Ya un tanto desesperada regresó Trina a la casa y advirtió a todos de la desaparición de Clara, organizó a sus hijos en pequeños grupos y los envió a buscar a su hermana por los alrededores. Por su parte junto a María, la mayor de sus hijas, decidió que debía informar a las autoridades. Al contactarlos su corazón se hizo añicos, debía esperar al menos 24 horas para reportar la desaparición de lo contrario la policía no podía hacer nada al respecto. Trina sentía que la vida se le iba con cada segundo de espera, pero no podía hacer otra cosa, debía esperar. Reunió nuevamente a sus hijos con la esperanza de alguna noticia pero no consiguió nada, ninguno había podido dar con Clara o con algún rastro de ella, así que decidieron que era hora de tomar otras medidas, informaron en la redes que su hija se encontraba desaparecida y pasaron el resto del día organizando a los vecinos en un plan de búsqueda, nada funcionó.

Al llegar la noche con una Trina ya derrotada, que no hacía más que llorar y lamentarse por ser tan dura con su pequeña Clara y sus hermanos preocupados por su repentina desaparición, corrían de un lado a otro en la casa buscando algún indicio de Clara, una pista o algo que pudiera acércalos a su paradero pero parecía que simplemente se la hubiese tragado la tierra, Clara sencillamente había desaparecido.

Al asomarse los primeros rayos del sol Trina llamó a las autoridades, tal como lo anunciaron habían pasado 24 horas y era hora de efectuar el reporte, inmediatamente la policía se puso en marcha y en no más de media hora estaban frente a la casa de Trina, quien lloraba desconsoladamente.