Quiero relatarles un acontecimiento que mientras estaba ocurriendo, como muchas cosas, no supe lo importante que era.
En ese tiempo estudiaba arquitectura en la Universidad de Chile, e imperaba en el centro de alumnos y en casi toda actividad universitaria, la "Juventud Comunista".
Organizaron entonces, a modo de reclutar adeptos, un encuentro con Pablo Neruda, quién aunque no ganaba todavía el Premio Nobel, traía una obra de un tamaño y grandeza inalcanzable para cualquier otro escritor de por ahí. Había sido ya candidato a la presidencia renunciando a favor de Salvador Allende. Asistimos entonces a un paraninfo conocido como "mantequillera" a observar a ese dinosaurio de las letras como obligación libertaria y antiderechista, no tanto poética, pues éso de "España en el Corazón" y "Alturas de Machu Picchu" y otros obviamente apenas lo habíamos avistado en la Enseñanza Media.
Entre jeans "pata de elefante", barbas, patillas, bototos de guerrillero, pañuelos rojos y los consabidos afiches del Ché apareció Doña Matilde, su esposa, apresurada, diligente ordenando las sillas, el mesón, el agua, los libros y comunicando el momento de empezar. Hizo su entrada el vate mismo con su paso de paquidermo cansado y su sonrisa perenne. Tomó asiento y nos contó que había también estudiado arquitectura pero sólo durante dos horas. Después de ese principio vino la apoteosis. Esgrimió un gran libro dorado, lo abrió con presteza y parsimonia. Nos leyó sus Odas a la Construcción, en que se sentían los martilleos y los serruchos, las carretillas y las palas con ritmo metálico, las voces fuertes de obreros que pasaban con tablones al hombro entre el polvo.
Subía de pronto el tono de voz haciendo que nos alejáramos y luego lo bajaba casi a susurro atrayéndonos expectantes. Jugó con nuestras emociones durante un rato que nos pareció mágico y sin tiempo. Entendimos porqué había ganado campañas sólo leyendo poesía a trabajadores enfurecidos.
Tiempo después vestí la camisa roja y releí sus obras, algunas en la misma Isla Negra, donde aún está su casa.
Para su funeral, que fue altamente resguardado por los militares, dueños del poder hacía poco tiempo, unos cuantos valientes estuvieron a su lado y otros, no tan valientes, estuvimos a varias cuadras de distancia, recordando su voz.
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Efectivamente, ese es mi blog de muchos años. Churra, se pasaron porque yo no lo encontraba. Gracias.
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Te quiero papá. Me encantan tus historias y cómo las narras, ojalá pueda llegar a escribir como tú... soy tu FAN nº1.
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Excelente relato !!! Muy agradable, incluso buenisimos los 2 primeros comentarios, que te mostraran tu blog de muchos años y que no lo encotrabas y la admiracion de tu Fan N° 1, Genial !!! Imagino lo increible de la lectura en vivo del Sr. Ricardo Eliecer Neftali Reyes Basoalto, Quien lleva el nombre Neftali por su madre y comenzo a firmar como Pablo Neruda a los 17 años, para evitar el malestar a su padre por tener un hijo poeta, Saludos.
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Cierto, su voz era poderosa y áun lo es.
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