VECINO INFERNAL

in spanish •  5 years ago  (edited)

Imagen Original de Dubrawska's Design @yanijps2011 para Steemit
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Tras años de usuales sonidos como la música y las carcajadas de mis hijos, llegó el silencio. Luego de mi divorcio, los hijos crecieron e hicieron sus vidas. La soledad fue bien recibida, pues siempre estuve rodeada de personas que he amado, aún más: hemos vivido rodeados de gatos, que son una excelente compañía. Así que nunca le tuve miedo a la soledad.

Una tarde cualquiera, recibí la noticia de que, Andrés, mi hijo menor, quien vivía en un suburbio a las afueras de la ciudad, había desaparecido. Sentí que me faltaba el aire, que un peso comprimía mi pecho al extremo que me hizo perder el sentido. A los minutos de estar tendida en el piso, desperté, me levanté y llamé a mis otros hijos y a mi ex-esposo, para darles la horrible noticia.

A las pocas horas iba en camino al hogar de Andrés, tenía años y hacía poco había comprado su nueva casa. En la carretera visualizaba los momentos vividos junto a mi último compañero de hogar, él era además de mi hijo: mi amigo, mi confidente. A decir verdad no llegué a tener otra pareja estable luego de mi divorcio y como no me asustaba la soledad, pues nunca me esforcé por tener a alguien a mi lado. Mi mente divagaba, de una cosa a otra, me negué a tomar ningún calmante, quería estar alerta e iniciar por mi misma la búsqueda de mi hijo.

Al llegar, a pesar de mi desesperación, decidí preguntar cómo iban las investigaciones a las autoridades. Cuando llegué a la casa de mi hijo, todo estaba en su lugar, había dejado las llaves del auto, su cartera, todo. Era como si hubiera salido sólo un momento. Las autoridades concluyeron que allí no había una escena del crimen, por lo cual catalogaron el caso de mi hijo como una desaparición y no como un homicidio, por lo tanto no estaba restringido el acceso a su casa. Decidí instalarme allí. Puede que estuviese desesperada, pero iba a luchar y encontrar a mi hijo como diera lugar. Nunca he sido de las que se da por vencida.

Al siguiente día, luego de revisar la alacena, salí de compras: nuevas cerraduras, cámaras con sensores de movimiento, lámparas de luz led, linternas, una navaja, unas botas industriales con punta de acero, una 9 mm y comida para el gato, que por cierto tampoco había visto. Tal vez con la desaparición de mi hijo, el pobre gatito no había conseguido comida. ¿Cómo se llamaba? en verdad la mente no me daba para recordar, pero el llamado a comer y el olor a comida haría que el gatito volviera.

No pude dormir mucho, fue un sueño sobresaltado, no me sentía segura. Despertaba y mi mente comenzaba a trazar un plan para conseguir a mi hijo. Sin embargo no sabía en quien confiar y ni siquiera había visto a los vecinos. Sumida en mis pensamientos escuché un ruido en la cocina, de un salto salí de mi cama y comencé a bajar las escalera, sin pensarlo bajé desarmada, pensé un momento y me devolví, agarré la pistola me puse unos tenis y bajé nuevamente. Siempre he criticado que en las películas las personas no piensan y se exponen al peligro.

El corazón me latía tan fuerte que si hubiese otra persona aquí los sentiría. Llegué a la cocina con mis instintos de supervivencia al 1000%. Para mi sorpresa era el gato de mi hijo tenía un collar, pensé es hembra. Perlita era su nombre y había entrado por la ventana de la cocina.
¡Qué descuido! -pensé- antes de atender a la gatita, revisé puertas y ventanas. Cerré la puerta del sótano con seguro y me volqué a atender a la pobre que estaba todo mordida y lastimada. Además estaba muy delgada, comencé a llorar, porque sabía que su dueño corría con la misma suerte y a lo mejor estaba igual de delgado, débil y corriendo peligro sin recibir ayuda alguna.

Amanecí sentada en el piso de la cocina, la gatita agradecida, dormía en mi regazo. Sentía una pesadez muy grande. Me levanté, me duché y me preparé una jarra de café negro. Hoy comenzaba yo misma a investigar cómo era la vida de mi hijo y quiénes interactuaban con él. A decir verdad no ví ningún interés de las autoridades por saber de mi hijo. Y me había propuesto encontrarlo vivo si era posible y pobre de aquél que le había hecho daño, de verdad no sabía con quien iba a encontrarse. A pesar de ser una mujer de 50 años, no soy de las derrotistas, soy aguerrida y ya tenía copada mi cuota de llorar.

