Ella en desasosiego de esperar que el teléfono suene de esa manera particular como le había colocado a sus mensajes, no la dejaban dormir, su cuerpo inquieto de recordar noches largas de sexo, de calor, de pasión, de orgasmos que no dejaban de ser cada momento. Ella sentada junto a la ventana cerraba sus ojos para así poder sentir su olor y sus besos que no la dejaban pensar.
Esperando tocaba sus senos que ya estaban duros de esperar la boca que noche a noche como ladrones escondidos jugaban a amarse y ser los maestros de la lujuria. Ella los estimulaba sabiamente como si su boca los besara, su mano diestramente bajo hasta su sexo y lo acaricio suavemente, dejando salir un pequeño gemido que aun le hacía sentir que estaba viva.
Fuente de la imagen
Tocó su clítoris, y… esas sensación de placer volvía nuevamente a ella, y apretando los labios lo acariciaba imaginando que era la boca de él, de su amante quien sabiamente la hacía explorar, recordaba su voz que la excitaba mas y mas, y metía sus dedos dentro de la vagina para con movimientos lentos y rápidos cada vez se humedecía y estos resbalaban como si corriera una fuente de fluidos dentro de ella.
No podía sacar de su mente esas noches de sexo y locura vivido junto a el, donde no existían mas que dos ansiosos de amor y compañía, en un mundo donde la soledad les hacia juegos extraños. Era un juego de placer y risas de romance y conversaciones que no acababan, juntos a la tranquilidad y la paz que pocas veces experimentaron. Recordarlo era lo mejor que hacía desde que él nuevamente, años después hizo que los sacara de donde los había escondido, siendo esos recuerdos lo mas guardado por ella, ya que causaban un placer acompañado del dolor que deja un gran amor no cumplido.
Fuente de la imagen
Seguía tocándose y de repente sintió como su mundo se vino a su cara y mas rápido golpeaba ese botón que le hacía sentir placer y fue entonces cuando, un estallido dentro de ella se hizo sentir, haciendo que su cuerpo quisiese se rompiera en mil pedazos y no era ella la que estaba ahí sino su cuerpo fundido al de su amado en un palpitar de corazones gozosos de eso que llaman orgasmo.
Ella suspiro, miro el telf. Y una lagrima salió, solo cerro y se durmió, sabiendo que todo acabaría.