“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.
Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.
Capítulo dieciocho
Melquiades era la antítesis de “el francés”; mientras que este último, ya entrado en los cuarenta, era frío y calculador, y únicamente mostraba su carácter más violento en contadas ocasiones, el primero era un joven rebelde muy echado para adelante, cercano ya a la treintena, que tenía una marcada bipolaridad en su personalidad.
Ingresado varias veces de adolescente en un centro de menores, era el típico preso de entrar y salir; no atesoraba ningún delito grave, solo pequeñas condenas de poca o mediana duración. Existían rumores de una supuesta relación de incesto con su madre aunque se desconocía la procedencia de esa información; lo cierto es que su madre protagonizó varios altercados frente al Centro Penitenciario por su activismo en defensa de los derechos de los presos, y en contra de las supuestas torturas a las que los internos se veían expuestos.
Melquiades, a quien su madre puso ese nombre en honor a uno de los personajes de "Cien Años de Soledad", tuvo numerosos problemas con los trabajadores del Centro; a pesar de vivir en un barrio alejado de la capital, en más de una ocasión se le veía frecuentando bares y lugares de ocio donde acudían los funcionarios en sus ratos libres; Melquiades no dudaba en amedrentar e intimidarlos con continuas provocaciones, hecho que le ocasionó más de una denuncia en su contra. Cuando regresaba de nuevo a prisión se excusaba y mostraba una actitud dócil durante cierto tiempo evitando posibles represalias; siempre alegaba que dichas conductas las había tenido bajo los efectos del consumo de drogas.
Pero Melquiades no tardaba mucho en mostrar su bipolaridad; era una auténtica bomba de relojería capaz de soliviantar un patio entero. Tenía su pequeño grupo de acólitos seguidores todos bajo el mismo perfil: gente joven, sin estudios, con un bajo coeficiente intelectual, obsesionados con el culto al cuerpo, carne de gimnasio, los clásicos chulos de barrio que buscan impresionar a las chiquitas adolescentes, quienes extrañamente se sienten atraídas por ellos.
Melquiades no tenía ninguna capacidad para organizar ninguna trama dentro del Centro que pudiera hacer frente a “el francés”, pero si era muy fácilmente manipulable y podía servir de punta de lanza a alguien más inteligente que quisiera valerse de sus aptitudes. Aquí entró en juego Johnson, un veterano boxeador inglés que llevaba muchos años afincado en el sur de la isla. En una zona plagada de hoteles y apartamentos turísticos, donde los 365 días del año hace buen tiempo, las mafias extranjeras encuentran un caldo de cultivo fantástico para sus actividades delictivas. Mafias inglesas, rusas e italianas compiten por el tráfico de drogas, la prostitución y el control de los lugares de ocio.
Johnson se hizo su sitio en este ambiente, primero como sicario y posteriormente como capo de su propio grupo; supo eludir durante mucho tiempo la acción de la justicia, pero una gran macrooperación policial propició que acabara con sus huesos en la cárcel. Tan solo se trataba de cambiar el modus operandi; Johnson seguía dirigiendo de igual forma sus negocios desde prisión; a través de sus abogados y visitas de amigos, dictaba las instrucciones precisas; tampoco tuvo demasiados problemas para hacerse con un teléfono móvil; de hecho fue “el francés” quien se lo consiguió, sin saber que estaba ayudando a su futuro enemigo.
Johnson comenzó a concebir un plan para hacerse con el control de la prisión; al encontrarse viviendo en el mismo módulo que “el francés”, le era muy fácil controlar todos sus movimientos y conocer de qué forma trabajaba. Tenía a su servicio a un pequeño grupo de hooligans ingleses a los cuales sobornaba para que le protegieran, y a eso había que añadirle el grupo de Melquiades, quienes serían los responsables de la acción y el juego sucio.
Melquiades y sus secuaces se dedicaban a intimidar y amenazar a internos que estaban a punto de salir de permiso de salida, para que introdujeran droga a su regreso. Se les obligaba a que acudieran a un punto de encuentro donde le suministrarían las sustancias que posteriormente debían llevar de vuelta al Centro al terminar el permiso. Las coacciones solían tener éxito ya que los internos temían por su integridad física y en ocasiones por la de sus familias, a las cuales también se las amenazaba. Johnson siempre se mantenía al margen y era Melquiades el que daba la cara a cambio de tener su tarjeta de economato repleta de dinero todas las semanas.
La tensión comenzó a crecer día a día ya que “el francés” veía peligrar su fuente de ingresos. Melquiades estaba muy revoltoso y había que frenarle los pies. Los funcionarios denunciaron a sus Jefes y a la Dirección del Centro que la situación estaba muy tensa; a pesar de que algunos internos eran cambiados de módulo, se sucedían los pequeños conatos de pelea entre presos y altercados con los funcionarios.
Aunque Matías, Freddy y compañía vivían en otro módulo diferente y por tanto eran relativamente ajenos a esta polémica, también se veían inmersos en estos acontecimientos; recibieron algún toque de atención por parte de la banda contraria en aquellos momentos que los internos circulan por el Centro de un sitio a otro. A su vez también recibían presiones de algunos funcionarios para que se chivasen de las diferentes tramas; se sospechaba claramente de “el francés” y Johnson, pero había que atraparles con pruebas claras.
Continuará.
En los siguientes enlaces puedes leer los capítulos anteriores:
Capítulo uno, Capítulo dos, Capítulo tres, Capítulo cuatro, Capítulo cinco, Capítulo seis, Capítulo siete, Capítulo ocho, Capítulo nueve, Capítulo diez, Capítulo once, Capítulo doce, Capítulo trece, Capítulo catorce, Capítulo quince, Capítulo dieciséis, Capítulo diecisiete
Amigo, como siempre, es genial leer esta interesante historia:)
Feliz comienzo de semana, un abrazo! @torkot
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Muy agradecido!
Saludos!
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