Amor a primera vista.
Parte I
Las calles húmedas aún, por la fuerte lluvia de la noche anterior, convertían el tráfico vehicular en una lenta y tediosa marcha fúnebre.
Podemos ir más rápido, si no circularan con tanta cautela ─comentó uno de los ocupantes del pequeño autobús que cubría la ruta por la avenida que cruza, la políticamente convulsionada ciudad metropolitana en un país Latino Americano.
Eran justo las siete de la mañana de un lunes del mes de agosto, en un año del siglo veinte.
“Mas vale llegar tarde que nunca” ─intervino la linda chica que se encuentra sentada a su lado. Como una pasajera más de los veinticinco ocupantes que llenaban el comprimido transporte. Aburridos algunos y preocupados otros.
Si no llego a tiempo para el comienzo de labores, donde yo trabajo, pasaré a formar filas en la gran masa de desempleados de este país. Solo faltan cuarenta y cinco minutos para presentarme en la fabrica y al paso que vamos llegaré retardado, no tengo alternativa perderé mi empleo. ─pensó en voz alta el atlético y joven pasajero.
La chica quiere charlar con el y aprovecha el momento para continuar la conversación y amistosamente le hace una recomendación a su compañero de asiento. Ahora con cara de: “pasajero preocupado”.
No debes inquietarte por eso: “todo en la vida tiene solución, menos la muerte” ─recordó haberlo oído muchas veces. Es un proverbio popular utilizado para animar a “alguien” con problemas personales. Como en este caso, al desconocido “compañero de asiento” y continuó, ahora asumiendo el rol de concejera─ con el dinero que te corresponde por el tiempo de servicio que tienes trabajando para la empresa, podría iniciar tu propio negocio.
¿Un negocio propio? Preguntó extrañado el pasajero. Y como lo dicho por la chica sonaba interesante, dio la bienvenida a la oportuna recomendación de su compañera de viaje. Pues esa idea siempre estuvo en su soñadora mente. Continúe ¡por favor! ─le pidió casi rogando el pasajero.
Conozco a mucha gente, ─le satisfizo la pasajera─ que ha pasado por la misma situación que usted, que por razones ajenas a su voluntad han sido despedidos de sus empleos. Quedando vacantes y sin esperanzas de un nuevo trabajo, sin embargo cuando recibieron la paga correspondiente a su arreglo por despido de parte de la empresa donde prestaba sus servicios, lo invirtieron en mercancía económica comprada en los puertos libres la trajeron a la ciudad la ubicaron en un puesto disponible de alguna avenida o calle de su municipio y ahora trabajan como empresarios en el comercio informal ironizó la pasajera
El rostro del pasajero se tornó de preocupado a ofendido, pues no podía dar crédito a la incomoda sugerencia que acababa de oír y sentándose en posición erguida y prepotente bajo una mirada aguileña le pregunta a su acompañante.
¿Como te llamas?
¡Rosa! ─le responde temerosa la muchacha al notar el repentino cambio de una posición pasiva a una conducta agresiva en su compañero de asiento.
¡Mira… Rosa! ─le dice en forma de reclamo el preocupado y ahora casi molesto pasajero─. Estudié y me gradué en una importante Universidad aunque con mucho sacrificio económico y muchas tediosas horas de estudio obtuve muy buenas calificaciones y menciones honorificas, soy un profesional universitario te perdono tu orientación porque no sabes nada de mí, pero eso que me aconsejas jamás lo haré.
Pues si te echan de tu profesional e importante trabajo tendrás que trabajar como: buhonero, ladrón o traficante, porque otro empleo como están las cosas de mal en este país, no encontrarás. Dijo severa y tajantemente Rosa seguidamente viró su mirada al resto de los pasajeros en señal de que la conversación se daba por terminada.
Pasaron treinta minutos y solo un kilometro más marcaba el velocímetro.
Faltan cien metros para llegar a mi destino. Comunicó muy sonriente Rosa en condición de despedida.
Hemos charlado un largo rato y aún no sabes mi nombre ─le dice el desconocido pasajero. Tenga usted por favor y le extiende una tarjeta de presentación por favor llámeme, me gustaría oír de nuevo sus concejos. Usó un tono gracioso para decirlo.
José Ruiz: ingeniero civil, dirección de la empresa, numero telefónico. Un pequeño logo representando un pequeño edificio era el contenido de la tarjeta.
Llámeme usted le respondió Rosa y le entregó su tarjeta: Rosa Cárdenas licenciada, depto. De administración y todo lo demás.
Fin de la primera parte. Esta historia continuará
Escrito por:
Tomás A Flores
Me gustó, se ve interesante y que promete, sigue así
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gracias por leer la parte I espera la II
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Esperaremos la continuación...
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