El centurión

in spanish •  6 years ago 

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En una cálida tarde, bajo la sombra de unos aceitunos, descansaba, en compañía de mi legión del águila negra, de los centuriones, bajo el mando de Marco Aurelio, mi nombre es Trivios, comandaba a veintes hombres, a mis disposición y defender la posición del águila negra, contra la opresión de los barbaros, que era muy salvajes, estoy en esta travesía, hace dos inviernos, solo recuerdo, la dulce sonrisa de mi amada Josefina, después de la orden del emperador, me dolió mucho sepárame de ella, pero esta mi hijo Arquímedes, pero me toco, alejarme de ellos, para cuidar el imperio, desde el norte, por las amenaza de muchos salvajes, que eran los bárbaros del norte, ya que la construcción, de un muro, no lo era tan suficiente para retenerlos.


Ya paso un invierno más, ya no tenemos, mas comida, solo está pesada y robusta la montura de la águila negra, que precio vale defender esta imagen en nombre del emperador Flavio, no consigo avanzar nada, solo un alma despedazada, pediría su muerte muy rápida, solo nos quedan solo siete caballos, porque los demás lo sacrificamos, para comer, no olvidos las lagrima de estas bestia, a la hora de su muerte, la cual no fue digna, seguimos en la custodia del muro, ya en la anochecer vimos, una grieta, muy grande en el muro, el cual me dice que fue penetrado, en el amanecer del otro día, envía a cinco de mis hombres a realizar una expedición después del muro, pasando por la grieta.


Trascurrido medio día, tan solo regresa un solo hombre, con un solo brazo y el otro desmembrado, lo más macabro, que colgaba en una cuerda, en su pecho las cuatro cabezas de los restos de los hombre, que ser vivo haría tan masacre, cuando me acerque al pobre guerrero mal herido, solo nos dijo lárguense, mueren muy mal herido, solo pienso, que misterio me espera detrás de los muros. Ya los me quedan unos poco hombre mientras llega, el apoyo de la próxima legión.


Espero dos noche más, cuando despertamos, ya no estaban, los pocos caballos que nos quedaban, no sé qué juego están jugando estos bárbaros, solo la intensa niebla, invade nuestra morada, solo es cucho muy distante en el horizonte, que alguien cabalga, no lo logro ver con esta niebla, doy la de mando que estén prevenido, cuando se acerca, logro ver a mi hijo, lo cual me sorprende que hace aquí, hijo mío, que hace en este lugar, que está abandonado por todos, padre mi madre falleció, soy lo único que te queda, llevo varios días, en llegar a este lugar, para estar a tu lado, el pobre hombre, se desploma en ese lugar de la nada, su hijo lo levanta, que todavía hay esperanza por vivir. Abraza a su hijo y lo prepara para la encrucijada, de lo que esconde detrás del muro.


La niebla se mantiene, ya estamos preparado para sumergirnos, en lo inesperado, ya solo somos diez hombres con mi hijo, prendemos varias antorchar, para lograr ver en la niebla intensa, logramos pasar en la brecha que hay en el muro, está solo, no se escucha nada, seguimos hacia adelante, logro ver como especia de una ruina, escondida por la vegetación, que no pareciera que estuviera en este rincón.


Al acércanos, vemos colgado lo que queda de los cuerpos de mis hombre, que envié a patrullar, será como un tipo de mensaje, solo veo como una gran sombra trata de apagar, las antorchas, pero no logro ver nada, escucho, como si alguien gritaran dentro de la ruinas, seguimos, para saber, realmente, que es lo que, nos amenaza, pero veo, que algo se lleva a mi hijo, y derriba a dos de mis hombre , lo que si estoy seguro, es que no tiene nada que ver con los bárbaros, solo corro hacia más adentro de la ruina, en busca de mi hijo, solo veo, mucho cadáveres, de varios centuriones y bárbaros también, que será lo que ocurren en este lugar, donde solo existe la muerte, logro escuchar, que mi hijo grita, pero no veo, donde encontrarlo, entramos en una recamara, donde se ve una antorcha prendida y veo a un hombre atado con las manos arribas, llegamos y lo liberamos, pero noto que está ciego, le pregunto qué es lo que pasa aquí, este le responde, este es un lugar solo donde las almas, nunca se van. Yo soy de la tercera legión, perdí la vista, pero recuerdo el rostro de la macabra criatura que camina entre los vivos y los muertos, es una especie de guerrero, que custodia un cuerno de oro, pero nadie ha logrado encontrar, solo consigue la muerte, lo único que sé, que siempre debe haber un guardián de este lugar, y un sucesor, será esa criatura que toma a mi hijo, ve y encuéntralo, sino será condenado por siempre, recuerda algo mi general, dime pobre hombre, se dice, que siempre debe haber un defensor de estas ruinas.


Seguimos a avanzando más al fondo de las ruinas, veo en las paredes una figura, que realmente, que no están hecha por el hombre, entramos en otra recamara, pero encontramos una trampa, mueren otros de mis hombre, ya solo quedamos tres, será que, este lugar es el infierno, llegamos ya al centro de la ruinas, veo a mi hijo, amarrado en una especie de montículo, con una escritura marcada en su cabeza, que será este un ritual, voy hacia él, para liberarlo, pero sale una guerrero, que su apariencia macabra, y esquelética, solo se le ve que tiene un solo ojo, y nos ataca, caigo herido, me corta con un hacha, tiene apariencia que fue en vida un bárbaro, mis dos hombre pelean con la criatura, como pude libere a mi hijo, y este le dice padre salgamos de aquí, no si ante que se acabe con la muerte de la criatura, pero esta mata a uno de los guerrero y el otro caí mal herido, me vuelve arrojar contra la pared, toma a mi hijo nuevamente, y lo lleva al montículo, para que tome su lugar, me levanto, le digo que tome mi alma, pero que dejara vivir a mi hijo, la criatura se retrocede para atrás, y libera a mi hijo, me hace señal que me acerque, al montículo, con su dedo esquelético, me marca la frente, se arrodilla, tira el hacha, y comienza a volverse polvo, el montículo se derrumba y emerge desdés las profundidades, un cofre con monedas de oro y un cuerno también chapado en oro, entre mi hijo y yo tómanos el cofre, también levantamos, al únicos de mis hombre que queda vivo, salimos de esa ruinas, pero al momento de cruzar el muro, mi frente comienza, a votar humo, en donde me marco la criatura, me arrodillo, mi carne comienza a caerse de mi cuerpo y prenderme fuego al mismo tiempo, a pasar unos minuto, solo quede como un esqueleto, estoy condenado a estar en esta ruinas, le dice a su hijo que se valla, con el guerrero, pero que, le deje el cuerno, sino también, vivirá la condena.


Con su dolor, mi hijo lo hace, se lleva el cofre y ante que se marchara, le dice al guerrero, que le envié un mensaje, a Marco Aurelio, yo Trivios, de los centuriones del águila negra, defenderá esta parte del muro, mientras que yo cumpla esta condena, y donde está la grieta del muro, levantara el busto de la águila negra, como mensaje que aquí está la legión del emperador.


Así se cumplió su deseo, devolvió el cuerno, hasta el montículo en las ruinas, y defendió el muro, con el tiempo ningún bárbaro volvió a cruzar, el muro en esa parte del norte, nuestro esquelético guerrero, solo espera quien tomara su puesto en la ruinas, para cuidar el misterioso cuernos.

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