Ese día los niños tenían una reunión en la escuela, se aproximaba el viaje escolar y los maestros querían asegurarse que los padres estuviéramos de acuerdo con todas las actividades. Guillermo se excusó diciendo que tenía mucho trabajo y que no podía faltar, de modo que tuve que ir por ellos a la escuela, llevarlos con mi mamá y regresar para la reunión.
El recorrido estuvo pesado, toda esa semana estuvo pesado. Las constantes ausencias de Guillermo ya me estaban preocupando, sospechaba que estaba viéndose con otra mujer, pero no tenía pruebas de ello, así que no había nada que pudiera hacer al respecto.
Dejé a los niños en casa de mi mamá y mientras conducía me encontré con una vieja amiga que me pidió que la llevara a su casa y como estaba de camino, acepté.
No conversamos mucho y cuando se bajó me dijo que me veía triste, que descansara un poco, pero yo no estaba triste, estaba molesta porque mi esposo me engañaba. Y no se trataba de una simple aventura, era un romance, él estaba enamorado de esa mujer, lo supe a penas conduje desde la casa de mi mamá.
Ella estaba ahí, parada en medio del café de la avenida, su cabello rubio brillaba, al igual que su piel, calculo que rondaba los 20’s puesto que tenía la figura de una niña que acaba de convertirse en mujer. Guillermo, por su parte, no podía dejar de mirarla, estaba embobado con ella, la tomaba de la mano y sonreía a cada momento, como un adolescente.
En la escuela nos explicaron el recorrido, las actividades y el costo del viaje, varias madres se sumaron a la logística. Salí de ahí sin hablar con nadie, fui por los niños y preparé la cena. Cuando Guillermo llegó lo recibí como si nada, se disculpó por no estar y le expliqué lo del viaje.
La semana pasó volando entre la vida cotidiana y finalmente llegó el día del viaje, esta vez Guillermo se quedó en la casa, lucía cansado. Yo llevé a los niños a la escuela, volverían dentro de dos días.
De regreso conduje hasta la avenida, la chica estaba en el café, esperé a que saliera y la seguí. Vivía en un apartamento del Barrio Norte. Le tomó por sorpresa saber que Guillermo era casado y tuviera hijos, así como la bala que le atravesó el pecho.
Regresé a casa y preparé un sabroso asado, el plato preferido de Guillermo, así que estuvo muy feliz. Mamá tenía razón, no hay mejor forma de enamorar a un hombre que por el estómago. Desde entonces Guillermo se mostró muy atento y no volvió a llegar tarde a casa.
Hoy en la cena, cuando encendí la Tv, vi una noticia horrenda, una chica rubia del Barrio Norte fue encontrada descuartizada en su apartamento. Le serví un poco más de asado a Guillermo y le agradecí por lo dulce que había sido en todos estos días.