Krigsgaldr (Parte 2)

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Los Krigsgaldr somos la conciencia de los Futhork. Somos, por decirlo de alguna forma, la voz de la razón de estos seres a quienes en la Tierra se les conoce como "gente sombra". Sin embargo, por lo que he notado en los dos meses que tengo como tal, los Futhork no son gente de escuchar consejos; prefieren actuar por impulso y no medir las consecuencias que pudieran acarrear sus actos. 

Y si no me creen, pregúntenle a Haeghar, el patético príncipe lisiado que se la pasa gruñendo todo el maldito día.

No hace un momento su esposa, la adorable Marta, le preguntó cómo estuvo su día, y lo único que el imbécil hizo fue gruñirle e ignorarle. Un poco de palabras con ella no te vendría mal, ¿sabes?, le decía mientras se acostaba en la cama. El tío emitió otro gruñido. Imbécil, murmuré antes de volverme hacia Marta, quien estaba sentada en el borde de la cama.

Quizás exagere, pero debo reconocer que ella tiene mucho valor para soportar a ese idiota tras verse engatusada por el otro pendejete llamado D'leh. Sabía cuándo callar y cuando no cruzarse con él. Tenía ese instinto de conservación que nacía cuando estaban unidas por la fuerza a alguien irrisorio, lo que hacía que sintiera simpatía y comprensión hacia ella.

Especialmente cuando se anunció que ella estaba embarazada.

- Quieran los dioses proveerte un varón -escuché que le dijera Cretrus, uno de sus hermanos.

El tipo esbozó una sonrisa de orgullo mientras que yo ruedo los ojos del hastío; quizás sea la milésima felicitación recibida en esta semana, felicitación hipócrita porque sabemos qué es lo que va a pasar cuando una princesa se embaraza. La sola idea se me hace repudiable, pero no tanto como el saber que Haeghar no hará nada para evitarlo. 

Deberías estar con tu esposa en lugar de perder tiempo en este nido de alacranes, le dije una vez que nos encontramos solos en sus aposentos. Si quieres asegurar tu camino al trono, te conviene tener vivos a ambos. El tipo me ignoró como siempre, pero yo insistí: ¿No harás nada entonces? ¿Los vas a dejar morir?... ¿Y así quieres conseguir el poder que tanto añoras?

Mi respuesta llegó días después: Marta estuvo a punto de morir asesinada por dos sirvientas del palacio de Urano... Y Haeghar no movió ni un jodido dedo. Solo continuó con su vida, como si nada hubiera pasado. 

Ojalá tu mujer te deje por otro que sí la valore, le dije en un arranque de rabia. Y que tenga los huevos que TÚ no tienes para protegerla.

El tipo bufó con desenfado mientras abordaba la nave que lo llevaría a Urano. 

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Nota de la autora: La palabra "krigsgaldr" lo tomé de una canción de la banda neo-folk alemana Heilung; sentí que era la palabra ideal para asignar a esa vocecita que de vez en cuando nos hace reflexionar sobre nuestras acciones y sus consecuencias.

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Parte 1  

Parte 3

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