Les maldije cada que se ocultaba el sol.
Maldije a mis demonios cada noche que pasaba, por susurrarle tu nombre a mi corazón sin parar, estaba al borde de perder mi cordura y hundirme entre la desesperación. Conté cada día que no estabas, y cuantos más faltaban para resguardar mi corazón.
A estas alturas ya no sé con claridad si estoy cuerdo o es solo otro sueño, entre mi afán y mi maldición.
Solo sé que a veces te recuerdo, pero ya no sonrío, solo sé que mi corazón te extraña pero se ha vuelto sombrío, que las penumbras de mi se han adueñado, y que si pienso en ti, ya no veo en mi, tan oscuro pasado.