Thomas caminaba, como todos los días, hacia la universidad, un trayecto algo largo que a veces lo hacía en bicicleta, pero el miedo que sentía por las alturas lo obligaba a hacerlo a pie y no con el único medio de transporte que tenía, por eso prefería caminar, así se sentía más seguro al atravesar el largo puente para llegar a clases.
En el trayecto desde su hogar hasta la casa de estudios, para mala suerte de Thomas, había que atravesar un puente con una inmensa altura, que al pasarlo hacia que se mareara, ya que el vértigo que sufría le daba una sensación de inseguridad, y para él era mejor el recorrido a pie, ya que al producirse este pánico en otras ocasiones se lanzaba al piso, cerraba sus ojos hasta que llegara la calma.
Thomas había estado en tratamiento médico por esta inseguridad que sufría, en sus charlas con el galeno también le comentaba que muchas veces se despertaba repentinamente porque soñaba que volaba muy alto y luego no podía bajar, lo que provocaba mayor pánico en el joven.
Un viernes por la tarde, de regreso a casa luego de clases, pudo ver como un camión había estrellado contra las barandas del puente, cuando los obreros quitaban los pasamanos hizo que un sudor frío recorriera el cuerpo del joven al pensar que cuando pasara por ahí el vacío sería mayor.
Ya en casa, ese fin de semana, su mente se encontraba en el puente, pero su cuerpo en casa, no tenía un solo minuto de descanso que no fuera robado por la preocupación de atravesarlo el siguiente lunes, aunque la distracción llegó cuando su madre le pidió ayuda en los quehaceres del jardín, así tuvo un agotador día de trabajo que lo hizo despejar malos pensamientos.
Agotado por el cansancio, y entregado a los brazos de Morfeo, cayó en un profundo sueño, mientras caminaba por el puente un auto que pasaba a gran velocidad tocó la corneta e hizo perder el equilibrio a Thomas dando vueltas para finalmente caer al vacío.
Pero esta vez en la caída no sentía temor alguno, por el contrario se mantenía firme en el aire con mucha seguridad, de pronto surgió lo inesperado, unas inmensas alas se abrían en su espalda por lo que comenzó a zigzaguear en su vuelo a lo largo del puente.
A lo lejos pudo mirar el auto cuyos ocupantes se burlaron cuando caía del puente, inmenso en su vuelo se paró sobre el techo del automóvil, lo que hizo que éstos lo abandonaran y se perdieran del lugar despavoridos.
Al despertar estiraba su cuerpo, algo que nunca hacía, le preguntó a su madre si había otras tareas que hacer en casa, ésta con una sonrisa le agradeció por lo espontáneo, ese domingo se retiró a estudiar todo el dia.
Ese lunes cuando caminaba por el puente se acercó hasta uno de los obreros que reparaba el pasamanos por el accidente, muy cerca del vacío Thomas le dijo, −deben reparar eso pronto, recuerden que mucha gente le da miedo las alturas−, el obrero se dirigió hacia él y le dijo, −por lo que veo a usted no le da ni cosquillas.
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