Le huyes al fracaso.

Ella era buena pero le gustaban los chicos malos.
21 años. No tan alta, con cabello largo lacio color negro, manos suaves y unos hermosos labios rosas. Un amor en toda su vida pero con los suficiente daños para no volver a tener más. Rodeada de una buena familia y verdaderos amigos, aún así ha conocido lo agrio que es la traición y puñaladas de quien menos lo imaginaba.
Un par de admiradores que le aseguran su buen físico. Sonriente, alegre pero yo sabia que ocultaba algo.
No se apresuraba a nada, seguía esperando que la vida la sorprendiera sin saber que era lo que necesitaba pero la veía tan llena de vida, tan independiente, tan ella que me sentía enamorado al ver la profundidad que transmitía su mirada.
Teníamos tantas cosas en común que algunas veces nuestra conexión era tan intensa que solíamos ser insoportables para los demás.
Algunas veces solía ser tan cruel si no le cumplías una promesa, aunque le enviaras las mejores flores las dejaría morir.
Eramos modernos, pero con una amistad de los 80's.
Para mi, ella no era la mejor... Era la única.
Le huía al fracaso, debido a su alto coeficiente intelectual podría estudiar o denominar en que ámbito podía tener éxito y en cual no, pero no hablamos sólo del académico o laboral también estamos hablando de otra de las cosas que teníamos en común: Los hombres.
Algunas veces me confundía porque ella no tenia un estándar definido para ellos pero eso sí: Todos mayores que ella. Sabía que no obtendría nada bueno de alguien de su edad, le encantaba alguien con experiencia, que la hiciera dudar pero ella siempre tomando el mando en cada situación (Sí, hasta en eso eramos iguales).
Adictos al Alcohol, un par de cigarros y unas buenas carcajadas para que nuestro sábado fuese perfecto.
A ella la veía como si fuese mi Himno Nacional, de verdad la amaba.
Algunas veces temía que en un futuro por distintas razones ella se alejara de mi o me traicionara de una manera que no tuviese perdón porque de algo estaba seguro y era que no quería excluirla de mi vida.
Para mi ella un diamante en bruto que no había sido explotado y las personas que estuvieron potestad de hacerlo no sabían del recurso que tenían frente a sus ojos.
Amaba sus abrazos y la manera que se maquillaba, admiraba su manera de balancearse cuando bailaba siendo tan coqueta pero tan perfecta como si estuviese en el Paraíso y ella fuese un ángel entre demonios.
Amaba su alma dulce cómo mermelada.
A ella no le importaba mi pasado, ni las cosas que hacia y por su nivel de aceptación era una de sus maneras de demostrarme su amor; Aunque a veces me miraba con su cara de avergonzada por algunas de mis actitudes en estado de ebriedad mientras me derrumbaba.
Quizás estaba olvidando lo que era el Amor, hasta que la conocí.
Me hacia sentir el calor del Sol así estuviésemos bajo una tormenta en la madrugada.
Dicen que nada es para siempre, por eso disfrutaba cada momento a su lado.