Abrí las puestas francesas que comunicaban la cocina con el patio y la gatita salió corriendo.

  • ¡Espera! -le grité, pero era demasiado rápida y se perdió entre los interminables jardines y callejuelas del suburbio.
    Dije en mi interior: - Actúa como una mamá normal. Vamos a ver cómo se comportan los vecinos.

Salí a dar un paseo y para mi sorpresa no había nadie en el jardín común, ni la calle... Esto despertó mi alarmas.

Al regresar llamé a mi hijo mayor para que me instalara un cámara en el techo de la casa, de manera que tendría una vista panorámica de todas las casas adjuntas, pues hice que construyera una torre y la camuflé en el receptáculo de televisión satelital, de manera que pasaría desapercibida. Mi hijo Carlos Manuel, luego de despedirse del personal que había traído para la instalación, me observaba en silencio, hasta que me habló de manera tal que sonó como su padre:

  • Mamá, ¿en qué piensas? Me asusta esa actitud que tienes. Sé que no le temes a nada, pero te siento diferente. Por favor no te la vayas a dar de heroína, ya estas muy vieja para eso.

  • Tranquilo hijo, sabes que se cuidarme. Sé que soy vulnerable. Sólo quiero estar segura y ver el entorno en el que se desenvolvía mi hijo. Además ¿no te diste cuenta de que las autoridades no han avanzado nada con las investigaciones? ¿tú te quedarías tranquilo si uno de tus hijos hubiese desaparecido? ¿recuerdas que es tu hermano menor?

Avergonzado Carlos Manuel soltó el llanto reprimido, me abrazó y comenzó a indicarme cómo trabajaban las cámaras con los sensores de movimiento y secándose las lágrimas me dijo:

  • Tienes razón mamá, voy a pedir un permiso no remunerado y voy a volver acá para ayudarte a encontrar a mi hermano. Por el momento esto es todo. Por favor llámame si descubres cualquier cosa. Las cámaras están en esta aplicación en tu celular y en el mío. Todas las noches veré las grabaciones e intercambiaremos observaciones.

  • Gracias hijo, con esta ayuda es suficiente. Recuerda que tienes a tu esposa y a tus hijos pequeños. Debes velar por ellos. Si se presenta algo importante te llamo. Pero por ahora lo primero es empezar a investigar. ¿Sabes que te amo?

  • Si mamá, claro que lo sé. Te adoro mi viejita loca y bella.

Nos abrazamos y nos despedimos. Eran las 6 de la tarde. Mi corazón estaba arrugado y comprimido por la incertidumbre. Otra vez me encontraba sola en casa de Andrés, salí al jardín común y vi a una señora que regaba las plantas de su jardín. Noté que había llorado.

  • Buen día. ¿Por casualidad no ha visto a una gatita peludo blanco con negro?

La señora me miró aterrorizada, pero en un susurro me contestó:

  • Lo ví esta mañana, aunque a mi gato no lo he visto. Es gris con los ojos azules, por favor si lo ve me avisa. Voy a preparar la cena, hasta luego.

  • Señora espere mi nombre es Melissa, cualquier cosa estamos a la orden. Estoy sola si gusta pasar y cenar conmigo, me hace falta compañía.

  • Disculpe se me hace tarde y estoy esperando a mi familia.

Cerró la llave de la manguera, que ni siquiera recogió y miró nerviosa hacia una de las ventanas de otra casa que daba hacia el jardín común. Volteé a ver qué era l que había aterrorizado a la vecina. No vi nada, pero sentí que un escalofrío recorría mi espalda.

Entré me duché, me vestí, me puse las botas industriales. Coloqué una navaja dentro de una de ellas, y en la cintura me calcé la pistola, me coloqué una chaqueta gruesa y salí a recorrer las callejuelas de esa suburbio, que se había traga a mi hijo. Nadie estaba fuera, no escuché gatos o perros, el silencio hacía que se me helara la sangre, pero seguí adelante. Llamaba a la gatita pero no obtuve respuesta de ningún felino.

