La semilla de las angiospermas es una estructura sencilla y se desarrolla a partir del óvulo fertilizado. Consiste de un embrión rodeado por una envoltura (testa o cubierta seminal). El embrión se deriva de la fusión de los núcleos de los gametos masculino y femenino; es decir, es el resultado de la fertilización de la célula huevo en el saco embrionario por uno de los núcleos masculinos del tubo polínico. De manera general, el proceso de doble fertilización ocurre así:

El ciclo de vida de las plantas está dividido en las generaciones haploide y diploide, dependientes una de la otra. La generación haploide o gametofítica comienza después de la meiosis con la formación de esporas que sufren mitosis y se diferencian en grano de polen (gametofito masculino) o en saco embrionario (gametofito femenino). El grano de polen contiene dos células espermáticas, mientras que el saco embrionario contiene una célula huevo. Otras células accesorias que se encuentran dentro de los gametofitos masculino y femenino, ayudan a facilitar los procesos de polinización y fertilización. Los gametofitos masculino y femenino, se derivan de células especiales formadoras de esporas dentro de los órganos reproductivos de la flor. La generación esporofítica o diploide, comienza después de la fertilización con el cigote y origina la planta madura con sus órganos vegetativos (hojas, tallo, raíces) y las flores que contienen los órganos reproductivos (anteras y pistilo). En las plantas superiores ocurren dos eventos de fertilización: Una unidad espermática fertiliza a la célula huevo para producir el cigote e iniciar la embriogénesis y la otra se une con una célula especializada del saco embrionario, denominada célula central, para iniciar la diferenciación del endosperma, un tejido triploide que está presente durante el desarrollo posterior de la semilla y que provee los nutrientes para el desarrollo del embrión o de la planta, o ambos.

La fertilización además causa que el óvulo que contiene el embrión y el endosperma se desarrollen en semilla, y la cubierta seminal o testa se origine a partir de los integumentos del óvulo, mientras que el ovario se diferencia en fruto, lo cual facilita la dispersión de las semillas. El tamaño y la forma de las semillas es variable, dependiendo de la forma del ovario, la condición bajo la cual la planta madre creció durante la formación de la semilla y obviamente de la especie. Otros factores que influyen sobre el tamaño y la forma de la semilla son el tamaño del embrión, la cantidad de endosperma presente y la extensión en la que otros tejidos participan en la estructura de la semilla. El tamaño de la semilla es un compromiso entre la dispersión y el establecimiento. En hábitats más abiertos donde hay poca competencia las semillas son más pequeñas para asegurar la dispersión; en hábitats cerrados, predomina la semilla de mayor tamaño que origina una planta con más probabilidades de supervivencia.

La germinación es el número de pasos consecutivos que causan que una semilla, con un bajo contenido de agua, muestre una elevación en su actividad metabólica general e inicie la formación de una plántula a partir de un embrión. La germinación de la semilla comprende una serie de procesos que comienzan con la imbibición de agua y culminan con la emergencia de la plántula a través de la cubierta seminal.

Hay varias razones posibles por las que una semilla aunque sea viable no germine. Una puede ser simplemente que la semilla está seca, otra puede ser que las condiciones ambientales no sean las adecuadas para la germinación de la semilla; por ejemplo una temperatura desfavorable. En estos dos casos, la germinación se consigue humedeciendo la semilla o transfiriéndola a una temperatura adecuada. Estas semillas se dice que son quiescentes; por lo tanto, la quiescencia es la suspensión o el retardo del metabolismo o crecimiento debido a un ambiente desfavorable para este proceso.

La tercera razón por la que una semilla viable no germina es que puede estar latente. En este caso, el ambiente (agua, oxígeno o temperatura) es adecuado para la germinación pero la semilla no responde. Esta respuesta es prevenida por la existencia dentro de la misma semilla de un bloqueo hacia la germinación. El bloqueo puede desaparecer lentamente, pero, invariablemente, este bloqueo es superado por factores que no son requeridos para la germinación per se, pero hacen a la semilla capaz de responder a las condiciones ambientales favorables.

• Bewley J. D. 1997. Seed germination and dormancy. The plant cell, 9: 1055-1066.

• Bewley, J. D. & M. Black. 1978. Physiology and biochemistry of seeds in relation to germination. Vol. 1. Development, Germination and Growth. Springer Verlag, N.Y. 306 pp.

• Taiz, L. & E. Zeiger. 1998. Plant Physiology. 2nd Edition. Sinauer Associates Inc. U.S.A. 791 pp.