Las palabras están,
en tus ojos.
En tu boca,
solo pretensiones.
La verdad de tu vida,
duerme aun,
en peligroso sueño,
casi muerte.
En tus manos está
el deseo,
no la creación.
Tu alma,
replegada,
escondida.
No participa,
observa,
se resigna,
o se revela
pocas veces,
casi nunca,
porque sus mensajes,
tus pensamientos,
nunca llegan.
No se oyen,
porque tus oídos
nunca escuchan.
Solo reciben
lo que venga,
cualquier grito
o cualquier ruido.
Por eso,
no hay pensamiento
que identifiques,
ni aun el tuyo,
porque tu mente
solo recicla,
mas no comprende.
Y ahí estas tú...
pero no estás.
Teresa. 26-03-1988