Llegué una hora más tarde, y revisé minuciosamente la grabación de la charla con la vecina. Y en efecto en esa ventana había un hombre mirándonos. ¿Por qué nos había dado esa sensación? ¡No eran ideas mías! En la grabación vi la cara de terror de la vecina.

Pasó una semana y mis paseos buscando al gatito, como las visitas a la comisaría se hicieron rutina. Al igual que en la mañana horneaba, pan y cup cakes. Coloqué un cartel: Venta de pan y cupcakes. Esto me hizo ganar algunos vecinos como clientes y había comenzado a charlar con ellos. Aunque nadie sabía decirme sobre el paradero de mi hijo. Vi en todos esa mirada aterradora. Mis sospechas no estaban infundadas, la desaparición de mi hijo coincidía con la desaparición de las mascotas de ese vecindario.

Estaba durmiendo cuando sentí un peso en mi pecho, era Perlita la gata de mi hijo que me miraba y me halaba la pijama como diciendo párate y sígueme. Pensé aún media dormida: Quiere comida. Me levanté y le serví al gatito, curiosamente había aumentado de peso, aunque no había llegado en una semana a la casa.

Miré el reloj, las 3:30 de la mañana. El gato no probó la comida, me alentaba a que le abriera la puerta, lo hice. El gato salió y volteó esperándome. Dudé un momento y me devolví a vestirme. Pensé se debe haber ido, pero él seguía esperándome. Salí detrás de él y para mi sorpresa el gato entró a la casa de aquel hombre espeluznante. La puerta estaba abierta, sentía que la sangre golpeaba las venas de mi cabeza, todo me gritaba peligro, pero seguí avanzando.

Con terror vi que la sala estaba llena de perros y gatos. Había mucha carne fresca en pequeños platos. Me acerqué para ver qué tipo de carne era, cuando vi gatos y perros descuartizados. Pero eso no era lo peor, había dedos, pies y piernas de seres humanos. El olor a oxido de la sangre inundaba esa casa. El estómago se me revolvió y tuve que taparme la boca para no gritar ni vomitar en el sitio, las lágrimas empezaron a correr por mi rostro, eran lágrimas de horror, de dolor y rápidamente se convirtieron en lágrimas de ira.

El miedo se había ido, me coloqué guantes, esta vez no me importaba si este tipo tuviera que ver o no con la desaparición de mi hijo, pero no me importaba, esta noche o desaparecía él o yo moría en el intento. Seguí el rastro de la sangre, me guiaba hasta el sótano. La luz estaba prendida y fui bajando las escaleras. Allí estaba el vecino infernal descuartizando el cuerpo sin vida de una persona. Sin voltear habló:

  • La estaba esperando señora, como todas las noches ha salido a buscar gatos y a su hijo, dejé la puerta abierta para que entrara.

  • Nunca he sentido miedo de nada ni de nadie. Y a tí no te temo. Por lo que dices sabes donde está mi hijo.

Con un chuchillo ensangrentado y todavía sin voltearse señaló a su derecha una jaula en la que yacía encadenado Andrés. Pensé: ¡Está muerto! En ese momento hablé con Dios: Señor me voy a convertir en lo mismo que este tipo, pero aquí la justicia no sirve. Todo fue muy rápido, el monstruo se volteó con una sonrisa espeluznante, tenía carne en su boca y la sangre fresca le chorreaba de lado a lado.

Para mi sorpresa ví en sus ojos asombro, sentí que pasaban perros y gatos a mi lado y se colocaban a mi lado. Sin siquiera darme cuenta ya le estaba apuntando y fue simple: Le disparé 5 veces, no me tembló el pulso, quedó tendido en el piso aún con vida. Reía con locura y luego comenzó a gritar de dolor, todos los gatos mordían sus heridas.

Terminé de bajar las escaleras y me paré junto a él, quien logró lastimar mi pierna con su cuchillo. Sentí cómo algo líquido y caliente bajaba hasta mis pies pero estaba impávida, serena como en trance.

  • Este será tu peor castigo morir tal cual tu mataste a estas personas y a estas pobres mascotas. Tu soberbia fue tu perdición, nadie es superior a nadie y me subestimaste.

  • ¡Vieja maldi...!

