En este pasaje el apóstol Pablo establece una verdad espiritual que se aplica a la salvación, a otros asuntos y otras aéreas de la vida cristiana.
La confesión o declaración de lo que una persona cree, confirma su salvación ante el hombre, no ante Dios. Porque Él conoce de antemano lo que hay en su corazón.
La confesión confirma la posición del creyente ante el enemigo de su alma. Expresa un cambio de lealtades. Anteriormente le había servido al diablo, pero ahora está manifestando que cambia de señor.
Hay dos palabras griegas como son; Confirmar, así: “hacer firme, establecer, asegurar”, y “Validar ratificar, conceder autoridad o influencia”. La palabra griega traducida como confirmación, la define como “validez autorizada”.
En estas definiciones decimos que la confesión o declaración verbal, afirma, establece, asegura, y otorga autorizada validez a la salvación, en pocas palabras, la confesión “ubica la salvación en su lugar”
En las escrituras vemos la proclamación de muchos decretos como en Ester 8:8-14, en el antiguo testamento y, Lucas 2:1-3, en el nuevo testamento.
La palabra escrita de Dios en su decreto formal, cuando un creyente proclama la palabra con su boca, con su corazón inundado por la FE, sus palabras llenas de FE se vuelven Poderosas y establecen el orden de Dios en su vida, cuando se proclama el Decreto Real, las cosas comienzan a cambiar.
El plan de dios para nuestras vidas fue establecido en el mundo espiritual antes de la fundación de la tierra, y es un plan bueno, tal como expresa Jeremías 29:11: Porque yo sé los pensamientos y los planes que tengo para ustedes, dice el Señor, de Bienestar y de Paz, no de mal, para darles un futuro y una esperanza.
El diablo se ha esforzado para destruir el plan del Señor en la mayoría de nuestras vidas, y ha tenido un alto nivel de éxito.
Dios envió a su propio hijo Jesús para redimirnos y restaurar todas las cosas en su lugar apropiado. Nos ha dado por escrito Su Voluntad para nuestras vidas, y a medida que la creemos y la confesamos, comienza a hacerse realidad literalmente. Algunas personas piden y creen que recibirán muchas cosas, pero ven poca evidencia de ellas. Quizá la razón sea que están creyendo pero no confesando que las tendrán. Quizá vean algunos efectos de su fe, pero no los resultados radicales que pudieran experimentar si pusieran sus bocas, igual que sus corazones al servicio de Dios (Romanos 10:9-10).
Algunos procuran lograr las bendiciones del Señor hablando aun como el diablo. No debemos cometer tal error, no veremos resultados positivos en nuestra vida diaria si hablamos de manera negativa. Debemos recordar que nuestras palabras se hacen realidad. Vamos tras el reino espiritual y nos acercamos a él de acuerdo a lo que hablamos. Podemos tocar el reino de santanas con sus maldiciones y acercarnos al más y a las cosas negativas y perversas, o podemos tocar el reino de Dios, con sus bendiciones, y acercarnos a lo bueno y positivo.
La tierra que Dios creó no fue hecha de materia visible. Tal como dice Génesis capitulo 1, Dios hablo y todo comenzó a existir: la luz, los cielos, la tierra, la vegetación, las planetas que dan semilla y los arboles que producen fruto; el sol, la luna y las estrellas; los peces y la aves; cada especie viviente: el ganado, los reptiles, las bestias salvajes y los animales domésticos. La tierra y todo lo que en ella existe fue creado de lo invisible y es lo invisible lo que los sustenta.
En hebreos 1:3: Dios es… Sustentador, guarda, guía e impulsor del universo por el poder de Su palabra…
El universo que fue creado por Su palabra poderosa aun se sostiene por ella. Debemos recordar que fuimos creados a su imagen (Génesis 1:26-27), y que se espera que actuemos como Él.
