Si bien, personalmente no profeso la religión cristiana católica a pesar de haber nacido y crecido en el mundo cristiano (algo que ha caracterizado al hemisferio occidental del planeta), aun preservo muchos de los valores que vienen del catolicismo (siempre he estado a favor del culto a la idea, mas no al hombre), y más que todo, la historia de la misión más importante según el clero, esparcir el evangelio, o también llamada “la buena nueva”.
Algo que podemos ver en nuestra cultura, ya sea en los libros o en los medio masivos de radio y televisión, es la historia de cómo el cristianismo penetro en Europa y luego, en América, nuestro continente, pero ¿Qué paso cuando las misiones llegaron a los lugares más lejanos?
Japón, actualmente es una potencia económica mundial, me atrevo a decir que tiene el mejor desarrollo industrial de todo el mundo por sus grandes conglomerados en materia tecnológica, y sin dejar a un lado, unas de las culturas más ricas y que han penetrado con mucha fuerza en la región occidental del mundo.
Siempre se nos ha dicho que Japón tiene una de las culturas más libres y extrañas del planeta, y que ha ido de la mano con procedimientos de secularización que ha caracterizado el mundo moderno, sobre todo en nuestro hemisferio, sin embargo, esto no siempre fue así.
El periodo Edo, o también conocido como el periodo Tokugawa, una época que es comprendida entre el 24 de marzo de 1603 hasta el 3 de mayo de 1868. Un shogunato (gobierno militar establecido en Japón entre finales del siglo XII hasta la Restauración Meiji de 1868) instaurado luego de una larga guerra civil desde 1467, en lo que se conoce como periodo Sengoku también conocida como el periodo “de los estados en guerra”, hasta el siglo XVI, finalizando el 21 de octubre de 1600, con la gran batalla que decidió el próximo Shogun (victoria para Tokugawa Ieyasu), que se produjo en las colinas de Sekigahara.
Una época relativamente pacifica, con los samuráis en la cúspide social de ese momento, incluso por encima de los nobles y cortesanos, donde Hasekura Tsunenaga, un samurái bajo las órdenes del clan Date, fue nombrado como el primer embajador oficial de América y Europa en 1615.
Si bien, el periodo Edo trajo prosperidad a Japón, tanto comercial como intelectual y artístico, mantuvo un recelo ante los extranjeros, manteniendo su valor conservador. En este periodo se intensificó la interacción con las potencias europeas en los ámbitos económicos y religiosos. Muchos comerciantes de Europa mantenían estrechas relaciones con el gobierno japonés, pero el cristianismo en Japón, cambio todo el panorama, hasta el punto de aislarse, rompiendo relaciones con países como España y Portugal, limitándose a comerciar solo con holandeses, y en ocasiones muy puntuales con ingleses.
La primera actividad misionera en Japón se dio en 1543, a manos de la compañía de Jesús (Orden Jesuita), patrocinados por el gobierno de Portugal. Ese momento había mucha crispación por la guerra civil que dio fin al periodo Sengoku, como lo había mencionado antes en este artículo. Los sacerdotes jesuitas dieron inicio a lo que se conoce en Japón como el siglo cristiano, desde 1549, hasta 1640.
Muchos japoneses fueron convertidos al cristianismo, de hecho, los jesuitas, apoyados por los portugueses, estimaban que hacia fines del siglo XVI, pudiese haber en Japón, algo más de 300.000 católicos, pero el problema viene en que muchos de esos cristianos eran personas de alto rango dentro del gobierno, sobretodo samuráis y daimyō (señores feudales).
La predicación del evangelio por los misioneros europeos en Japón, sobre todo españoles y portugueses, había incrementado en los últimos años el número de conversos, así que los monasterios budistas también comenzaban a ver a los católicos como una amenaza.
Básicamente, el shogunato Tokugawa consideraba el catolicismo como un factor extremadamente desestabilizador. El “problema cristiano” fue, en efecto, el problema de controlar tanto a los daimyō conversos en Kyūshū, isla donde se ubicaban los puertos que atracaban las embarcaciones europeas, y también un factor que pudiese generar conflictos con las familias rivales del Shogunato, como fueron el caso de los clanes Toyotomi y Arima, por ejemplo.
Por lo tanto, el cristianismo fue perseguido, dando lugar a uno de los conflictos más sangrientos de la historia de Japón, la Rebelión Shimabara, ocurrida en la década de 1630, en la que samuráis católicos y campesinos se rebelaron en contra de sus gobiernos feudales y del gobierno central. Esta revuelta campesina tuvo lugar en la península de Shimabara y las islas de alrededor (las islas Amakusa), en la actual prefectura de Nagasaki, entre 1637 y 1638, y acabó con la muerte de 37.000 rebeldes e inocentes simpatizantes.
Si bien, fue un factor detonante, la Rebelión Shimabara no fue una revuelta religiosa. Shimabara fue alguna vez dominio de la familia Arima, al mando de Arima Harunobu, daimyō de Shimabara, convertido al catolicismo en el 1580 bautizado bajo el nombre de “Protasio” por predicadores españoles. La familia Arima había sido cristiana, por lo tanto, muchos habitantes de Shimabara también lo eran.