No pudo terminar la frase. Le dí una patada en la cara y pensé había muerto. Desesperadamente busqué las llaves pero no las conseguí, vi una palanca y abrí la reja. Allí estaba mi hijo desnutrido, golpeado y torturado. Al tocarlo sentí su calor corporal. ¡Aún estaba vivo!

  • ¡Hijo despierta! grité.

Él no reaccionó y yo no podía quitar esas cadenas, escuché las sirenas a los lejos. No podía permitir que se quedara allí, volví al cuerpo del asesino y revisé sus bolsillos y conseguí un manojo de llaves. Al sacarlas sentí que su mano agarraba la mía y fracturaba mis huesos, coloqué el arma en su frente pero no pude terminar lo que había empezado. Con la cacha golpeé su garra para que soltara mi mano. Todavía en un hilo de vida me dijo:

  • ¡Mátame Cobarde! Si no lo haces pronto saldré e iré por ti y por los tuyos.

  • Tú eres el cobarde y como tal seguirás viviendo, pero en la cárcel. Porque la cárcel es el infierno aquí en la Tierra. Prefieres morir que pagar en vida lo que hiciste. Pero sabes qué aunque no me faltan ganas de hacerlo, no soy una asesina, pero no creas que no vas a recibir mi castigo.

Mire a todas partes buscando algo con que lastimar sus manos asesinas. Al fondo había una mandarria, la agarré y machuqué sus manos. Antes de que perdiera la conciencia le hablé al oído:

  • Y si llegas a salir librado, te estaré esperando. Y voy a averiguar quien es tu familia y absolutamente todo de ti. Y así como te encontré hoy, voy a encontrarte cuando salgas o si pretendes escaparte. Recuerda, te estaré esperando.

Solté a mi hijo y no sé con qué fuerzas lo saqué de esa horrible casa. Ahuyenté a los perros y gatos, pero no se iban de nuestro lado. Les hablé:

  • Vayan a sus casas, pórtense bien. Ya no habrá mas horrores en este vecindario.

Cuando iba saliendo, llegó la autoridad y con asombro preguntaron:

  • ¿Señora qué pasó? No pueden marcharse espere que llegue una ambulancia y usted tiene que declarar lo que pasó aquí.

Les grité con todo el odio y la ira que jamás había tenido:

  • ¡Allí está el asesino en el sótano de esa casa, es un psicópata. Y ustedes son unos incompetentes: no lo consiguieron y estaba justo al lado de mi casa. Voy a llevar a mi hijo al hospital antes de que muera. No necesité la ayuda de ustedes para conseguir a mi hijo, mucho menos ahora. Si espero un momento más se me muere y si hubiese confiado en ustedes ni siquiera hubiese hallado su cadáver! ¡Ese monstruo casi nos mata!

Metí a mi hijo en el carro y lo llevé al hospital. La sensación de haber encontrado a mi hijo, de haberlo salvado, borró todos esos sentimientos de terror que sentí al afrontar a aquel vecino infernal. Todo lo demás no me importaba, vi a mi hijo abrir los ojos. Lo abracé y le dije:

  • Todo está bien mi hijo bello, todo está bien. Lucha por seguir vivo y por ponerte bien. Te amo.
  • Mamá yo también te amo. Voy a estar bien.

Salí y vomité, respiré profundo pero ya mi cuerpo no respondía… me desplomé. Los médicos corrieron a auxiliarme. Ya nada más me importaba. Había calidez en mi corazón: ¡MI HIJO VIVÍA!

Autor: Dubrawska's Design @yanijps2011 Contenido Original para Steemit

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  ·  5 years ago (edited)

Me atrapó esta historia!
No me queda claro si se trata de un relato de la vida real, una historia de ficción, si es de tu creación etc.

Una buena practica que puede atraer a otros usuarios a tus post, es hacer una breve presentación indicando esta información.

Saludos.

¡Hola Samic! ¡Gracias por tu comentario! ¡Es ciencia ficción! Me fascina escribir, es de mi autoría, recuerda que en Steemit tus post deben ser originales. Espero seguir escribiendo. Gracias por el apoyo. También recibirás el mío.

Me encantó, sí, el contenido debe ser original, una buena practica es mencionar que es de tu autoría, lo mismo con las imágenes. Eso te da mas chance con los proyectos de curación.