La ignominia de perder nuestra autenticidad: El lecho de Procusto y El experimento de Asch

     La deseabilidad social, los cánones culturales, la personalidad y la fuerza de nuestras creencias, pensamientos o actitudes son algunos de los factores que podrían determinar qué tan fieles somos a nosotros mismos. Algunas veces seremos más maleables (esto también dependerá de la persona o entidad que nos quiera hacer cambiar), otras veces seremos más testarudos y obstinados con nuestras posturas. El hecho es que el ser auténtico pende de un hilo formado por dos hebras:

     Estos dos casos pueden visualizarse mejor a través de los siguientes ejemplos. Veamos.

    Según la mitología griega, Procusto era un estafador que ofrecía hospedaje a cualquier viajero que pasara por su castillo, ubicado cerca de Atenas. Él les brindaba a sus invitados abundantes comidas y atenciones a modo de recepción, sin embargo, era muy escrupuloso con las medidas de sus huéspedes. Si alguno de ellos medía menos que el lecho destinado a la visita, lo “estiraba” atándole manos y pies para que abarcara todo el espacio. Por el contrario, si alguno de los huéspedes era muy alto, Procusto cortaba sus extremidades inferiores con un hacha hasta que este encajara de forma justa en el lecho.

     ¿Cuántos “Procustos” tenemos en nuestras vidas? Algunas personas nos exhortan a actuar y pensar de una determinada manera; pero, también, el sistema educativo y las religiones lo hacen. Los estereotipos, por ejemplo, son esos modelos a los cuales las sociedades esperan que nos adecuemos. La mayoría de las veces no tenemos escapatoria y debemos elegir entre perder oportunidades o perdernos a nosotros mismos.

    El psicólogo estadounidense Solomon Asch pedía a los participantes de su investigación que respondieran a una serie de problemas perceptuales, preguntándoles, por ejemplo, “¿Cuál de las 3 líneas de comparación coincide en tamaño con la línea estándar?”. Ocho (8) de los participantes no eran sujetos experimentales, sino cómplices del experimentador y respondían a esta pregunta de manera equivocada intencionalmente. Todos elegían una misma línea errónea como la respuesta correcta y contestaban primero que los participantes reales. Los resultados demostraron que la gran mayoría de las personas prefería escoger la respuesta incorrecta, ignorando sus propias conclusiones. A través de este experimento se comprendió la naturaleza de la conformidad y el efecto de la presión social en los juicios y actitudes de los individuos.

    Cambiar nuestras opiniones por la de los demás puede estar relacionado con el deseo de encajar o el temor a equivocarnos. Ciertamente, el hecho de que varias personas den una misma respuesta es un motivo suficiente para preguntarse ¿Estaré mal yo?, sin embargo, queda de nuestra parte analizar nuevamente la situación y confiar o no en nuestro criterio de decisión. Lo peor que puede pasar es que realmente estemos equivocados. A diferencia del mito del Lecho de Procusto, en este caso sí podemos elegir a favor de nuestra autenticidad.

    Lo planteado anteriormente puedo relacionarlo fácilmente con esta plataforma. Con el propósito de “impactar” o aumentar nuestros seguidores podemos cometer el grave error de escribir con un estilo ajeno al nuestro para desarrollar artículos que podrían gustarles a los demás o para recibir más ganancias. Esto, además de confundir a nuestros lectores, deja en la blockchain una versión falsa de nosotros mismos. Por eso, amigos de Steemit, los invito a que celebremos nuestras diferencias y apostemos a ser nosotros mismos aquí y en la vida más allá de Steemit.

    Les dejo una pequeña frase que me gustó mucho: