Mi primer post. Que nervios.

Comenzaré por presentarme. Soy Yngrid Yépez, docente de Química en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador Instituto Pedagógico de Barquisimeto, Venezuela; fanática de las Ciencias Naturales y sus aplicaciones en todos los contextos. Pretendo ofrecer una visión práctica de estas ciencias, orientar mis escritos hacia lo cotidiano y mostrar lo cerca que estamos de ellas cada día. Comienzo con un tema que me resulta interesante y que tiene que ver con la Fitoquímica, rama de la Química que estudia los procesos químicos de las plantas. Espero contar con sus comentarios y sugerencias en cuanto a este y a futuros post.




El sistema hormonal es como una orquesta. Tiene diversas secciones, cada sección debe comenzar a funcionar correctamente para que, a la señal, suene una sinfonía perfecta. Como en cualquier melodía, medir el tiempo es esencial para que el metabolismo hormonal sea equilibrado.

Ahora bien, las hormonas son sustancias químicas elaboradas por un grupo de células o un órgano -glándula-, que ejerce una acción específica sobre otro tejido u otro órgano. Al envejecer, la producción natural de las hormonas disminuye. En la analogía de la orquesta, es como imaginar que los músicos dejen de tocar sus instrumentos paulatinamente.

La falta de hormonas o su disminución, determinan la aparición de algunos signos y síntomas característicos en la mujer. Generalmente, estos cambios se observan en la etapa de la menopausia y el climaterio, en la cual las mujeres pueden pasar hasta la tercera parte de su vida. En ese momento de la vida, las mujeres aún hacemos buena música, pero la melodía ya no se escucha tan bien como antes.

Uno de los sistemas que más se afecta por la falta de hormonas, es el sistema esquelético. La falta de hormonas femeninas, sobre todo el estradiol (estrógeno), ocasiona la pérdida de calcio por el hueso. Esta pérdida hace que el hueso se convierta en poroso y frágil y que ante estímulos normales pudiera fracturarse. Los estrógenos contrarrestan la acción de otras hormonas, como la hormona paratiroidea entre otras, que promueven la llamada "resorción" ósea, es decir, el proceso por el cual el hueso se hace más frágil o poroso. Las áreas más afectadas son: las muñecas, la cadera y la columna vertebral.

Por eso nos volvemos tan frágiles con el paso del tiempo, por la disminución en nuestros niveles de estrógenos, que nos hace sensibles a padecer de osteoporosis.

La manera preventiva de atender esta situación consiste en el ajuste hormonal de la menopausia, complementos de calcio y ejercicio aeróbico como el caminar. La importancia está en evitar las complicaciones que sufre la mujer en su organismo por la caída sustancial en su sistema hormonal. Esta caída hormonal puede repercutir tanto en su cuerpo como en su estado psicológico.

Sin embargo, no todas las mujeres son candidatas a tratamientos hormonales. Algunas investigaciones afirman que la terapia hormonal sustitutiva con estrógenos sintéticos constituye un riesgo para la salud, pues el cuerpo femenino puede llegar a no absorberlos, por lo que se generan otros problemas.

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A pesar de que la finalidad de la terapia hormonal sustitutiva es suministrar hormonas cuando se debilita la propia producción y evitar los síntomas de la menopausia y el climaterio, un buen número de mujeres ha experimentado problemas secundarios tales como: aumento de peso, cambios psicológicos, sensaciones suicidas, entre otros.

Por esta razón surge la necesidad de conocer alternativas diferentes que permitan a la mujer en edad madura, combatir los efectos de la menopausia de manera natural y con el menor riesgo posible de sufrir efectos secundarios. Aquí es donde aparece la Soya como referencia.





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Muchos nutricionistas proponen una alternativa natural a la terapia hormonal sustitutiva, denominada terapia nutricional, que trata de alimentarse bien y de corregir cualquier deficiencia vitamínica o mineral. Esta terapia se basa en el efecto que producen los alimentos que contienen sustancias naturales como los fitoestrógenos sobre el organismo femenino. Se trata de que la ingesta de los fitoestrógenos, presentes en frutas, semillas y legumbres, permiten que el cuerpo femenino se autorregule.

Los fitoestrógenos son compuestos químicos similares a los estrógenos.

Se conocen como estrógenos de las plantas y constituyen un camino natural para amortiguar los cambios que vive la mujer en la etapa de la menopausia. Se encuentran en frutas, semillas y legumbres y, por tener una estructura molecular parecida a la de los estrógenos producidos por el cuerpo, representan una alternativa para proveerlos al organismo cuando éste ya no puede producirlo por sí solo. Estos estrógenos no esteroideos que agrupan las sustancias conocidas como isoflavonas, lignanos y estilbenos.

En este post comentaré con mayor profundidad acerca de las isoflavonas. Estos compuestos están presentes dentro de un determinado grupo de alimentos, con una acción positiva dentro del organismo femenino. Son compuestos difenólicos que tienen propiedades hormonales y no hormonales y los consideran como moduladores selectivos de los receptores de estrógenos. Diversos autores recomiendan el consumo de soya por su elevado contenido de isoflavonas.

La inclusión de soya rica en isoflavonas, puede disminuir significativamente la pérdida de calcio. La cantidad y el tipo de proteína en la dieta del paciente, afecta la excreción del calcio y la reabsorción en el hueso, de allí la importancia del consumo de la proteína de la soya.

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Existen tres isoflavonas cuya importancia se debe destacar: la genisteína, la daidzeína (que son las más importantes e interesantes desde el punto de vista terapéutico) y la gliciteína. En 100 gramos de soya se pueden encontrar unos 300 miligramos de estas isoflavonas. La mayoría de los beneficios que se le atribuyen a la soya se producen por las isoflavonas. Sin embargo la genisteína es la isoflavona de la soya con el poder antioxidante más potente, seguido por la daidzeína. Acá la estructura de la genisteína:




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Las isoflavonas de la soya pueden disminuir diversos síntomas de la menopausia, como son los sofocos, fatiga, sudor nocturno, cambios en el estado de ánimo, entre otros.

De hecho, muchos problemas de salud menopáusicos y posmenopáusicos, pueden ser resultado de una falta de isoflavonas en la dieta occidental típica. Recordemos que la Soya no es de nuestros alimentos más populares en Latinoamérica.

Otro beneficio asociado al consumo de soya es que el aporte diario de isoflavonas reduce la pérdida de densidad ósea debida a deficiencias hormonales. A diferencia del estrógeno, que ayuda a la prevención de la destrucción del hueso, la evidencia sugiere que las isoflavonas también ayudan a la formación del nuevo hueso, gracias a la acción de la genisteína, la cual estimula los osteoblastos, que son las células formadoras de los huesos.

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El efecto biológico de las isoflavonas depende de su forma química y el propio metabolismo de cada individuo.

Las isoflavonas existen en los alimentos en su forma conjugada, lo que significa que están conectadas con la molécula de azúcar. Estas conjugaciones no se pueden absorber y no poseen las ventajas típicas de las isoflavonas. Cuando estos compuestos son ingeridos experimentan la hidrólisis por las b-glucosidasas en el intestino, lanzando los primeros aglycones bioactivos (daidzeina y genisteina). Estos aglycones se pueden absorber o metabolizar mucho más, a metabolitos específicos.

La genisteina se transforma a dihidrogenisteina y 6-hidroxi-o-desmetilangiolensina, las cuales son entonces absorbidas, y posteriormente metabolizadas a su forma inactiva p-etilfenol; en el caso de la daidzeina, es transformada en equol y o-desmetilangiolensina y de esta manera se absorbe a través del epitelio intestinal.

Este metabolismo es el que permite las variaciones en el efecto de las isoflavonas entre un individuo y otro.

Existe un equilibrio entre la síntesis y la reabsorción ósea, siendo este regulado por los receptores de estrógenos A y B. Los osteoblastos son los responsables de formar el hueso nuevo y los osteoclastos se encargan de la reabsorción ósea. Hay hormonas, citoquinas y factores de crecimiento que tienen un papel regulador en la homeostasis ósea. Los estrógenos suprimen la actividad de los osteoclastos y protegen al hueso de su reabsorción.

En la carencia de estrógenos, como puede ser la menopausia entre otras causas, el ritmo de reabsorción ósea supera la síntesis, hay disminución de calcio, colágeno y proteínas óseas, aumenta la porosidad y por lo tanto el riesgo de fracturas. Los receptores de estrógenos A y B se encuentran en los osteoblastos, y el grado de expresión de cada uno depende del estímulo. Los fitoestrógenos, en especial la genisteina, son afines al receptor B a dosis fisiológicas. La daidzeina y genisteina estimulan la síntesis de proteínas y la liberación de fosfatasa alcalina en el hueso e inhiben la acción de los osteoclastos.

Significa entonces, que estos compuestos químicos son poderosos aliados ante los embates del tiempo.

La pérdida de estrógenos puede ser un proceso natural que podemos vivir con mayor comodidad si mantenemos una dieta balanceada y, en este caso, incorporamos la soya como parte de ella.

Algunas fuentes de este popular alimento oriental son los elaborados a base del frijol de soya, tales como el tofu y el miso. Pero además, han aparecido la leche, el queso y el yogurt de soya, así como los sustitutos de la carne basados en soya. En Venezuela es común el consumo de la proteína de soya deshidratada que, comúnmente denominamos “carne de soya” y de las que existen variedad de alternativas de preparación. Otra manera de agregar soya a la dieta es consumir algún suplemento a base de ella, de esos que suelen adquirirse en tiendas para vegetarianos y naturistas, sin embargo, no existen evidencias de que su consumo sea de tan buen impacto como en el caso del consumo directo de la soya y sus derivados.

Estamos avisadas mujeres. La Química nos ofrece la oportunidad de conocernos y prepararnos para estar bien afinadas, como una orquesta que mantiene el ritmo y el tiempo en perfecta armonía.

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Deseo que este post les resulte interesante. No hay espacio de nuestras vidas en el que no tengamos contacto con las Ciencias Naturales, pues a ellas pertenecemos.

Espero entusiasmada por sus comentarios. Nos vemos pronto.

Referencias

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• Dschoutezo, A. (2000, Noviembre). Isoflavonas de la soya, fitoestrógenos útiles para apaliar los cambios hormonales de la menopausia.
• Galán, V. (2006). Isoflavonas menopausia y osteoporosis.
• Gleville, M, (2000, Noviembre). Terapia hormonal.
• Harland, J. (2001). Calidad nutricional y papel en la prevención y tratamiento de la enfermedad crónica.
• Luna, R y Luna, R (s/f). Menopausia y climaterio. Servicios ginecológicos especializado
• Messina, M y Hughes, C. (2003). Isoflavona de soya en el alivio de los síntomas de la menopausia.
• Olmos, M. (s/f). Propiedades de la soya.

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