Relato de un tal Carlos

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Hay amores de todo tipo. Amores inocentes, casuales, dulces y románticos; amores ácidos, tóxicos y también los hay inolvidables. Y es precisamente este último tipo del cual escribo hoy y se trata de Carlos.

Carlos es un personaje cualquiera; no necesariamente es un nombre real, pero sí es una persona que existió; que de hecho, aún existe, aunque hace mucho que no nos comunicamos, sé que aún existe y que lleva su vida como cualquier otra persona.

Pero precisamente es ese amor INOLVIDABLE que te cambia. Le da un antes y un después a tu vida. Este amor cambió mi vida y mi perspectiva en las relaciones. Asimismo, me motivó a exigir más de otra persona, ya que él siempre me daba más y no me podía conformar con menos. No estamos hablando de un plano sexual ni físico.

Carlos es ese tipo de persona en la que podía confiar y abrirle completamente mi alma. Recuerdo que solo lo veía por las noches afuera de mi casa, ya que era el tiempo que podíamos compartir. Él trabajaba y yo estudiaba; así que nuestras confidencias quedaban selladas bajo la luz de la luna, el escenario más romántico que podría existir; inclusive una serenata de grillos hacía relleno al fondo de la silenciosa noche. Recuerdo que me tomaba de las manos y hablábamos por horas de cualquier tópico que se nos ocurriera. Cualquier tema era interesante, aun la hormiguita que iba pasando por el camino en ese instante.

En cada encuentro con Carlos, le pedía a Dios que detuviera el tiempo y me permitiera estar más con él. Desafortunadamente, la ley de la relatividad del tiempo existe y esos momentos juntos pasaban muy rápido, nunca era suficiente porque esas conversaciones con él me daban vida.

Él es clase de personas que son motivadores por excelencia. Cuando estaba con él te impulsaba, te animaba, te ayudaba. Con sus palabras de aliento, no importa si estabas en el subsuelo, al final del encuentro te sentías más vivo.

Tenía ese don y sí por eso me enamoré de él. Lo amaba realmente y siento que nunca amaré a nadie como él. No solo era su personalidad vibrante que cautivaba. Era fácil entablar cualquier conversación con él porque era un joven que a su corta edad sabía mucho de la vida. Se paraba tempranito para ir a trabajar. Tuvo que dejar de estudiar para ayudar a su mamá y a sus hermanos menores. Su padre había muerto hace algunos años atrás dejándolo a él y a otros dos hermanos huérfanos y siendo huérfano tuvo que enfrentar muchas cosas él solo y madurar prácticamente antes de tiempo, trabajar y ser constante.

Se preguntarán porque si todo iba bien con Carlos ya no son nada. Tuve muchos problemas en mi relación con él. El principal fue que él tuvo que mudarse y mis padres no me permitían que fuera a visitarle. Así que, nuestros encuentros casuales de noche tuvieron que terminarse.

Realmente me dio mucha melancolía separarme de él. A pesar que después de él tuve otras relaciones, y por supuesto, reconociendo que nunca es positivo hacer comparaciones. No hay punto de comparación porque Carlos más que mi novio, llegó a ser realmente un amigo y la relación más madura que pude tener a mis cortos 14 años de edad. Aún lo recuerdo con cariño y espero de corazón que todo en su vida marche bien.