Hace unos días, en el momento en que estaba más apurado porque no tenía tiempo para cumplir con un compromiso, una joven me pide un momento para hablar. Miro la hora y muevo los ojos , diciéndole, sin palabras, que no tengo tiempo, pero insistió, aún con mi gesto, y me senté un momento.
-Se que no tienes tiempo, pero yo tampoco, me dijo.
Habló durante diez minutos, se desahogó, se despidió y se fue, con un gracias por escucharme.
Andamos tan acelerados en nuestros asuntos que nos olvidamos de quienes nos rodean. Ellos, a veces, no necesitan que le digas muchas cosas, sólo que les preste tus oidos, que regales tu tiempo, que le mires.
Es cierto que no hay tiempo para perder tiempo, pero aprendamos a perder tiempo con quienes esperan de nuestro de tiempo, y así no habremos perdido el tiempo intentando no perder tiempo.
A veces no tenemos tiempo para los que queremos y luego queremos llorarlos en la funeraria, cuando ya no hay tiempo.
Aprovechemos el tiempo, pero priorizando lo que es más importante. Haz lo posible para que nadie que se acerque a ti buscando ayuda o consuelo se marche sin haberla recibido.
Mateo 6,33
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura.
Reto de hoy
Sorprende a alguien con una visita o una llamada, y pierdes unos minutos viviendo y compartiendo la vida. La amistad que no se cultiva se marchita como las rosas, sobretodo si sus raices no son muy profundas.