Wittgenstein: un filósofo, dos pensamientos.

in spanish •  6 years ago 


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Las líneas que siguen a continuación tratarán sobre uno de los filósofos más importantes de la historia, Ludwig Wittgenstein (1889–1951). En ellas expondré de modo sucinto los dos pensamientos antagónicos que nos legó. Además, al final del texto, les ofreceré un glosario para aclarar algunos términos y así facilitar la comprensión del artículo a quienes no hayan tenido todavía el placer de sumergirse dentro de los laberintos de la filosofía. Dicho esto, entremos en materia.

Wittgenstein es uno de los pensadores emblemáticos de la filosofía analítica. Su obra resulta difícil de abarcar por distintos motivos. Uno de ellos puede explicarse desde la usual división en dos épocas contrarias que se hace de su obra. Esto quiere decir que usualmente se habla de un primer y un segundo Wittgenstein.

La primera es relativa al Tractatus Logicus Filosoficus, cuyas ideas, en conjunto con los Principia Mathematica de Russel, formaron parte de la médula del positivismo lógico. La segunda es referida a su obra póstuma Investigaciones Filosóficas, y que sirvió como uno de los puntos de partida para la sociología de la ciencia.

Otro motivo que oscurece la lectura de las obras de este filósofo, obedece a que él no desarrolló ampliamente sus ideas, tratándose más bien de un pensamiento estricto y compacto, lo que trajo como consecuencia un amplio espectro de interpretaciones. De hecho, el mismo Wittgenstein se opuso a la lectura del Tractatus que el Círculo de Viena realizó, generando lo que se denomina como el segundo Wittgenstein.

Ahora bien, la intención del Tractatus es superar los problemas de la filosofía que, para el autor, se derivan de una comprensión errada de la lógica que encierra el lenguaje. En aras de resumir en una frase todo su planteamiento, Wittgenstein indica que “Lo que en cualquier caso puede decirse, puede decirse con claridad; y de lo que no se puede hablar, hay que callar la boca” (WITTGENSTEIN, 2002, p. 103).

Así, fundamentándose en la lógica formal y la experiencia empírico-sensible, buscó limitar al pensamiento expresado por el lenguaje y sostener que aquello de lo que no se puede hablar es impensable y, por tanto, una cuestión sinsentido. De manera que en este libro, Wittgenstein creyó dar con la solución definitiva a todos los problemas de la filosofía, expurgando de su lenguaje todo rastro metafísico.

Ahora bien, el Tractatus se distribuye en una serie de peldaños, en los que se desglosan siete tesis básicas. Éstas son:

  1. El mundo es todo lo que es el caso. [Por caso entiéndase todo lo que acontece].
  2. Lo que es el caso, un hecho, es la existencia de estados de cosas.
  3. Una figura lógica de los hechos es un pensamiento.
  4. Un pensamiento es una proposición con sentido.
  5. Una proposición es una función de verdad de proposiciones elementales. (Una proposición elemental es una función de verdad de sí misma).
  6. La forma general de una función de verdad es: [-p, -ξ N(-ξ)]. Esta es la forma general de la proposición.
  7. De lo que no se puede hablar, hay que callar la boca (IBÍD., pp. 107-277).

En su artículo Filosofía de la Ciencia en el Tractatus, Alejandro Tomasini Bassols indica que la base del Tractatus es la teoría pictórica extraída de los hechos atómicos o atomismo lógico, según el cual “los hechos simples son totalmente independientes unos de otros, así como el lenguaje es totalmente extensional, es decir, de carácter veritativo-funcional: cualquier oración es una función de verdad de sus componentes atómicos, esto es, de las proposiciones elementales” (BASSOLS, 2005, p. 2). Es decir, “Si una oración es significativa, entonces es un retrato de un hecho posible o de una combinación de retratos posibles. Los límites de la significatividad están marcados por la lógica, esto es, por las tautologías y las contradicciones” (IBÍD., p. 3).

Esta aseveración se basa en la interpretación de los positivistas lógicos a partir de la cual aportaron el afamado principio de verificabilidad, inspirados por un afán riguroso y sistemático de exigirle a la ciencia soluciones concluyentes y definitivas.

A pesar de la polémica, es indebido desestimar la importancia histórica del Círculo de Viena y de su visión del Tractatus, no sólo por introducir la filosofía de la ciencia y desarrollar el positivismo lógico, sino por darle a Wittgenstein un impulso para reaccionar frente a lo que ya daba por sentado y que lo llevaba a afirmar que “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” (WITTGENSTEIN, 2002, p.234 [5.6]).

