nombre que le quede mejor.

fuente

Allí aprendí que la vida a veces te quita pero siempre te das más de lo que te quita. Estaba feliz y habia olvidado el pasado.

Las pesadillas se detuvieron al encontrar su origen. Al fin pude ver lo que habia debajo de la camioneta de papà.

Era un episodio olvidado de cuando era pequeña.

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Qué pesadilla constante de locos, las mias son siempre del mismo contexto. Un animal (de todo tipo, tigres, tiburones, gatos, perros incluso ardillas) me ataca a muerte, tengo la posibilidad de defenderme pero no lo hago, siempre termino muriendo.

Eso si es terrible, que traumas del pasado tendras.