Deja que te encuentre
y que te bese.
Deja que tiña tus mañanas
y te acurruque en las noches;
mientras por el día soñamos
que la lluvia cae y solo nos queda abrigarnos.
Deja que te enseñe la paciencia de quien ama con tranquilidad,
la confianza y la fe de las historias de amor
que nos contaban nuestros abuelos;
así te hago entender como se eriza la piel
con amor o con tan solo verte.
Sonríes y sonrío,
como niños torpes, pero ilusionados,
que se han dejado enseñar tanto.
Asegurándonos de durar así toda la vida
y aún en la distancia, dejarnos adorar
y apostar por durar hasta un rencuentro.
Si es necesario atemos un hilo a un muñeco,
prendamos velas ante santos puestos de cabeza
o atasquemos los celulares de tantos mensajes,
hasta que alguno sepa del otro.
Y si vuelves sin conocerme
empecemos la guerra,
deja que te enseñe de nuevo...
como arde la piel mientras las caricias te miden.
Deja que te enseñe el amor y los besos,
ya después dejaras de buscarlo,
pues ya lo tendrás.
Y si pronto decides dejarlo,
entonces tendrás que enseñarme a olvidarlo,
pero despacio que entonces comenzaras la batalla
y no nos enseñamos como atacarnos,
no fuera del amor.