Carta para un ser invisible (primera parte)

No, las cosas no están tan bien. Sí, ya se que no me lo preguntaste... Bueno, en realidad nadie lo ha hecho. He intentado guardar mis miedos y mi llanto en otro lado, pero ahí están, reflejándose en mis sueños como un bucle constante.

¿Que si se lo he contado a alguien? Eso intento, pero a veces me siento invisible. Desde que me fui de casa me han pasado muchas cosas, las he tenido que enfrentar con valentía. Ya nadie me abraza para disponerse a preguntarme con ternura y pasividad qué ocurre dentro de mí... Todos los días doy tanto y pongo tanto empeño en lo que quiero hacer pero nadie nunca lo mira. A veces soy tan ciega, sorda y muda que ni mis palabras de aliento me sirven para salir adelante. Sólo sirve el llanto, los largos baños y el dormir.

Y no quisiera estar así. Necesito que alguien me escuche de verdad, me comprenda cuando esté agotada y que mi llanto no sea un solo simbolo de extrema fragilidad sino de humanidad auténtica. ¿O es que acaso nadie más llora como demente cuando se siente mal?

Pero quién leerá esto? Tan solo soy un anónimo lanzando frases a un lugar pretendiendo que alguien las entenderá. Me siento tan sola, tan vacía, tan sensible y tan desconectada... No sé como encontrar mi estabilidad de nuevo.

Quisiera que alguien se apasionara por mis cosas de la misma manera que yo suelo hacerlo por el resto. Me da miedo confesar lo mal que estoy porque puede ser demasiado para el oído del otro.

Y puede que la solución este lejos.

Con amor, la desconocida de siempre.

Lonely