“No conquistamos las montañas, sino a nosotros mismos.”
Edmund Hillary. Alpinista, explorador y piloto.
Diciembre de 1987, otra vez en Góriz, el año anterior por estas mismas fechas navideñas, habíamos subido por primera vez al Monte Perdido con unos amigos del Bilbao Alpino Club. En esta ocasión subiremos, Nekane y yo solos, al Cilindro de Marboré 3.325 mts.
La subida desde el refugio de Góriz es la misma que al Monte Perdido hasta el Lago Helado. Un poco antes de alcanzarlo, iremos desviándonos hacia la base del Cilindro.
Ganando altura sobre Góriz, el manto nuboso se va abriendo por momentos, pero mientras está cerrado, el frío es intenso. Por la noche ha estado nevando, así que el riesgo de avalanchas es algo elevado. Javier, el guarda del Refugio, ya nos comentó el año pasado cual era la zona más expuesta, y por dónde encararla. Este año nos lo recuerda de nuevo.
Hay acumulaciones de nieve reciente por donde miremos. Como también ha hecho viento y mucho frío, todo aparece "glaseado" en blanco, incluso las paredes más verticales.
Llegamos a uno de los resaltes peligrosos de los que nos ha advertido Javier, en forma de olla, no aparenta peligro, pues es una pendiente a simple vista inofensiva, lo que ocurre es que la roca que está bajo la nieve y que conforma esa olla, está extraplomada con una concavidad, con lo que la sujección del manto níveo es precaria, y el propio peso de la nieve puede hundirlo en algún punto y provocar el alud. Lo bueno es que hace frío y la nieve más profunda y más antigua, estará bien compactada y transformada, con lo que será algo menos peligroso, o eso queremos creer. La vista de la impresionante mole que es el Cilindro nos da fuerzas para superar esta zona aún sombría.
Dejamos la zona peligrosa al tiempo que comienzan a desaparecer las nubes, hay momentos en que se retiran del todo. Este juego de idas y venidas de las nubes, junto al aspecto de las rocas completamente cubiertas de hielo y nieve, le dan al paisaje una dimensión especialmente bella. Es muy difícil transmitir con palabras algo que está por encima de la mera descripción física del entorno, cuando todo cuanto te rodea parece que te llega más allá de lo que captan los sentidos.
Poco antes de superar la pendiente que nos llevaría la Lago Helado, que como ya contamos no se ve, tapado como está todo por la nieve, nos desvíamos al Oeste, dejando el Monte Perdido a nuestra espalda. En la foto, sobre mi cabeza, la escupidera del Perdido y el salto al precipicio mortal.
Mirando hacia el Sur-Este se aprecia la huella que hemos dejado durante la subida. Las nubes, de momento se han retirado pero se quedan contenidas a no demasiada distancia de donde estamos nosotros, en la base de la pala de nieve que vamos a comenzar a subir.
La pendiente oscila entre los 35º y 40º de inclinación, en algunos tramos está más venteada con lo que nos hundimos menos en la nieve y progresamos mejor.
El Monte Perdido visto desde la pala que estamos ascendiendo, se aprecia un montañero subiendo hacia el Lago Helado, siguiendo la huella ya abierta por el compañero que le precede. Mientras tanto, alguna nube se cuela por la cima, acariciándola.
Seguimos trepando por el corredor, aquí se ha acumulado más nieve, llegándonos a la rodilla, y un poco más arriba en algún momento, lo que hace más fatigoso el ascenso. En algunos momentos las nubes nos cubren, aumentando la sensación de frío.
Por fín llegamos al final del "couloir" de nieve. Ahora hay que montar lo que se llama una reunión, un punto de seguridad, para atacar el diedro helado que nos conduce a la arista por la que alcanzaremos la cima. Para ello clavamos un piolet verticalmente en la nieve, todo el mango hasta el pico y lo cubrimos y compactamos con nieve, previamente le hemos atado una cinta larga o un cordino con un mosquetón ,que queda fuera de esta "seta", Son unos 30 mts, así que para protegernos de una caída en este tramo mixto de roca, hielo y nieve, Nekane me asegura para que si me escurro diedro abajo, al menos me pare y no me vaya, además hasta el final de la pala. Muchas veces protegerse en estos pasos es más una cuestión psicológica que una medida realmente efectiva. Sobre todo para el que va de primero abriendo vía , como es mi caso. Una vez que salga del diedro a la arista, montaré otra reunión y así Nekane subirá más segura.