Así, de la autocrítica surge el Wittgenstein de las Investigaciones, donde postula la teoría de los juegos del lenguaje, con la que rebate la concepción de “un lenguaje trascendental que regule las relaciones entre los distintos juegos y les sirva como puente de comunicación, pues significaría caer en el error en que incurrió en el Tractatus: proponer un lenguaje ideal, válido para todo discurso y propósito” (FAZIO; FERNÁNDEZ, 2009, p.241).

Por el contrario, el significado asignado a las palabras es relativo al contexto en el que son proferidas: “Al nombrar una cosa todavía no se ha hecho nada. Tampoco tiene ella un nombre, excepto en el juego. Esto fue también lo que Frege quiso decir al decir que una palabra sólo tiene significado en el contexto de la oración” (WITTGENSTEIN, 1999, p.26 [§49]). En este sentido, pueden señalarse diferentes contextos tan diversos como un aula de clases, un estado de ánimo o un laboratorio científico, contextos que al final resultarán determinantes al momento de interpretar una proposición.

Esta segunda etapa del pensamiento de Wittgenstein es la que influyó a la sociología de la ciencia, en tanto que ahora la evaluación científica no se restringiría a criterios lógicos, sino que se ampliaría a los diversos contextos sociales en los que se da la actividad científica.

Ahora bien, hay quienes no aceptan la dicotomía usual con la que se abarca la obra wittgensteiniana, sobre todo por la poca valorización de sus trabajos transitorios, es decir, de los textos elaborados por el filósofo entre el Tractatus y las Investigaciones. Tal es la opinión de Knabenschuh de Porta, quien especifica que “de desconocerse y/o subestimarse el ángulo (o la época, según se quiera) de los así llamados “textos transitorios”, la interpretación de la obra wittgensteineana será inevitablemente incompleta, y la búsqueda de elementos de continuidad poco menos que ilusoria” (KNABENSCHUH DE PORTA, 2007, p.115).

Por lo tanto, la interpretación dicotómica que se ha establecido de Wittgenstein está lejos de ser definitiva y, en consecuencia, es plausible afirmar que su pensamiento todavía tiene más cosas que decirle a la filosofía de la ciencia, por lo que se encuentra lejos de poderlo considerar como agotado.

Referencias bibliográficas

• ECHEVERRIA, JAVIER. (1995) Filosofía de la Ciencia. AKAL EDICIONES.

• FAZIO, MARIANO; FERNÁNDEZ LABASTIDA, FRANCISCO. (2009) Historia de la filosofía IV. Filosofía Contemporánea. Ediciones Palabra, Madrid.

• WITTGENSTEIN, LUDWIG. (1999) Investigaciones Filosóficas. Ediciones Atalaya.

• WITTGENSTEIN, LUDWIG. (2002) Tractatus Logicus Filosoficus. Editorial Tecnos (Grupo Anaya).

Referencias electrónicas

• BASSOLS, ALEJANDRO TOMASINI. (2005) Filosofía de la Ciencia en el Tractatus.
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-43242005000100005

• KNABENSCHUH DE PORTA, SABINE. (2004) El mito de la “fase verifcacionista” de Wittgenstein. Revista de Filosofía, n° 48. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-11712004000300001

• KNABENSCHUH DE PORTA, SABINE. (2007) ¿Cómo leer a Wittgenstein? El lugar de los “textos transitorios”. Revista de Filosofía, n° 56. Universidad del Zulia. Maracaibo Venezuela.
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-11712007000200004

Glosario

Círculo de Viena: Grupo de filósofos y científicos fundado por Moritz Shlick en la Universidad de Viena durante los años veinte, en el que se originó la corriente de pensamiento denominada neopositivismo, positivismo lógico o empirismo lógico. La intención perseguida por este círculo fue establecer una definición única de la ciencia, basándose en el principio de verificabilidad. Rudolf Carnap, Otto Neurath y Hans Hahn fueron sus integrantes más destacados. Sus principales herramientas de análisis fueron la lógica simbólica desarrollada en los Principia Mathematica de Bertrand Russel y A. N. Whitehead, junto al atomismo lógico del Tractatus de Wittgenstein.

Contradicción: En lógica se entiende por contradicción cuando dos o más proposiciones son opuestas entre sí, esto es, que no son compatibles.

Empirismo: Sistema filosófico según el cual el conocimiento sólo es posible por medio de los datos recabados a partir de la experiencia.

