En aquél tiempo la vida de jubilados que llevábamos en nuestro querido barrio Lucys sufrió una increíble sacudida que poco faltó para volvernos locos a todos. Era cierto que personas sin quehacer como nosotros sufríamos por lapsos importantes de éso que llaman aburrimiento, de tal modo que la noticia de la llegada de la televisión por cable revolucionaba todo nuestro mundo pues aseguraban series de diferentes tipos, películas, noticieros nacionales e internacionales y hasta algunos canales con cintas pornográficas además de canales con todo tipo de deportes. Todo un mundo nuevo de diversión que nos caía como regalo del cielo aunque con un pequeño gran problema, era caro, muy muy caro, por lo menos para nosotros que contábamos con pensiones discretas que nos aguantaban para vivir decorosamente pero sin lujos y ésto del cable lo era.
Había a mediados de cuadra un vecino que durante un largo período de tiempo laboró en la Empresa Estatal de Luz y Fuerza y que conocedor de cables, corrientes eléctricas, señales etc decidió contratar el servicio de Tv en cable. Todos los demás estábamos expectantes y comiéndonos los mocos de envidia. Por las tardes disimuladamente pasábamos caminando por la banqueta frente a la ventana donde tenían la televisión y como no queriendo escuchábamos los programas.
De pronto todo cambió Una tarde que jugábamos dominó en la esquina de la tiendita llegó nuestro vecino y sin decir agua va nos la soltó. ¿Quieren todos tener cable?
¿What? ¿Como? ¿Que que que?
Pronto nos explicó el cuando, el como, el a que hora y todos enterados de lo necesario nos preparamos para el día siguiente hacer la conexión, todos a la casa del vecino titular de la línea.
Con escalera, cable, terminales, pinzas, etc ésa misma tarde todos conectados disfrutamos de la programación del cable en nuestras casas. Todo estaba muy bien, pero al cuarto día la imagen en las teles se tornó borrosa al grado de no distinguir a los personajes. Al quinto días de plano las pantallas estaban prácticamente obscuras.
Alarmados ante tragedia tal e indignados por el deficiente servicio fuimos a entrevistar a nuestro vecino titular de la línea quién sufría de las mismas fallas y quién nos hizo saber que el problema era por el exceso de colgados en una misma conexión. Que era necesario según él hacer un ajuste en cada una de las conexiones para aclarar la imagen. Uno de los vecinos propuso que independientemente del ajuste individual firmáramos un manifiesto de protesta dirigido a las oficinas del cable haciéndoles saber que la Asociación de Colgados del Cable protestaba enérgicamente ante la pobre calidad del servicio y que de seguir así no contrataríamos con su empresa.
Mientras tanto, dispuestos a hacer los ajustes necesarios todos reunidos en la esquina de la tiendita y armados con una escalera antediluviana que pesaba como una tonelada y que cargábamos entre tres, guantes, pinzas, cinta de aislar y otras cosas empezamos a manipular una por una cada conexión. En la última de ellas y estando el más bajito de todos trepado en lo alto de la escalera moviéndole a la conexión correspondiente alguno de los mirones de abajo gritó "ahí vienen los del cable"
Todos nos pusimos frenéticos. La mayoría salió corriendo buscando refugio en cualquier puerta que se apreciara abierta mientras el que se encontraba arriba de la escalera trataba de bajar a gran velocidad y su ayudante detenía la escalera por si las dudas. Alcanzado el suelo, el que acababa de descender se echó al hombro el monstruo de escalera y salió corriendo tratando escabullírsele a los de la camioneta oficial. Obviamente no se pudo. La camioneta alcanzó al de la escalera y su ayudante y marcandoles el alto los detuvieron.. Como era costumbre, se trató de sobornar a los trabajadores que seguramente eran marcianos pues no aceptaron ni un centavo y finalmente después de las averiguaciones correspondientes los señores terminaron por cortar todas las conexiones incluyendo la del vecino titular a quién ficharon como revendedor de la señal. Al compañero que cargó la escalera le resultó un lumbago tremendo por cargar la escalera que pesaba como tres veces más que él y al ayudante que detenía la escalera le resultó una crisis de diarrea que terminó en el hospital para su tratamiento.
Finalmente, después de apreciar los estragos sufridos por la conexión del cable se decidieron tres cosas: Dejar pasar un tiempo (tres meses) para que se enfriara el asunto. 2.- Conseguir una escalera de aluminio y 3.- Reintentar la conexión pero ahora con dos titulares para evitar que la imagen se viera borrosa en las teles y desde luego no enviar oficio alguno de protesta no fuera a ser que se enojaran. Y así seguimos pues sin cable no sólo por tres meses sino por casi un años en que dejándonos de tarugadas fuimos uno por uno contratando como debe de ser el servicio. Ni modo, la modernidad cuesta.

                                                                                                                     Saludos. urbygenel