Cuando Tokugawa Ieyasu, en su ascenso al poder, se enfrentó a Toyotomi Hideyori, el clan Arima apoyó a este último. Así que, cuando el clan Tokugawa se hizo definitivamente con el poder, Ieyasu expulsó a los Arima junto con los jesuitas de su territorio, y en 1614 nombró nuevo daimyō a Matsukura Shigemasa, con el fin de controlar el dominio de Shimabara y expandir su poder.
El nuevo señor, Matsukura Shigemasa, se sentía muy agradecido con el Shogun, por su nombramiento, por lo tanto, quería impresionarlo, así que le hizo llegar un plan de invasión de la isla de Luzón, en Filipinas, que se había constituido como la nueva base de los misioneros españoles expulsados de Japón que predicaban el cristianismo en el Pacífico. Este plan se aprobó, Shigemasa comenzó su preparación para la guerra, pero posteriormente, Tokugawa cancelo el plan para prevenir un conflicto con España, por lo que Matsukura Shigemasa quedó terriblemente endeudado.
Shigemasa, ya endeudado, también comenzó un ambicioso proyecto: la construcción de un nuevo castillo en Shimabara, una impresionante construcción con una torre de cinco alturas que se concluyó en 1624, lo cual produjo que se empezaran a cobrar a los campesinos impuestos excesivos.
En 1630, Shigemasa murió, por lo que su hijo Matsukura Katsuie heredó el cargo, el territorio y las deudas que no pudo cumplir su padre, por lo que decidió incrementar mucho más los impuestos y aumentó las asignaciones de trabajo a los campesinos para intentar aumentar la producción de las tierras.
Esto había causado mucho malestar, pero el límite llego cuando Katsuie prohibió el catolicismo en su feudo, donde abundaban los campesinos católicos, fieles al clan Arima, y que los campesinos que no cumplían con sus cuotas de trabajo, que no podían pagar los impuestos o que seguían practicando el catolicismo en secreto eran duramente castigados con múltiples formas de tortura. Fue una época de mucha crueldad.
La situación de Shimabara era insostenible, había hambruna, malestar, y sobre todo odio. Los campesinos estaban muriéndose de hambre, y no podían hacer más nada que llorar sus penas en soledad, sin embargo, muchos samuráis católicos leales al clan Arima y otros de la región de Amakusa (islas que rodean la región de Shimabara, cuya situación era similar) estaban en la región como Ronin.
Ser un ronin era un verdadero infierno en el Japón feudal. Los Ronin eran samuráis que habían quedado sin amo a quien servir. De acuerdo con el Bushido, el código que regía la conducta de los samuráis, si un guerrero quedaba sin amo quedaba deshonrado y, para recuperar su honor, debía cometer seppuku, o mejor conocido como harakiri, el suicidio ritual japonés por desentrañamiento, sin embargo, muchos samuráis decidían seguir viviendo, pero esto les hacia cargar con una gran vergüenza y malestar social.
La presencia de los ronin en la región, los impuestos, la hambruna, y la prohibición de profesar el credo hizo que se llevaran a cabo reuniones clandestinas entre campesinos y ronin para planear la rebelión.
La rebelión estalló en otoño de 1637, con el arresto y ejecución de dieciséis campesinos por practicar el cristianismo, y cuando el daikan (recolector oficial de impuestos) fue asesinado, ya que este dio orden de ejecutar a una mujer embarazada de la población de Kuchinotsu, en la península de Shimabara, cuyo marido no había podido pagar los impuestos. La mujer fue introducida en un cesto y sumergida en las heladas aguas del río hasta morir, una crueldad que desato la furia de los campesinos contra el daikan e hizo que la población Shimabara y Amakusa se alzara.
El líder del movimiento fue un muchacho de dieciséis años, llamado Amakusa Shirō, debido a una profecía hecha por misioneros cristianos, la cual decía:
Cuando una gran calamidad amenace al pueblo con la aniquilación, un Niño de Dios de dieciséis años aparecerá para salvar a todos aquellos que crean en las enseñanzas de Cristo.
Esto le hizo ganar la lealtad de los campesinos y los ronin.
Campesinos y granjeros, dirigidos por los ronin, estaban dispuestos a terminar con la represión y los abusos a los que habían sido sometidos, así les costara la muerte. La rebelión inicialmente se centro en los castillos donde residían los respectivos daimyō, el castillo Shimabara, base del clan Matsukura, y el castillo Tomioka en Amakusa, la sede del clan Terazawa. Sin embargo, antes de que los castillos cayeran llegaron ejércitos de los dominios vecinos de Kyūshū, obligándolos a retirarse.
En este punto, los rebeldes decidieron reorganizarse y combinar sus fuerzas. Los rebeldes de Amakusa cruzaron el mar de Ariake rumbo a Shimabara para unirse, formando unas fuerzas de 37.000 personas, aunque eran compuestas por ronin, campesinos, granjeros, mujeres y niños simpatizantes de la fe, reuniéndose en el castillo Hara que había sido desmantelado y desocupado cuando se finalizo el castillo Shimabara.
