Como un caracol sobre lágrimas de espino
asciende la noche tartamuda con el viento.
Quemando va el fuego eterno;
cual fuego griego sobre un mar sediento.
Humeantes tiritan los ojos de los ciegos
Veintiocho gritos cual cuchillas en invierno.
Su roja piel, se desvanece en mil intentos.
Su sed; el hambre que azota al mismo infierno.
Como lluvia marchita que margina el rastro púdico,
entre golpes tortuosos las caricias de su ego.
Un barco sin proa, rompiendo el hielo seco.
Una guerra en paz; cuan agitado sosiego.
Ulises Rodríguez Barreto.