Filosofía de la ciencia: Corriente filosófica que investiga todo lo referido a la ciencia con la intención de definirla.

Hechos atómicos/ atomismo lógico: Un hecho atómico es aquel que es simple, indivisible e independiente de otros hechos, por lo que no puede ser descompuesto.

Lógica: Ciencia formal y rama filosófica que se enfoca en estudiar los métodos y principios que permiten diferenciar los razonamientos correctos de los incorrectos.

Metafísica: Es aquello que se considera como más allá de lo físico y que, por tanto, supera los límites de la sensibilidad. Es la disciplina de la filosofía que se busca de discernir los fundamentos o primeros principios de la realidad. A partir de la modernidad ha sido ampliamente criticada dado que sus conceptos prescinden de la experiencia.

Positivismo lógico: Corriente filosófica cuya finalidad es dar con una definición unitaria de la ciencia a través del análisis lógico del lenguaje. Para los positivistas lógicos, la ciencia es un sistema de proposiciones que tiene como fundamento a la experiencia y se conforma por proposiciones teóricas y observacionales. Entre sus bases se encuentra el rechazo de la metafísica y la verificabilidad empírica. Según esta corriente, la ocupación de la filosofía es esclarecer por medio de la lógica las afirmaciones presentadas por la ciencia experimental, que es el único sistema facultado para estudiar de manera directa a la realidad.

Sensibilidad: Se refiere a todo lo que es percibido por medio de los sentidos.

Sociología de la ciencia: Corriente filosófica que estudia las influencias y la composición social en la ciencia, buscando determinar cómo estos aspectos repercuten en la producción y difusión científica, así como en la selección y entrenamiento de los científicos.

Tautología: Es toda aquella proposición lógica formalmente válida para cualquier interpretación.

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Oh, esta postura de Wittgenstein de que "aquello de lo que no se puede hablar es impensable y, por tanto, una cuestión sinsentido" me recordó poderosamente al Ignosticismo o Igteísmo del que soy partidario.
Esto es una postura con mucho sentido cuando se trata del "problema" de Dios. Los igteístas decimos que ese "problema" no es tal... no existe porque no es falsable.
"Dios" es, en realidad (atendiendo a lo que "se puede concebir") un relato mítico, un cuento fantástico, un sentimiento poético de unión con el Cosmos, etc...
Más allá de eso, la pregunta de si "existe" lo que no se puede concebir, carece de sentido.

Caramba, no había oído hablar del ignosticismo, lo investigaré.

Y pues, sí, a primera vista es muy seductora la propuesta del Tractatus en tanto prescinde de la metafísica. Pero finalmente este pensamiento pareciera devorarse a sí mismo. Al considerar que el mundo está limitado por lenguaje, que el pensamiento está limitado por el lenguaje, se implica que la lógica lingüística y el mundo están imbricados a priori. Esto quiere decir que finalmente es una propuesta trascendental y, por lo tanto, metafísica. Justamente, esa relación entre el lenguaje y el mundo sería metafísica. Y apegándonos a la lógica, se trataría de una contradicción. Igual, lo considero como una estimación previa, puesto que para poder afirmarla con rotundidad necesito profundizar y reflexionar más en torno al Tractatus.

Entender esto llevó a Wittgenstein a refutarse a sí mismo y a proponer los juegos del lenguaje. En este sentido, el concepto de Dios dependería del contexto. Ciertamente, puede ser una metáfora, un mito o un cuento, atendiendo a los distintos contextos. Pero finalmente, dentro de la teología, pensar en Dios también sería válido.

Ahora, si nos quedáramos con el Tractatus, las implicaciones serían severas. No sólo no se podría hablar de Dios en términos lógicamente válidos, tampoco se podría hablar de temas referidos a la estética o la ética, entre otros.

Fuera de esto, personalmente llegué hace tiempo a esa conclusión con respecto a Dios: dado que no hay modo de verificar ni falsear empíricamente a Dios, resulta un sinsentido debatir con propiedad en torno a su existencia, posibilidades, alcance, etc. Lo mismo con respecto a conceptos relacionados o similares, como el alma, los fantasmas o los fenómenos mal llamados paranormales. Me considero ateo aunque mi conclusión en torno al problema de Dios sugieran un agnosticismo. Considero lo básico: que quienes deben demostrar su existencia es quienes creen en él. Pienso que no pueden por lo explicado. Si lo logran algún día, creeré en su existencia, aunque no necesariamente lo juzgue de forma benevolente. Hasta tanto, seguiré convencido de que no se trata más que de una idea humana.