Los rebeldes construyeron empalizadas utilizando la madera de los botes en los que habían cruzado, además de que se armaron fuertemente con las armas, municiones y provisiones que saquearon de los almacenes del clan Matsukura.
La idea principal era que si resistían lo suficiente, los barcos portugueses o españoles acudirían en su ayuda desde la base jesuíta de Luzón, sin embargo, esto nunca paso, ya que el Shogun envió 125.000 hombres, armados y entrenados para la guerra para sitiar el castillo Hara, aparte de la ayuda que prestaron los holandeses al shogunato en la rebelión, aportando un barco de guerra armado con cañones, disparando desde la costa al castillo. La artillería duro quince días, pero viendo que no progresaban en su objetivo, se le dio la orden al barco a retirarse; los rebeldes parecían resistentes, entonces le hicieron llegar una nota a las tropas del shogun:
¿Es que ya no hay soldados valientes en el reino para combatir con nosotros, y no se avergonzaron de haber llamado a extranjeros en su auxilio contra nuestro pequeño contingente?
Esto desató la furia del Shogun.
El conflicto se extendió por varios meses, los rebeldes tuvieron algunas victorias, pero las municiones y las provisiones se agotaban rápidamente, hasta que solo quedaron armados con sus katanas. El 15 de abril de 1638 el castillo Hara cayó.
Todos los supervivientes de la rebelión fueron decapitados, incluyendo mujeres y niños, el castillo Hara incendiado, y la cabeza de Amakusa Shirō, llevada y exhibida al escarmiento publico en Nagasaki.
Al daimyō Matsukura Katsuie se le permitió cometer seppuku para limpiar su honor, y la provincia de Shimabara fue entregada a un nuevo daimyō, Kōriki Tadafusa.
Terminada la rebelión, el shogunato sospecho que la rebelión había sido apoyada por católicos occidentales, por lo que los comerciantes portugueses fueron expulsados del país. El catolicismo fue prohibido en todo Japón, y llevo a los fieles a practicar su fe en la clandestinidad. A estas personas se les conocía como Kakure Kirishitan, que en japonés significa "cristiano oculto", usando estatuas o símbolos budistas con leves modificaciones para venerar a las figuras cristianas, o incluso, construir iglesias en catacumbas, combinando el catolicismo con parte de otros credos orientales, como el budismo o shintoismo.
La persecución contra los cristianos iniciada en 1587 culminó en 1873, producto de la presión de las potencias occidentales. La libertad de religión se estableció en el Japón en 1889.
Si quieren un poco mas de ilustración, hay muchas referencias de este suceso en la cultura popular, particularmente recomiendo ver Silence, una película muy buena dirigida por Martin Scorsese, y Samurái Champloo, un anime legendario.
Fuentes:
https://www.apuntesdehistoria.net/rebelion-shimabara-campesinos-contra-el-shogun/
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_Iglesia_cat%C3%B3lica_en_Jap%C3%B3n
https://www.britannica.com/event/Shimabara-Rebellion
https://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%ADodo_Edo
Muy completo. Votado y compartido.
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Muchas gracias, un placer. Saludos!
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Lo amé. Me gustó mucho.
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Gracias bro, saludos!
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Excelente artículo! Es impresionante notar que en ciertas regiones de Japón los cristianos llegaban al 20 % al abrirse el país a Occidente , a pesar de 300 años de persecución al cristianismo.
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Muchas gracias!
Así es, y no hay que olvidar que la cultura japonesa también ha penetrado mucho en este lado del meridiano de Greenwich.
Saludos!
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muy bueno e interesante este acontecimiento,en mi opinión considero que los japoneses ,han sido a través de los tiempos una amenaza para para los imperios o las élites,y es debido a que esta nación siempre ha impresionado al mundo con sus grandes virtudes que poseen,también la capacidad de avance en todos los ámbitos,esto lo digo porque me parece injusto que el catolicismo metiendo sus narices en otros continentes con su idea de dominio e intereses políticos,haga derramar tanta sangre de nativos inocentes,por otra parte EEUU con sus dos bombas nucleares lanzadas la cual genero un gran genocidio en esta nación,pero eso es otro tema,sin embargo lo expongo como ejemplo porque me parece extraño ,que esta raza de guerreros y mentes brillantes como son los japoneses con su cultura y sus interesantes hazañas ,hayan sufrido tantas barbaridades por acciones de otros.saludos
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Bueno, en primer lugar, Japón es un imperio, que forma parte de una élite, como lo es el G8, o el G4.
Segundo, si bien, podemos notar que la orden jesuita ha tenido capítulos nefastos en su historia, el conflicto tuvo un contexto mas allá de la religión, como lo mencione anteriormente en este articulo.
Tercero, Japón tiene un papel importante dentro de los intereses occidentales, aparte de tener una gran relación con los Estados Unidos. Espero que haya despejado algunas dudas.
Gracias por tus comentarios, saludos! :)
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