¡Santo Dios! Lo veo y no lo creo. Es que... ¡Jesús! Acabo de leer al mismísimo Caín de la Biblia! ¿Podría ser peor? Mi corazón sufre por él, por mi amado Maximiliano Hartnett. Esto me costará asimilarlo, estoy segura.
Yajure, esto es inadmisible. ¡No lo acepto! Me rehuso a pensar que él se suicidó.