Hace siete años, Dios me permitió traer a mi primer hijo al mundo, a quien llamo Sebastian. Vino a mi vida para cambiar todo, desde mi forma de pensar hasta mi forma de ver la vida.
El 23 de junio de 2011, nació una pequeña luz que crecía muy rápidamente y en medio de la risa, las bromas entendí lo especial de ser madre, los sacrificios que mi madre hizo conmigo, mi hijo me permitió comprender y valorar todo lo que una madre hace todos los días por un niño, para verlo siempre saludable y fuerte, me enseñó a tener paciencia y mucha tolerancia, a no pensar solo en mí y también en él, a sentirse satisfecho y feliz con la alegría de mi hijo sin nada más materia.
de una forma u otra, me permitió adquirir diferentes habilidades y ser parte de su madre, su amigo, su fiel compañero, ser su médico, su profesor de deportes, ya que es aficionado al fútbol desde que tenía nueve meses, en que dio sus primeros pasos y comenzó a patear una pelota de fútbol. Para mí ser la madre de mi pequeño hijo, Sebastian me enseñó lo maravilloso que es Dios, lo sabio y perfecto de su esencia para hacerme una mujer y engendrar su maravillosa creación como lo es el ser humano, dándole vida y espíritu.
agradecida con Dios por mi hermosa vida y las cosas maravillosas que me han permitido vivir a pesar de las adversidades. Amo a mi hijo, a mi esposo, a mis padres, a mis hermanos y principalmente a Dios todos los días.
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