El Escritor- Parte II

in spanish •  6 years ago  (edited)
Intentó apartar esos pensamientos de su mente que solo lo hacían sentir más ansioso y se concentró en conducir con cuidado, lo menos que quería ahora era tener un accidente. Ya de camino a la cabaña se fijó en el hermoso paisaje que bordeaba las calles, los arboles repletos de hojas castañas que eran desprendidas por el viento fresco del otoño, el sonido de los pájaros que de vez en cuando era interrumpido por maldiciones de conductores obstinados y las imponentes colinas que se alzaban sobre las casas de los suburbios uniéndose con un majestuoso cielo azul en una armonía perfecta. ¿Hacía cuánto tiempo que no salía a contemplar la naturaleza? Se preguntó.

Fue entonces cuando un recuerdo invadió su mente. Su amada Isabel seguía con vida y ambos disfrutaban de un paseo en el parque. El cielo brillaba con un azul verdaderamente hermoso y los pájaros entonaban dulces melodías. Isabel sostenía su mano con la misma firmeza con la que tiempo después él sostuvo la suya cuando la vio partir. Su textura era suave, igual que la piel del resto de su cuerpo. Jorge sonreía, mientras Isabel disfrutaba del crujir de las hojas secas al pisarlas. Esa siempre fue su actividad favorita.

El claxon de un auto apartó a Jorge de sus recuerdos, el semáforo se había puesto en verde y ya una fila de autos esperaba por pasar mientras que Jorge aún embotado ponía en marcha su auto.

Horas más tarde llegaba finalmente a su cabaña en el campo. Como era de imaginarse, esta se hallaba llena de polvo. Las hojas de unos cuantos otoños atrás había caído sobre el techo y la lluvia del invierno se había encargado de hacer que poco a poco se descompusieran, dándoles un olor y aspecto para nada agradable. Jorge sin duda tenía trabajo por hacer.

Dentro, el aire húmedo creaba una atmosfera pesada y fría. Pese a eso todo seguía estando igual que siempre, igual que la última vez. Jorge suspiró, sabía que le esperaban días bastante difíciles. Sacó sus cosas y las depositó en un mueble, debía ponerse a trabajar de inmediato si era que quería escribir algo pronto.

Los días siguientes se le pasaron en la tarea de asear la casa y aunque estaba cansado por la actividad física que hacía mucho que no tenía, estaba también orgulloso de su trabajo. Le había devuelto la vida a esa cabaña, esa que siempre tuvo cuando Isabel estaba en ella.

Ya dispuesto a iniciar la tarea que tanto le atormentaba en las noches, se sentó en su escritorio y con cuaderno y pluma en mano inició su travesía. Con miedo trazó la fecha sobre aquella hoja en blanco, subrayado y en mayúscula la palabra APUNTES.


Suspiró, cerrando sus ojos e intentando imaginar una historia que pudiera cautivar al mundo. Miles de ideas pasaron por su cabeza, una más trillada que otra. Sintió la presión en su rostro, estaba frunciendo el ceño, sus manos empuñadas ya comenzaban a tornarse sudorosas. Estaba pasando de nuevo. Asco, repulsión, miedo, tristeza, frustración, ansiedad, angustia, odio. El cóctel perfecto para el fracaso.

Sintió ganas de vomitar, pero se contuvo. En vez de eso asomó a la ventana y en ella divisó una cabaña uno cuantos metros a la derecha. Nuevos vecinos, pensó. Quizá esto podría ayudarle, ya antes había basado sus historias en personas que conocía, personas a las cuales había convertido en villanos y bondadosos seres. Terminó su taza de café y se dispuso a hacer una visita rápida a la cabaña de al lado, si conseguía encontrar algo interesante en esa casa, quizá eso daría pie a una nueva historia.

Minutos más tarde y con topper en mano, Jorge tocaba la puerta de la cabaña vecina. Una mujer, cuyo nombre era Fabiana le abría la puerta. Su sonrisa era hermosa y sus ojos color verde le miraban directamente buscando respuestas.


Jorge pensó en sus antiguos romances, mujeres hermosas con rostros vacíos y carentes de vida, nada parecido a Fabiana, quién irradiaba energía. Sonrió, tratando llenar el silencio que había entre ambos y se apresuró a presentarse.

Aparatadamente dijo su nombre y la razón de su inesperada visita. Fabiana respondió con una sonrisa y tomando en sus manos el topper, con lo que parecían ser galletas de super mercado, se deslizo hasta la cocina. Volvió un minuto más tarde con el topper vacío y agradeciéndole a Jorge el gesto le invitó a comer el fin de semana en su casa.

Esa noche Jorge tampoco logró escribir nada, su cabeza estaba hecha un lio y esto le impedía concentrarse. Pese a eso, no dejaba de pensar en la mirada penetrante y cautivadora de Fabiana, la cual le haría revivir sensaciones que ya creía no volvería a sentir nunca desde la partida de Isabel.

Desde ese momento ansiaba la llegada del fin de semana.



Imágenes extraídas de Pixabay

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ahora yo estoy esperando dos fines de semana... el mío y el de Jorge naturalmente... sigo pendiente del desenlace

Vemos que le aguarda ese fin de semana a Jorge. Por lo pronto espero disfrutes el tuyo.

muy interesante espero la parte 3!!

Sigo identificándome en muchos aspectos con tu personaje. Esta interesante, quiero saber como sale de su aparente bloqueo, o mejor dicho, si logra hacerlo. Un abrazo.

Esperemos que pueda, sería una lastima que no lo hiciera, pero solo el tiempo lo dirá.
Un abrazo Psi.

Hermoso trabajo te felicito.