Como en sí esto no es una escalada, sino tan solo proteger un paso un poco expuesto, no llevamos arneses, (les llamábamos bragueros o baudriers) , ni más material que nos pese en exceso; con un cordino, con una cinta, incluso con la misma cuerda y los nudos apropiados, se puede construir un "baudrier" de fortuna para salir del paso. Lógicamente hay que adquirir la destreza suficiente para hacer esto correctamente, sin dudas y con rapidez. Ensayarlo en casa muchas veces antes de ponerlo en práctica en la montaña.
Por fín en la cumbre y con las nubes rondando las cimas, cosa que le da al momento un aspecto mucho más alpino. Fijaos en el arnés de cordino que lleva Nekane en el torso. Util para una pequeña caída y para tener esa sensación de seguridad, que en el 90% de los casos es más que suficiente para quitarnos el miedo.
Vista de El Monte Perdido al Este,desde la cima del Cilindro de Marboré. Fijándonos un poco se aprecian dos montañeros, dos puntitos en la cima, seguramente alguno de los que hemos visto antes, dirigiéndose al Lago Helado.
Seisgés en la cumbre, con las manoplas de lana virgen de punto muy tupído. Eran lo más agradable, cálido y económico que teníamos para la nieve. Podías enterrar las manos en la nieve, como hemos hecho cuando subíamos por el corredor, que mientras estuvieran calientes por dentro, no se mojaban las manos. El inconveniente era que cuando te las quitabas y se enfríaban, se empapaban, y entonces, además de volverse pesadas, era desagradable ponérselas de nuevo. Eso sí, en cuanto se calentaba la lana al contacto con el cuerpo, el agua escapaba, por capilaridad, a la parte superior y volvías a tener una sensación agradable. Otro inconveniente era el viento pues por tupído que fuera el punto y virgen que fuera la lana, acababa colándose y enfriando el asunto, pero para evitar eso les poníamos unas sencillas fundas de nylon. Hoy, cualquier guante de esquí, incluso los más modestos , sería suficiente para subir montañas de este tipo en estas condiciones meteorológicas, pero en aquellos años valían un dineral y estas soluciones eran lo más barato y efectivo. Como los flamantes pantalones de chubasquero que llevábamos sobre el peto de forro polar...
Mirando al Sur-Oeste, el sol cada vez está más bajo, a las 17:30 se queda todo muy oscuro, y si se meten las nubes, todavía más. Antes de que se haga más tarde comenzamos el descenso.
Ahora es Nekane la que va en cabeza. Nos encordamos para pasar por la arista nevada, pues aunque es bastante ancha, no nos fiamos de que se pueda desprender algún trozo, alguna cornisa de nieve. Vamos en lo que se llama "ensamble" sin seguros intermedios, sin dejar que la cuerda descuelgue mucho, y atento el último, a posibles caídas de quien va por delante para poder frenarlo, utilizando la técnica apropiada...una vez más otro recurso psicológico. También se puede mirar desde un punto de vista más "lírico" y decir que esa cuerda une nuestros destinos pues lo más probable es que si uno se cae al barranco, arrastre al otro en su fatal caída. Volvemos a montar las correspondientes reuniones al comienzo y al final del diedro para destreparlo más seguros.
Las cimas del Casco 3.006 mts y el Taillón 3.144 mts, sonrosadas por la luz del crepúsculo, hacia el Nor-Oeste.
Cuando nos aproximamos al final de la pala, ya abajo, hay claridad todavía pero el sol está prácticamente oculto. Observamos la Punta de Tobacor 2.779 y la curva del cañon de Ordesa, al Sur.
Una última foto del Monte Perdido desde la pala de nieve, aunque había poca luz no estaba tan oscuro como parece y aun se podía ver algo cuando regresamos al refugio.
Fotografías : Fernando "Seisgés" Ramos. Salvo aquellas en que se especifíca la fuente.
Si no has visto la subida al Monte Perdido, puedes hacerlo en el Link de abajo:
Hermosa crónica de aventura, que buen viaje te has mandado amigo @seisges, las fotos son excelente. felicidades
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Gracias @jlufer, sabes que aprecio tus comentarios.
Abrazos.
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@seisges, hace unos años tuve la fortuna de estar en Huesca, andar por Torla y la Cola de caballo, los picos del infierno. En Sallent de Gallego... qué hermosos lugares, aunque yo fui a inicios de primavera, la nieve ya solo se veía en los picos.
Panticosa
Creo que esta es de Ordesa
Este soy yo en el parque nacional de Ordesa.
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Gracias por comentar y me alegra que conozcas y te guste el Pirineo. Al haber estado por allí entenderás mejor lo que me hacen sentir y recordar los momentos vividos.
Un abrazo!!
PD.-Vas a tener que hacer un post con esas fotos, y más que supongo que tendrás, pero en grande, para que las veamos bien !! ; )
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Nice trip.
Have a look to mine: Walking on the Dolomites...
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Gracias !!!
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