Era una tarde concurrida de trabajo normal, a mis 31 años ya había cumplido la mayor meta de mi vida que era ser artista, trabajaba en un teatro muy famoso en mi ciudad, estaba acompañada de mi pareja y una familia muy hermosa que me acompañaba cada día de mi vida.
Decidí salir un rato a caminar para dar un paseo y despejar mi mente de los quehaceres del día a día, a lo lejos disipé un salón de baile, recordando que era otra de mis pasiones que frené un poco dos años de mi vida por razones poco lógicas, pero ocurrió de esa manera. Observé a un hombre paseando a su can y una pareja de ancianos dándole comida a las palomas en el parque, sonreí para mis adentros porque me parecía una escena muy adorable, mientras andaba, me fijé un lugar que captó mi principal atención, se llamaba '' El salón de los espejos'' me acerque para ver de que se trataba y leí una descripción que decía (el espejo que elijas te llevará a un encuentro que necesitarás ver) yo curiosa levante una ceja preguntándome de que se trataba eso
Decidí entrar y caminando hallé varios espejos en los cuales me veía reflejada de distintas formas en cada uno, lo que me pareció curioso es que cada uno tenía escrito palabras en un idioma desconocido para mí, eran unos jeroglíficos extraños, continué mi camino viendo mi reflejo y los distintos diseños de espejos que había en todo el lugar. Un gato negro de pronto apareció y corrió hacia una esquina; lo seguí me parecía curioso que hubiera un gato ahí. Entonces noté un gran espejo color caoba con unas letras escritas, esta vez estaban en español, tenía escrito la palabra ''Reencuentro'' de un momento a otro el espejo se oscureció mostrando sólo mi forma y unos alrededores color mate que se veían reflejados en él, pegué un pequeño grito cuando vi al gato negro entrar en el espejo, y ahí me horroricé y me pregunté, ¿qué diablos acababa de ocurrir?
Curiosa simplemente toqué el espejo y vi como mi mano entraba en él, con mi corazón a millón ingresé otra mano y poco a poco mis piernas hasta entrar por completo en él, abrí mis ojos expectante al notar mi habitación de cuando tenía 18 años de edad, llena de dudas en mi me pregunté que estaba pasando. Entonces vi entrar a una chica llorando, gritando y emitiendo sonidos de queja y dolor. — ¡Déjenme en paz, odio vivir aquí, odio esta familia, la culpa de que yo este así es de todos ustedes, ya déjenme en paz! — Abrí mis ojos sorprendidos al notar que era yo esa chica. Recuerdo cuando viví eso, tenía ojos ojerosos y estaba realmente delgada no paraba de llorar, de pronto sentí un nudo en la garganta recordando cuantas cosas experimenté esos años, me contemplé llorando recordando esa escena en la cual me decía a mi misma que no quería vivir más ahí, quería dejar de vivir y dejaba pasear esos pensamientos mucho tiempo por mi mente.
De pronto la escena se tornó distinta, viéndome a mi misma en un psiquiátrico, me inyectaban, me daban medicamentos, tenía días de terapia con una doctora que me escuchaba hablar de forma desordenada con disparates poco formulados. Finalmente recordé que mis horas nocturnas de sueño eran escasas, dormía sólo de día, dando como conclusión unas 48 horas sin sueño profundo, experimenté una psicosis en donde mis sueños se desvanecían cada vez que me veía inmersa en ese lugar. Se cambió la escena a mi en un lugar iluminado, era una especie de templo japonés, una señora estaba frente a mi concentrada con una mano apuntando a mi frente yo tenía los ojos cerrados y me balanceaba de un lado al otro.
Finalmente recordé que aquellos días; sentía que me perseguían queriendo asesinarme, más una voz que escuchaba en mi mente diciéndome maldades. La escena se tornó distinta, viéndome tratada por distintos doctores y enfermeros, recetándome pastillas y hablándome sobre distintas situaciones, hechos y tratamientos posibles. En cuanto a eso recordé que llevo más de 6 años sin recibir ningún tipo de medicamento. La escena estaba en otro color, estaba escribiendo relatos en una computadora, luego se disipó otra con un grupo de amigos viéndome ingresar a la escuela de artes, todo estaba entrelazado. Recordaba que quería dejar de vivir asumiendo que jamás hubiera logrado nada por lo cual me había esforzado en toda mi vida. Comencé a llorar de la nostalgia y retrocedí cayendo de nuevo en la acera de la calle, estaba algo sorprendida ya que todos esos hechos de mi vida los había olvidado, sentí lo valiosa que era mi vida. Abrí mucho mis ojos de sorpresa y giré mi cabeza buscando la tienda de espejos pero no hallé nada, mi teléfono vibró y era David mi actual novio, me había enviado un mensaje invitándome a ir a su conferencia de la tarde, limpie mis lágrimas y contesté el mensaje, me levanté del suelo y caminé hacia la conferencia.
