Vete, pero no lo hagas tan rápido, recuerda que afuera hace frío y que no tengo a nadie que me abrace por las noches.
Vete, pero no voltees a mirarme, porque seré la primera en dar la espalda y fingir que no me importa tu partida.
Vete, pero sin darme un beso, ni un abrazo, porque sabes bien que te detendría, y ninguno de los dos queremos ver una de mis escenas de drama.
Vete, pero no me mires con amor, odio, ni decepción. Hazlo con firmeza, fuerza y seguridad, cómo si fueras tú el que lo deseara.
Vete, pero no ignores mis indicaciones. Anda por el camino más seguro y recuerda cada uno de los detalles, para cuando decidas regresar.
Vete, pero no hagas una maleta grande, deja algunas cosas que seguramente necesitarás o necesitaré en el futuro.
Vete, con los ojos rotos y el corazón triste, sin notar que invertí algunas palabras y cambié ciertas emociones.
Vete, porque sí, porque te lo pido
Vete,
pero no te olvides de llevarme a mí.
Extraído del blog Nuestras hojas amarillas