El pasado 14 de Abril fuimos invitados al bautizo de Martín, el primer hijo de mi sobrina Yaire, un niño fuerte y hermoso de apenas 8 meses de edad, la recepción se organizó en uno de los caneyes del Centro Hispano Venezolano de Maracay en Venezuela, en cada mesa se agrupaban las distintas familias para compartir y disfrutar esa celebración familiar.

Como sucede con los grupos familiares se recuerdan anécdotas y experiencias de vida, en una de esas conversaciones estábamos hablando de las experiencias extrasensoriales, de la comunicación con el más allá, una de mis hermanas, Doris quien le encanta lo esotérico desde que la recuerdo, es profesora jubilada y desde hace mucho tiempo sé que cree profundamente en los ángeles, a diario los invoca para su protección y seres queridos, también nos ha contado de sus experiencias de contacto con personas fallecidas y premoniciones.

Ahora lo que yo si no sabía y que me dejó perplejo fue cuando dijo:

Quería asegurarme de estar escuchando bien, y pues me lo confirmó, le hice varias preguntas, que lo describiera, le pregunté la hora en que eso sucedió, entre echadera de bromas y risas.

Cómo mi esposa, Scarlet es escéptica a todo lo que le parezca mágico, pero al mismo tiempo muy temerosa a tener una experiencia extrasensorial, yo echando broma le decía que mi hermana tenía también el poder de lograr que otras personas pudieran ver lo que ella veía, que con sólo tocar su frente y un par de invocaciones lo podía lograr.

Mi hermana quien entendió mi intención le dice:

Extendiendo al mismo tiempo su mano y acercándola a su frente, bueno, les digo que Scarlet literalmente brincó de la silla, asustada y no se dejó tocar. Ahora yo hago la siguiente reflexión: