Ahora fumo, porque el humo que abraza mis pulmones hace de tus brazos y el filtro del cigarro que toca mis labios pasa por los tuyos.
Ahora tomo más alcohol de lo normal, porque para olvidarte necesitaría que mi sangre se convirtiera en whisky y mis manos dejen de buscar las tuyas.
Ahora trato de no pensar en nada, porque cada vez que abro los ojos para ver el sol, se nubla, y cada vez que mi mente le da la bienvenida a algo, lo transforma en polvo.
Porque cada vez que te veo mi corazón da vuelcos y se desparrama en el piso, deseando ser barrido y tirado a la basura.
Porque cada vez que escucho tu nombre mis oídos se tapan y solo escucho la última palabra que salió de tu boca.
Y ahora ya no fumo más porque solo necesito el aire para sentirme viva y saber que el oxígeno que pasa por mis labios es más puro que el tuyo.
Y ahora apenas tomo alcohol porque aprendí a sustituirlo por agua, sin ahogarme y siempre limpiando cada mancha que dejaste.
Y ahora pienso en todo, cada minuto y cada segundo, porque aprendí a estar atenta al mundo que me rodea, sin tener que acordarme de ti cada vez que abro los ojos.
Porque cada vez que te veo siento un respiro naciendo de mi interior al saber que solo dejaste un agujero que hace falta rellenar, y no un vacío. Porque cada vez que escucho tu nombre siento solo las vocales y consonantes y no la música que al comienzo sonaba en mi corazón.
Porque no importa cuántas adicciones haya tenido que dejar, la más tóxica siempre fuiste tú.