En este pasaje Pablo declara que debemos imitar a Dios y seguir Su ejemplo. En Romanos 4:17 leemos que Dios… da vida a los muertos y habla de cosas no existentes (que Él ha predicho y prometido) como si (ya) existiera.
Como la palabra de Dios es Su promesa para nosotros, debemos hablar de las cosas que Él nos ha prometido como si (ya) existieran.
El apóstol pablo dijo que se junto con las personas en los lugares donde estaban y en la situación en que se encontraba, a fin de ganarlos para Cristo. A demás, cuando nos pide que imitemos a Dios nos también dice que lo imitemos a él: Imítenme (sigan mi ejemplo) así como yo imito y sigo a Cristo (el Mesías) (1corintios 11:1). Esto es especialmente importante cuando tratamos con personas que carecen de conocimiento y comprensión espiritual.
No olvidemos que nosotros los cristianos hablamos un lenguaje que muy pocos entienden. No sería conveniente decirle por ejemplo a un no creyente: “¡Bueno, bendito el señor, el diablo pensara que me enfermo, pero yo no le recibo la enfermedad, porque he sido sanado por las heridas de Cristo!” esta forma de hablar no muestra amor o consideración por la persona que pregunta, especialmente si sabemos que él o ella no comprenden lo que les decimos.
La gente ha utilizado este tipo de lenguaje y aunque sabemos muchas veces de que hablan, se sienten como personas ásperas en su actitud y modales. Se obsesionan tanto por la sanidad que son insensibles al Espíritu Santo. No se detienen a considerar cómo sus palabras pueden afectar a quienes solo están dando muestras de amor e interés por su salud.
Aun entre creyentes, que no entendemos unos a otros podemos actuar “no estando de acuerdo con la enfermedad pero sin ser ásperos.
Muchas personas que creen actuar en niveles muy altos de fe no muestran ningún fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), especialmente el fruto del amor, el camino más excelente, del cual nos dice el apóstol Pablo que no se irrita ni hace nada indebido (1 corintios 13:5).
Debido a que la fe actúa por el amor, según Gálatas 5:6, se duda que por fe produzca algún resultado y que pueda recibir la sanidad si es descomedido con otros.
La gente no tiene la intención de ser descomedida, sencillamente han perdido el equilibrio. Piensan que si admiten estar enfermos, están haciendo una confesión negativa. Si están enfermos y ese hecho es obvio ante todos ¿Por qué razón negarlo?
La verdad es que Jesús es nuestro Sanador, y la verdad tiene más poder que los hechos, como imitadores de Dios debemos hacer lo que Él hace: hablar de las cosas que no son como si fueran (Romanos 4:17).
Podemos hacerlo sin ofender a las personas que quizás no lo comprenden, podemos “proclamar el decreto” en privado; luego cuando alguien nos haga preguntas, con seguridad encontraremos la manera de responder sin que las personas piensen que los cristianos son seres raros del espacio exterior, cuyas creencias son todas extrañas, Así los entendió el apóstol Pablo.
Lo quiso decir cuando le escribió a la iglesia de Corinto: pero el hombre natural, no espiritual se rehúsa, a aceptar, recibir o admitir en su corazón los dones, enseñanzas y revelaciones del Espíritu de Dios porque le son locura (Cosas sin sentido); y es incapaz de conocerlos y llegar a familiarizar con ellos porque se debe discernir y apreciar espiritualmente, (1 Corintios 2:14).
En otro pasaje Pablo continua diciendo a los Colosenses: Compórtense con sabiduría en sus relaciones con los de fuera (no cristianos) que sus palabras sean siempre de gracia (con simpatía) sazonadas como con sal que sepan responder a cualquiera (Colosenses 4:5-6).
En otra palabras esto dice que lo antiguos creyentes y nosotros “cuidemos la forma como hablan a quienes nos están a su nivel espiritual, sean sabios y usen el sentido común en esto déjense guiar por el Espíritu Santo.